
En Mattighofen no están para fiestas. KTM, bajo el paraguas de Pierer Mobility Group, atraviesa una de las etapas más delicadas de su historia reciente. El lunes 28 de abril, la compañía rompió su silencio (o más bien lo tradujo al lenguaje financiero—)con una actualización oficial que confirma lo que muchos ya intuían: la situación es crítica.
Lo era, lo es, y a corto-medio plazo, parece que seguirá siendo crítica. Aunque todavía no se han publicado los resultados definitivos de 2024 (la fecha prometida es el 30 de mayo), la empresa decidió adelantar un retrato provisional de su estado de salud… Y el diagnóstico no es demasiado alentador.
2025 está siendo muy complicado para Pierer
KTM, en números. Con una facturación de 1.879 millones de euros (casi un 30% menos que el año anterior) y pérdidas antes de intereses e impuestos por 1,2 millones de euros, KTM sigue lejos de la rentabilidad. A esto se suma una herida social de peso: desde enero de 2024 hasta finales de marzo de 2025, más de 1.850 empleados han dejado de formar parte del grupo.
Y mientras los balances tiemblan, las líneas de producción también. Desde el 13 de diciembre de 2024, la fábrica en Mattighofen estaba parada. El reinicio parcial llegó el 17 de marzo de 2025, gracias a una inyección de liquidez de 150 millones de euros por parte del socio indio Bajaj Moto.
Según el comunicado, todas las líneas estarán plenamente operativas “en verano”, cuando la cadena de suministro global (también maltrecha) haya recuperado cierta normalidad. El problema es que, tras haber arrancado, ya han tenido que volver a pararla por falta de suministro.
Las previsiones ya hablan de una caída del 26% en la producción (unas 230.000 motos menos) y una reducción del stock global del 18% (40.000 unidades menos en circulación).
Aun así, la dirección quiere dejar espacio para el optimismo. Pierer Mobility asegura estar cerrando negociaciones con inversores para conseguir unos 600 millones de euros con los que impulsar un ambicioso plan de reestructuración.
Si el calendario no se descarrila, esa operación permitiría reducir notablemente la deuda neta en la primera mitad de 2025, generando una “ganancia por reestructuración” de nada menos que 1.300 millones de euros. Lo llaman ingeniería financiera, aunque para los fans de la marca (y para los trabajadores) eso aún suena más a ciencia ficción.
El rugido de los motores naranjas está lejos de extinguirse, pero tampoco suena con la fuerza de antaño. KTM trata de recuperar tracción con una combinación de recortes, promesas y oxígeno externo. De momento, no queda otra que esperar al verano… Y al balance del 30 de mayo.
Imágenes | KTM