La gran aventura de comprar una moto de segunda mano (parte 2)

La gran aventura de comprar una moto de segunda mano (parte 2)
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Hoy seguimos analizando los procesos de relación entre comprador y vendedor, ahora por teléfono. Las preguntas que suelo hacer son las típicas así que no me voy a explayar, pero en una llamada sobre una japonesa (moto, no persona) del 2003, al preguntar qué me podía contar sobre la moto, el individuo me dijo "pues lleva un Leovinchi, pinzas Brembo, discos de freno floreados y horquilla de competición".

Vale, el Leo Vince pase que lo remarques, pero suspensiones y frenos eran de serie, aun así puedo entender el exceso de motivación de cada uno por su montura, lo que fulminó a la japo de mi lista fue lo que dijo a continuación. "Lo único malo que tiene es que duerme en la calle y la falta alguna pieza". Peeerfecto.

Por lo general no hace falta sonsacar información a nadie, muchas veces se dice más por omisión que por mencionar algo expresamente. Si llamo a preguntar por una moto espero que me informes, no que me digan "¿y qué quieres saber?". En ese caso reclamo mi dosis de información a cerca de número de propietarios, kilometraje, uso, revisiones, mantenimiento, dónde se han realizado estos servicios, y matrícula para en caso de estar realmente interesados verificar lo que podamos de la historia del vehículo en la Dirección General de Tráfico. Si veo lagunas en cualquiera de los apartados, o de cualquier cosa que se me ocurra, descarto. Hay muchas veces que el vendedor pone pegas con dar el número de placa, así que es posible que haya que ir buscando otra alternativa.

Segunda mano: ¿a qué nos atenemos?

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Debemos hacer de detectives, especialmente porque es nuestro dinero el que está en juego, así que hagamos todo lo posible para que no nos la cuelen. No son ni uno ni dos los que me han dicho que vendían una moto que no era de ellos, sino de otra persona a la que "gestionaba" el anuncio. Puede ser cierto o puede no serlo, pero como futuros posibles dueños del vehículo tenemos que ponernos, siempre, en el peor de los casos.

En las cuentas que me he hecho para comprar la moto he incluido las simulaciones de posibles seguros, transferencia, desplazamientos, y algo de margen para posibles imprevistos. Hay que tener en cuenta que estamos mirando motos usadas, que aunque tengan pocos kilómetros tienen más de una década y pese a funcionar como un reloj es posible que haya alguna junta picada, suspensiones pendientes de actualización o cualquier otro defecto que debamos arreglar por nuestra cuenta y que al vendedor se le haya "olvidado" mencionar antes de la transacción.

Tras las conversaciones telefónicas habremos descartado alguna que otra candidata más, así que de las pocas que nos quedan tenemos que decidir cuáles vamos a ir a ver en persona. Pero antes de ésto ya os aseguro que de ellas sólo pasarán el filtro una cuarta parte de las que hayan pasado las semifinales. Las fotos que vemos por internet dejan mucho que desear y en persona los defectos saltan a la vista como si fueran maromos del Eurobasket.

Segunda mano: mirar hasta donde lleguen nuestros conocimientos

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Casualmente, retomando lo que os contaba en la parte anterior, una de mis primeras opciones era una bonita Yamaha R6 roja del 2002 que al principio me pareció demasiado idílica, con un único dueño de más de 50 años, en torno a los 20.000 kilómetros, y bien cuidada, con pocos extras y las piezas originales guardadas así que me decidí ir a verla. No os puedo engañar, me encantó, estaba mimadísima.

No encontré impactos de piedras en el paso de rueda trasero, las piezas de aluminio brillaban casi como el primer día, la tuerca del eje trasero y las contratuercas no tenían marcas típicas de tensar la cadena, ningún tornillo del carenado había sido manipulado, tenía todas las pegatinas originales, el cableado bajo la araña del faro estaba en su sitio y no había sido encintado por ninguna parte. Sólo había restos de refrigerante seco en la tapa de la bomba del agua, pero no tenía porqué significar nada.

