Triumph Bonneville T214, prueba (conducción en ciudad y carretera)

Triumph Bonneville T214, prueba (conducción en ciudad y carretera)
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Después de haber repasado los detalles de la bonita Triumph Bonneville T214 que nos va a acompañar a lo largo de la semana es la hora de subirnos a su grupa. Tiene pinta de ser una moto cómoda pero hasta que no nos tiramos un rato rodando con ella no nos damos cuenta de la magnitud de lo que nos espera.

Porque en contra de las tendencias actuales del mercado, tener pinta de antigua y carecer absolutamente de carenado no quiere decir ni que sea una moto incómoda ni que nos vayamos a aburrir con ella. ¡Para nada!

Triumph Bonneville T214: todo bajo control

Triumph Bonneville T214 037

Cuando te subes por primera vez en la Triumph Bonneville T214 parece que estés en el sofá de tu casa y, quizá, en Hinckley los ingenieros que la han diseñado se esforzasen mucho por que esa fuera la sensación transmitida al piloto. A sus mandos todo fluye con naturalidad, todo está allí donde debería estar y no tienes que pasarte un rato reprogramandote para saber donde está cada cosa.

Sobre su asiento de 775 milímetros de altura, plano y ancho, llegamos al suelo con los dos pies a las mil maravillas. Con los pies en las estriberas las rodillas abrazan el bonito depósito bicolor sin tener que flexionarse gracias a su posición adelantada, y lanzando las manos hacia delante se posan inmediatamente sobre un manillar ancho sin tener que estirar los brazos ni inclinar la espalda gracias a los puños elevados. La posición resultante es muy acogedora.

Triumph Bonneville T214 M1

Los mandos funcionan con suavidad y el motor responde de la misma manera. Su tacto es casi eléctrico, aderezado con un tenue y grave murmullo que sale por su doble escape redondo. Actuando sobre el embrague y el acelerador nos encontramos con una respuesta que agrada en cualquier circunstancia, sin traqueteos, toses ni tirones.

Si necesitamos empuje ahí está, pero no nos veremos sobrepasados en ningún momento por sus 68 caballos de potencia y 68 Nm de par motor. Con la Bonneville T214 nos podemos mover con tremenda soltura entre el tráfico urbano gracias a su motor, a su tamaño contenido y a la posición de conducción que nos permite mantener un control absoluto.

Los trayectos para llegar a cualquier punto de la ciudad se hacen amenos al saber que en cada semáforo y una vez dejemos la moto estacionada no van a ser pocas las miradas que se queden atrapadas sobre la moto inglesa. Tiene estilo, eso es innegable hasta para los poco entendidos.

Triumph Bonneville T214: el placer de rodar

Triumph Bonneville T214 009

En carretera abierta es donde encontramos lo mejor de la Triumph Bonneville T214, sin duda. Acostumbrados a exprimir las motos en zonas de curvas y retorciendo los chasis muchas veces nos olvidamos de que montamos en moto por placer. Gracias a ella he reencontrado el gustazo que da perderte con total tranquilidad por carreteras comarcales llegando a pueblos escondidos.

Con dulce y resolutivo a partes iguales bicilíndrico es difícil que echemos de menos en ninguna situación más potencia para el uso que vamos a dar a esta moto. Incluso en adelantamientos sobre línea discontinua en subida es más que suficiente para mover con soltura los 225 kilos en orden de marcha que pesa. No necesitamos más.

Triumph Bonneville T214 017

Si dejamos a un lado el momento zen de conducir sin más, nos encontramos con un chasis terriblemente noble como pocos haya probado. La sensación de control sobre la Triumph Bonneville T214 es muy, muy alta, así que psicológicamente es otro punto que incentiva la percepción de poder limitarnos a rodar y evadir la mente.

Sólo las suspensiones nos pueden perturbar ligeramente al flanear en curva o un poco más de mordiente en los frenos, pero eso sólo ocurre si estamos intentando hacer con la Bonnie un uso para el que no está concebida. Ella es más de mimarte que de excitarte, pero eso no quiere decir que sea peor, sino que es diferente.

De hecho, gracias a la Triumph Bonneville T214 he descubierto algunos curiosos parajes realmente próximos que desconocía por completo, simplemente por haber elegido el trayecto no habitual y adentrarme por carreteras comarcales que con otras motos me parecerían aburridas. El resultado ha sido una experiencia realmente placentera.

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