Un millón de motos en España está atrapado en un vacío legal que nadie parece querer resolver. Y todo por algo tan básico como una pegatina. El sistema de etiquetado ambiental de la DGT lleva años sin actualizarse y, mientras los coches han ido viviendo tranquilos con sus categorías de siempre, las motos han pasado a Euro5 y Euro5+.
Y ahí empieza el despropósito: esas motos simplemente no existen para la normativa. No aparecen en ningún sitio. No encajan en ninguna etiqueta. Pero tienen que llevar una.
Las ZBE agravan el despropósito
El resultado es absurdo. Más de un millón de motos modernas, muchas de ellas con emisiones reales comparables (o inferiores, incluso, ojo) a las de un turismo con etiqueta ECO, circulan con una C pegada en la cúpula. No porque contaminen más, sino porque el sistema se quedó congelado en el tiempo.
ANESDOR lo ha vuelto a denunciar: la recién aprobada Ley de Movilidad Sostenible ha descartado revisar las etiquetas y ha dejado fuera a todo el parque Euro5 y Euro5+. Ni una mención, ni un ajuste técnico. Nada.
José María Riaño, secretario general de ANESDOR, lo resumió sin rodeos: "No pedimos reformular todo el sistema, pero sí un ajuste urgente que incluya a los vehículos Euro5 y Euro5+ en la clasificación, y dé seguridad jurídica a sus propietarios".
Y es justo lo que falta: seguridad jurídica. Porque esto no va solo de pegatinas, va de acceso a las Zonas de Bajas Emisiones, de incentivos, de restricciones, de poder ir al centro de tu ciudad sin sentirte un intruso por culpa de un vacío administrativo.
El contraste es evidente. Un híbrido suave de coche, con homologaciones menos exigentes, puede presumir de etiqueta ECO sin despeinarse. Una moto moderna, eficiente o incluso eléctrica, se queda con una C. Da igual que sus emisiones sean notablemente menores o que ayude a descongestionar ciudades. Si no está escrita en la norma, no existe.
Para el sector, lo ocurrido con la Ley de Movilidad Sostenible es otra oportunidad perdida. La moto vuelve a quedar fuera del tablero. No aparece en capítulos clave, no se contemplan sus particularidades y, en definitiva, sigue tratándose como un elemento marginal de la movilidad urbana, pese a su papel evidente en accesibilidad, eficiencia y reducción de tráfico.
¿Y ahora qué? Es la gran pregunta... ANESDOR insiste en que no hace falta reabrir la ley: basta con que Gobierno y DGT actualicen el catálogo de etiquetas por vía administrativa. Es una corrección rápida y técnica. Pero mientras eso llega, más de un millón de motoristas seguirán circulando con una clasificación que no refleja la realidad de sus emisiones, perdiendo acceso a ventajas y soportando restricciones que no les corresponden. Todo por una etiqueta que, literalmente, se quedó desactualizada.
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