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Volví muy caliente a casa, y nada más posarme sobre el sofá tiré de agenda para pasar las fotos y toda la información a mi mecánico de cabecera, Koke, un mecánico de esos de los de la vieja escuela que viven las motos y regenta el Doctor Bike en Madrid, para consultarle la jugada. Fue tajante, "búscate otra" me dijo, y continuó diciéndome que debía ser casi la última de su estirpe porque aquellas R6 pecaban de falta de fiabilidad en el motor. Tras las dudas iniciales hice una búsqueda por la red y corroboré lo dicho, las camisas de los cilindros se fisuraban, perdían compresión y causaban holguras.

Es importante tener amigos hasta en el infierno, y un conocido con buenas dosis de mecánica puede ser la diferencia entre una buena compra y un saco sin fondo en el que gastar dinero. En mi caso la palabra de Koke va a misa, es perro viejo y aunque muy a mi pesar descarté la mejor de todas las opciones que había encontrado hasta el momento.

¿Y ahora qué?, pues no nos queda más remedio que variar el factor precio. Ésta R6 estaba en 2.500 euros, mi tope hasta ese momento, así que tocó ampliar el abanico hasta primero hasta los 3.000 euros y finalmente hasta los 3.500. De no poder ampliar nuestro radio de acción económicamente sólo nos queda prolongar la búsqueda en el tiempo y vigilar a diario los anuncios, al final nos los conoceremos casi todos y sabremos cuándo ha entrado uno nuevo, sólo tenemos que esperar la oferta que nos cuadre. Pero para eso hay que ser muy paciente, y reconozco que soy un cabezón, así que sigamos con el lío.

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¿Merece la pena ahorrarse unos pocos cientos de euros?, depende. Si no perdemos la perspectiva racional la compra de una moto no deja de ser un capricho, así que todo depende de cuánto aprecio le tengamos a algo que no es vital. Yo quiero una moto que no me de problemas fuera de los propios inherentes al mantenimiento y consumibles, así que me apretaré un poco más el cinturón para dejar de lado mi capricho inicial para conseguir una moto que no condene mi economía. O esa era mi intención.

Se me olvidaba comentar la ingente cantidad de anuncios spam que os podéis encontrar, así que seguid un simple consejo y olvidaros de todo aquello que os parezca demasiado bueno para ser real, porque será casi con total seguridad mentira. Ejemplo claro, hay infinidad de anuncios de Yamaha R6 R por menos de 4.000 euros, y si necesitáis más información sobre el tema Albi lo trató detenidamente hace unos meses.

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Finalmente, por 3.500 euros me cambié de marca y modelo, empecé a sondear el mercado de Honda CBR600RR y encontré varias 2005, pero la elegida fue una unidad en negro/gris, con 21.000 kilómetros, estrictamente de serie, con un uso de paseo y cuyos únicos defectos son estéticos. Sólo tenía un poco tocados los rodamientos de dirección (se solucionó aflojando el eje), el guardabarros delantero está roto y tiene una caída en parado. Conserva todos los adhesivos tanto del depósito como del basculante y de momento estoy muy contento con ella tras 1.500 kilómetros recorridos.

Sí, habrá opciones mejores, no lo dudo ni por un segundo, pero de todas las opciones que barajé ésta fue la más razonable sin tener que desplazarme a otra provincia (algo que por cierto desaconsejo salvo que lo tengáis muy claro).

Espero que con toda esta historia os haya ayudado aunque sea un poquito, o por lo menos os haya entretenido, y si tenéis dudas seguro que hay amigos que están encantados de ayudaros, así que no tengáis miedo de pedir consejo. Muchas veces pecamos de calenturientos, nos dejamos llevar por las apariencias y ya se sabe que muchas veces engañan.

Fotos | Mark Reilly, Tambako The Jaguar En Motorpasión Moto | Cinco grandes motos por debajo de 2.000 euros , (Otras) cinco grandes motos por menos de 2.000 euros, Consejos para comprar una moto deportiva de segunda mano Parte anterior | La gran aventura de comprar una moto de segunda mano (parte 1) Siguiente parte | La gran aventura de vender tu moto: cinco consejos

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