Son muchos los moteros que tienen habilidad más que suficiente para hacer sus propios mantenimientos en casa; los llamados 'manitas'. Por ejemplo, los que se animan a cambiar ellos mismos en su garaje los neumáticos de la moto, hasta que llega el momento de equilibrarla. Ahí, o tienes la herramienta necesaria, o pasas por un taller.
Hay un invento yanqui desconocido que es altamente útil ya que funciona a la perfección (bueno, casi): bolitas cerámicas que se meten dentro del neumático por la válvula, y que con el giro de la rueda, se distribuyen dinámicamente y hacen las veces de contrapeso. Y te pueden durar de por vida.
Eliminan las vibraciones y tienen un uso de por vida
Muchos dicen que no es necesario equilibrar las ruedas de una moto, pero menuda pifia. Es cierto que en las motos de última generación el desequilibrio que se genera es casi nulo, pero transmiten sensaciones incómodas como vibraciones, por ejemplo. Así que sí, hay que equilibrarlas.
La teoría nos dice que por el material principal con el que están fabricados (caucho), los neumáticos no siempre son perfectamente redondos. Por eso deben equilibrarse, ya que toda rueda está ideada para que la masa esté repartida de forma uniforme respecto al eje. No son perfectos, y hay desequilibrios entre las juntas y el espesor de las secciones.
En los últimos tiempos se está extendiendo el uso de unas bolitas cerámicas (o de materiales similares) que evitan que pases por un taller para tener que equilibrar las ruedas, o bien tengas que comprar las herramientas para ello. Con un pack de estas bolitas, prácticamente indestructibles, puedes ir cambiando la goma pero mantenerlas en cada cambio, de tal forma que duran para siempre.
Tradicionalmente se utilizaban principalmente para camiones y 4x4 por el gran tamaño de las ruedas, pero su uso cada vez es más popular en coches y motos. De hecho, hasta el divulgador FortNine las recomienda para las motos.
Estas pequeñas perlas bombean dentro del neumático y actúan como equilibradores dinámicos o en tiempo real al utilizar la fuerza centrífuga de la rueda cuando está en movimiento para equilibrarla. Algo tan sencillo y democratizador que sorprende.
Este invento yanqui requiere paciencia, pero luego es útil. Hay que meter bolita por bolita a través de la válvula, en la proporción (usualmente onzas) que indica la marca que hayas comprado para tu moto. O más fácil todavía, se echan dentro cuando estás montando la goma.
Por otra parte, puede haber dos inconvenientes. El primero, que de echarlas por la válvula, podrían obstruir y arruinar el núcleo de esta y terminar fastidiándola. Y dos, que a altas velocidades (hablamos de más de 180 km/h), la fuerza centrífuga queda prácticamente anulada, puede que no sean eficaces y entonces empiecen las vibraciones.
Entonces, ¿cuál es su principal ventaja? Además de que no pesan (muy pocos gramos), ni se oyen (son como arenilla), y solo requiere una inversión inicial, echas las bolas y a funcionar, sin necesidad de tener que equilibrar la rueda.
Aquí tienes un ejemplo, por si quieres echar un vistazo.