Cinco años. Quince países. Más de 50.000 kilómetros. Y una Honda C90 EconoPower de 1992. Así podría resumirse, aunque no hacerle justicia, la odisea de Pablo Imhoff, más conocido como "Pablito Viajero".
Para quien no lo sepa, Pablito Viajero es el argentino que esta semana llegó por fin a Alaska tras una travesía que empezó en 2020 y que lo ha llevado del confín más austral del continente al punto más septentrional de América accesible en moto.
De punta a punta de América en un scooter japonés
Todo comenzó mucho antes de girar la llave de contacto. En 2014, con 27 años, Imhoff renunció a su trabajo como óptico contactólogo, dejó Rosario, vendió sus cosas, canceló el alquiler y decidió vivir viajando.
Su primera gran gesta fue recorrer las 23 provincias argentinas y las Islas Malvinas en una Gilera de 1970. Aquello fue el prólogo. Lo que vendría después sería el viaje de su vida: cruzar todo el continente americano sobre una moto de baja cilindrada.
El Proyecto Alaska, como ha llamado al viaje de su vida, comenzó oficialmente en marzo de 2021, aunque la pandemia lo dejó un año varado en Tierra del Fuego. Lejos de desesperar, convirtió Ushuaia en su base y se dedicó a explorar el Fin del Mundo, como él mismo lo define. Desde allí partió con su fiel compañera, "Econo", apodo cariñoso de su Honda C90, rumbo a la ruta 40 y, más allá, a lo desconocido.

El camino lo llevó por la Cordillera y el altiplano, cruzando Bolivia, Perú y Colombia. En el Salar de Uyuni celebró un cumpleaños durmiendo bajo las estrellas. En Jujuy, bajó de los 4.000 metros empapado por una tormenta. En Colombia negoció el traslado marítimo de su moto a Panamá y en Nicaragua se topó con una frontera cerrada, lo que lo obligó a enviar la moto por camión y él volar. El viaje no fue una postal constante: también hubo frustraciones, frío, cansancio y más de una reparación improvisada.
Pero lo que marcó la diferencia fue su forma de viajar: ligera, simple, humana. Su moto iba equipada con alforjas de cuero, un baúl de madera y una toma de 12 voltios. Nada más. Todo lo demás lo aportaban las personas que encontraba por el camino. “Lo que me llevo son las experiencias con la gente, las amistades, los recuerdos, la buena onda”, ha repetido en más de una ocasión.
Su travesía, registrada paso a paso en su canal de YouTube (con más de 1,5 millones de suscriptores, que yo conocí a través de mi padre, que le veía prácticamente cada semana de la noche) es mucho más que una aventura motera. Es una historia de decisión, de dejar atrás lo seguro y lanzarse a lo incierto, con una moto pequeña y un sueño enorme. Una muestra de que la aventura no está en la máquina, sino en la voluntad.
El pasado 14 de julio de 2025, anunció por redes sociales que finalmente había llegado a Alaska. Aunque no confirmó el punto exacto, todo indica que fue Prudhoe Bay, en el límite del mundo motorizado. Allí, tras más de cinco años de viaje, cerró el círculo. “Fue la mejor decisión de mi vida”, escribió.
Pablito Viajero no llegó en una maxitrail de última generación, ni con patrocinadores detrás. Lo hizo con una Honda C90, con la convicción de que los grandes sueños no necesitan grandes motores. Solo determinación, paciencia... y mucha ruta por delante.
Imágenes | YouTube, RRSS Pablo Imhoff
Entrar y enviar un comentario