Corría el año 1985 cuando Suzuki apareció en el Tokyo Motor Show con una criatura salida de un sueño techno. Se llamaba Falcorustyco, y era tan extraña como su nombre.
Una superbike sin cadena, sin horquilla, sin amortiguadores visibles, sin nada que recordara a una moto tradicional. Y por eso mismo, inolvidable.
Una Suzuki que parecía una nave espacial, literalmente
Visualmente, la Falcorustyco parecía diseñada por Syd Mead (el mítico diseñador futurista). Chasis monocasco, colín flotante, carenado total con formas rectilíneas y futuristas. Pero lo verdaderamente rompedor estaba en lo que no tenía.
No había cadena ni correa. Cada rueda tenía su propio sistema de transmisión hidráulica. La trasera recibía la potencia directamente desde una bomba integrada en el chasis. Ni engranajes, ni poleas: presión de fluido. Tampoco había horquilla convencional: suspensión delantera por basculante, con monoamortiguadores ocultos. Y lo mismo detrás.
Los frenos eran integrados en las ruedas, sin discos visibles. Y la dirección no era por barra, sino por un sistema hidráulico similar a la servodirección de un coche, conectado a una especie de joystick estilizado.

Motor de GSX-R, alma de experimento. Suzuki usó como base el tetracilíndrico en línea de la GSX-R750, pero integrado en un bastidor completamente diferente. No se buscaba rendimiento, sino crear una plataforma para explorar nuevas soluciones. No era una moto funcional al 100%, sino un prototipo rodante de tecnologías futuristas.
¿Funcionaba? En parte. Algunos medios especializados llegaron a probar una versión estática y otra que se movía en circuito cerrado, pero siempre asistida por técnicos. Nunca estuvo cerca de producción.

El futuro que nunca llegó. La Falcorustyco fue una demostración de fuerza, una provocación conceptual. Un experimento sobre qué pasaría si se reinventaran todas las partes de una moto.
Tampoco llegó nunca al mercado. Ninguna de sus ideas cuajó comercialmente, aunque muchas inspiraron desarrollos posteriores: chasis integrales, suspensiones alternativas, frenos internos… incluso la moto hidráulica experimental de Yamaha en los 2000.

Suzuki no volvió a hacer nada parecido. Pero el impacto de aquella criatura blanca, extraña y elegante aún resuena. Porque a veces, lo que marca el futuro no es lo que se fabrica, sino lo que se atreve a imaginarse. Ejemplo: la Yamaha Motoroid en nuestro presente.
Imágenes | Suzuki
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2 comentarios
frg92552
Llamarlo "fracaso rotundo" me parece muy atrevido teniendo en cuenta que, ni de lejos, era una moto pensada para llegar a la producción.
Es una concept bike de las que ha habido a montones y que, al igual que muchos concept cars, solo son modelos de salón.
javibrum
Pienso igual que frg92552. Simplemente era una Concept Bike, y ya está. No hay que rascar más. Supongo que en agosto no hay mucho sobre lo que escribir, y hay que inventar temas para rellenar.
Por cierto, después de esta, Suzuki sacó la Nuda, que esa sí que se nos quedó grabada en el cerebro a los que peinados canas.