Benda ha llegado a EICMA 2025 con la energía de quien sabe exactamente qué quiere: dejar de ser 'la marca china que copia' para convertirse en la marca china que sorprende.
Y lo ha hecho atacando uno de los territorios más sagrados de la industria europea: el motor bóxer que todos asociamos automáticamente con BMW. Un gesto técnico y simbólico. Una declaración de intenciones.
China deja de copiar y empieza a desafiar a BMW con su propio motor bóxer
Su stand en Milán era un pequeño laboratorio de ingeniería en modo exhibición. Cuatro motos, cuatro motores desarrollados en casa, y una idea clara: China ya no viene a imitar a nadie. Viene a presentar mecánicas que Europa daba por imposibles en un fabricante nacido en 2016. Y sí, también V4, V2 y hasta una cruiser automática.
La gran sorpresa fue la P51, una naked híbrida con motor bóxer de dos cilindros y 250 cc. Un propulsor plano que en Europa nos remite a Munich, pero que también forma parte de historias viejas de Zündapp, Douglas o incluso aquella Harley-Davidson experimental de hace un siglo. Benda recupera esa arquitectura y la mezcla con un sistema híbrido modular que entrega 62 CV y más de 100 Nm en una moto de 178 kilos. 0 a 100 km/h en 3,7 segundos. Motor térmico arriba, eléctrico abajo. Sonido clásico, empuje eléctrico con “latido” inmediato. China reinterpretando un icono alemán: ahí está el verdadero golpe.
Pero el escaparate no acababa ahí. La Dark Flag 950 fue la estrella mediática: la primera cruiser china de gran cilindrada con un V4 desarrollado íntegramente por la marca. 948 cc, 108 CV, 3,8 segundos en el 0-100, pistones forjados y hasta desactivación de cilindros al ralentí. Equipa Brembo, control de tracción desconectable, pantalla TFT, acelerador electrónico y control de crucero. Y un faro en forma de “cuatro dientes de gato” que deja claro qué late dentro: un V4 que ningún fabricante europeo se esperaba en esta liga.
Un escalón más abajo está la Rock 707. Parece la más convencional… hasta que miras la suspensión trasera. Suspensión neumática electrónica de dos cámaras, altura variable de 690 a 720 mm y un embrague electrónico Benda MK-II que permite cambiar sin tocar la maneta. Un V2 de 691 cc, 73 CV y actualizaciones OTA. Otra demostración de que China ya no solo juega con precios: juega con tecnología.
Y en el extremo ligero, la Rock 250 CVT: una cruiser automática con motor V2 de 249 cc, 25,8 CV y transmisión por variador. Una reinterpretación moderna de aquella idea rara de la CSR Cruiser de hace dos décadas, esta vez con ABS, control de tracción, correa y estética custom amable para cualquiera que quiera entrar en el segmento sin complicaciones.
Todo este despliegue no es casualidad. Benda lleva casi un 20% de su plantilla en I+D y está creciendo en la dirección opuesta a la caricatura típica de marca china barata. Motores propios, electrónicas propias y un catálogo que no sigue la corriente: la desafía.
Keeway, su distribuidor en España, no ha dado precios ni fechas, pero con este movimiento China vuelve a dejar una pregunta incómoda sobre la mesa: cuánto tardará Europa en asumir que ya no es la única que dicta las reglas del juego técnico.
Imágenes | Benda
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