El extraño invento japonés para mantener tu moto impecable como el primer día... Y que ahora se vende en España

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John Fernández

En Japón, lavar el coche o la moto no es una simple tarea de mantenimiento. Es un ritual. Y como todo ritual nipón, está cargado de precisión, repetición y una idea de respeto hacia el objeto.

De ahí nace uno de los productos más curiosos que ha exportado el mundo del motor japonés: la 'Fusso Coat'. Un invento discreto, sin campañas millonarias ni vídeos espectaculares, pero con una legión de fieles que lo usan como si fuera un escudo invisible. Y en parte, lo es. Comprobado.

Se vende en Amazon España

Fusso Coat no es una cera. No es un abrillantador. Ni siquiera es un producto pensado para el brillo rápido que tanto gusta en el 'detailing' de por aquí. Es, en realidad, una fórmula basada en fluoropolímeros (que es una variante sintética del teflón) que crea una capa microscópica sobre la pintura.

En otras palabras, más prácticamente, es como una barrera que repele agua, polvo, grasa, alquitrán, savia, calima, excrementos de pájaro y prácticamente cualquier agresor cotidiano que pueda encontrarse una moto en la calle. Quien la deja en la calle, lo sabe.

La idea nació en los años 80 de la mano de Soft99, una empresa japonesa que lleva desde 1954 obsesionada con el cuidado de carrocerías. En sus laboratorios de Osaka desarrollaron una línea de productos pensada no tanto para brillar, sino para resistir. Y Fusso Coat fue el resultado más extremo: una pasta que se aplica como una cera, pero que forma una película química activa durante meses. Se estima que en condiciones normales puede durar de seis a doce meses sin necesidad de reaplicar. Y todo esto, sin dejar residuos blancos, ni necesidad de pulir.

En Europa, donde el cuidado estético tiende más a lo práctico que a lo ceremonial, el uso de Fusso Coat ha pasado más desapercibido. Pero en Japón es un auténtico tótem. Los foros de detailing lo recomiendan como paso obligatorio tras cada pulido. En las tiendas especializadas se venden versiones específicas para pintura clara, pintura oscura, llantas, cristales e incluso carcasas de faros. Y en las tiendas de motos es frecuente encontrarlo entre los productos de referencia, especialmente para quienes dejan su montura al aire libre.

¿Funciona? Sí. Y especialmente bien en motos, donde la pintura suele estar más expuesta a los elementos. Basta una aplicación sobre el depósito o los carenados y la diferencia se nota: el agua no se queda, corre como si resbalara sobre un impermeable. Los insectos no se incrustan igual (esto, en verano, a los moteros nos fastidia mucho). Y la suciedad leve se elimina con un trapo húmedo. En España se puede comprar en Amazon:

Sellador Fusso (200 g), color oscuro, de Soft99 300

Pero lo realmente interesante no es el resultado, sino la filosofía que hay detrás. En Japón, cuidar una máquina no es solo mantenerla limpia. Es una forma de mostrar gratitud. Lo llaman mono no aware, la conciencia de que todo es efímero y merece ser cuidado mientras dure. Fusso Coat encaja en esa mentalidad como un guante. No es un producto para quien quiere salir del paso, es para quien disfruta manteniendo su moto como si fuera un objeto digno de contemplación.

El invento japonés no requiere formación ni herramientas especiales. Solo una superficie limpia, una esponja de aplicación y un trapo de microfibra para retirar el exceso una vez seco. El olor es fuerte (típico de los productos japoneses sin perfume añadido) pero el resultado es efectivo incluso en plásticos pintados, depósitos metálicos o maletas de ABS.

Imagen | Bicanski, de Pixnio

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