Prueba clásica Triumph Bonneville T-100, llevando un dulce pasajero, (III)

Prueba clásica Triumph Bonneville T-100, llevando un dulce pasajero, (III)
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Dejamos atrás los relatos del Abuelo Cebolleta y nos metemos en faena. Me toca regresar con la Triumph Bonneville T-100 ya que la ruta de ida la hice con la Triumph Street Triple. Al montar en la Bonnie, las diferencias son muy abultadas, evidentemente, pero te pones rápidamente en situación. Busco, llave en mano, el contacto que encuentro en un lateral de la dirección. Una solución muy de antaño pero poco práctica para mi gusto. Y hay que sumar que para bloquear la dirección debemos utilizar otra llave diferente lo que implica sumar llaves a nuestro, posiblemente, abigarrado llavero. Pero esto es algo con lo que se puede convivir.

Los mandos quedan muy a mano y la postura es muy cómoda dejando la espalda recta con unas estriberas recubiertas de goma bien colocadas. El triángulo, asiento, estriberas, manillar queda perfectamente resuelto y es ideal para largas rutas por carretera. Personalmente echo de menos algo de agresividad en la conducción con las estriberas algo retrasadas y el manillar más bajo pero para esto, Triumph ofrece la Thurxton para hacer las delicias de los café racers. Pero vamos, que lo de la postura son manías que tiene uno que, como la cabra, tiro para el monte.

Triumph Bonneville T-100

Hace calor y no necesito accionar el tirador de starter de dos posiciones que se encuentra en el lateral izquierdo de la motocicleta. Una pulsación al botón de arranque y el dos cilindros paralelo cobra vida con unos pulsos agradablemente perceptibles a modo de vibraciones. El asiento plano de esta versión es tan largo que mi compañero deja en la zona reservada al pasajero una caja atada con unos pulpos en la que viajarán las cocas de dulce típicas del lugar.

No me digáis que no queda profesional ir de pizzero a probar una Triumph Bonneville, ¿eh?. Lo bueno es que son condiciones reales, como la vida misma, ¡te lo aseguro!, que es de lo que se trata. Así noto que, pese al suculento copiloto, tengo bastante espacio en la parte delantera del asiento para moverme si lo preciso. Emprendo la marcha y la caja de cambios, junto con el embrague, son de accionamiento suave y preciso. La unidad de esta prueba esta más que rodada por su propietario contando con algún viaje largo a sus espaldas.

Triumph Bonneville T-100

La primera impresión que tengo callejeando es de ligereza y extrema maniobrabilidad. El centro de gravedad bajo hace que un peso en orden de marcha de 230 kilos largos apenas se deje notar. Uno de sus puntos fuertes, sin duda. Cumple con nota para desplazamientos ciudadanos aunque debo decir que soy de los que prefiere tirar de bonobus para este menester. O al menos de Scooter. Nunca he sido partidario de usar motocicletas de gran cilindrada entre el caótico tráfico urbano pero si no tienes más remedio y esta Bonnie es tu único medio de transporte, te llevará al "curro" entre avenidas y calles sin rechistar y con una finura inusual para un motor percherón de dos perolos y 900cc.

Nos adentramos ya en la zona de curvas por antiguos tramos en los que se disputaban rallies y por dónde pasaban los WRC de nuestros Carlos Sainz y compañía. Como te puedes imaginar hay de todo. Paellas, curvas amplias, cerradas, asfalto impecable, tramos rotos, etc. El motor responde sin titubeos desde las 2000rpm sin toser ni tironear. Hay mucho par disponible y empieza a empujar a partir de las 3500rpm, más contundente en el rango de 4000 a 6000rpm y con estirada hasta las 7500 o 8000rpm pero no vale la pena moverse tan arriba.

Triumph Bonneville T-100

Potencia de motor y arquitectura de dos cilindros con cigueñal calado a 360 grados mandan. Pero no es el propósito de esta Triumph Bonneville que te metas en el infierno del cuentavueltas aunque, como digo, hay par motor. Son solo 68CV pero con 900cc que no son moco de pavo precisamente. Rosca el puño del gas y verás que a esta Triumph, si la buscas, la encuentras. Pero la primera impresión engaña. Mejor dicho, te engañas a tí mismo, me explico:

Al montarme en esta Triumph Bonneville T-100, el cerebro tiende a poner el chip en modo "tranquilo paseo dominguero" en ON. No es descabellado, ya cuadra bien ese mapa mental como un posible uso de esta Bonnie. La cuestión es que sintiendo lo fácil que se mete en curva esta motocicleta, las puntas de mis botas Sidi deportivas fueron a buscar las estriberas en una posición mas retrasada de la que habitualmente se lleva en este tipo de monturas.

Triumph Bonneville T-100

Y como el copiloto no se queja y tengo hueco en el asiento para moverme, tiro el culo hacia atrás y voy enlazando curvas con una facilidad pasmosa y postura de ataque. No voy a decir que me calenté. Y menos en estos tiempos políticamente correctos. Digamos que te vas animando y sorprende la agilidad de esta clásica que, sin querer, te hace hasta ir más rápido de la cuenta. Y esto te rompe un poco los esquemas que tenías preestablecidos y tu cabeza cambia a mapa race, impensable a priori en esta moto, ¿verdad?. Eso hasta que pillas el primer badén o rizado de asfalto y te acuerdas del que decidió montar ahí ese par de amortiguadores traseros.

Mira, te lo voy a poner fácil y no vas a tener que leerme entre líneas, te lo digo directamente, no son malos, son...ejem... . Si dispones de los 9000 y pico euros que vale esta Triumph Bonneville T-100, cometes un pecado si no gastas al menos 500 más y los sustituyes por algo decente de la industria auxiliar. Entendámonos, para desplazamientos tranquilos y ciudad es verdad que los originales cumplen con la premisa de la comodidad ante todo pero a poco que aumentes el ritmo o lleves tanto carga como pasajero sabrás a lo que me refiero. Pero te sigo contando de suspensiones y frenos en la última parte de esta prueba.

Hasta entonces te recomiendo que leas la prueba que mi compañero Luis Font redactó de esta moto a principios del 2008. Hay uno, dos y tres artículos en los que desgrana lo que dio de sí la Triumph Bonneville hace casi cinco años. Imprescindible su lectura antes de terminar mañana la última parte de esta revisión y prueba 2012.

En Motorpasión Moto | Prueba clásica Triumph Bonneville T-100, parte(I), parte (II)

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