Vuela como un novato, pica como un campeón: Pedro Acosta, el nuevo genio de las motos
No se puede explicar, solo son cosas que pasan. Como cuando presientes algo que estás convencido de que, irremediablemente, tiene que suceder, pero eres incapaz de verbalizar por qué lo sabes. Es esa brisa, ese olor a humedad que, aún con el cielo despejado, te hace presagiar la tormenta. Y pocos minutos después te estás mojando.
La irrupción de Pedro Acosta en el mundial de MotoGP ha sido una de esas que quedan grabadas en la historia. Algo especial cuyo diagnóstico no ofrece dudas: estamos ante alguien que va a ser muy importante en el mundo de las motos. El Gran Premio de Catar fue la brisa húmeda, en el de Doha han empezado a caer las primeras gotas, y ahora viene la tormenta.
Acosta tiene el donaire propio de los grandes elegidos del deporte
Pedro Acosta ganó en Doha. Sí, ahora podríamos dar un aluvión de datos más o menos interesantes que ya se han repetido en todos lados. Por si a alguien le interesa son los siguientes: tiene 16 años, ha ganado en su segunda carrera en el mundial, ya se subió al podio en la primera, va líder de la general y nunca nadie había ganado en Moto3 saliendo de boxes.
Son números, hitos y cábalas que apoyan lo que de verdad transmitió Acosta. Porque no es lo que hizo, sino cómo lo está haciendo. Para descubrir a un gran campeón es tan importante ver qué hace como escuchar cómo lo explica. Después de la carrera, de la boca con brackets del de Mazarrón no salió nada especial. No se lo dedicó a nadie, ni soltó ningún exabrupto.
Decía Muhammad Ali que lo que le diferenciaba de un fanfarrón era que él sí podía cumplir lo que decía. Era habitual que antes de combatir por el título mundial contra algunos de los mejores boxeadores de la historia, como en su célebre batalla contra Sonny Liston en 1964, Ali hiciese predicciones acertadas sobre el combate.
"Voy a tumbar a ese feo en cuatro asaltos", gritaba colérico Ali frente a las cámaras (era otra época) en la previa de algunos de sus combates en los que, efectivamente, tumbaba a su adversario en cuatro asaltos. Muchos se preguntaban: "¿cómo lo acierta siempre?". La respuesta era evidente: podía tumbar a su rival en el asalto que quisiera.
Ali era un provocador. Se ganaba el respeto a su manera, que en las décadas de los 60 y los 70 era de una forma bien diferente a la actual. Pero, por encima de todo, era muy superior a los demás. Por eso podía especular con en qué asalto tumbaría a su oponente, porque podía elegir hacerlo en el primero o en el último. Él tomaba la decisión, y nadie más.
🗣️ @37pedroacosta: "Esto pasa por trabajar con genios. Me he levantado y he dicho podemos hacerlo"#DohaGP 🇶🇦 #MotoGP 🏁 pic.twitter.com/1F2MuXw3vY
— DAZN España (@DAZNES) April 4, 2021
Ha pasado más de medio siglo de los combates de Ali y la comunicación ha cambiado por completo. Ahora nadie bien asesorado va a salir a hacer promesas fanfarronas, aunque pueda pagarlas. Pero el acento murciano de Acosta en la entrevista nada más bajarse del podio escondían el mismo mensaje de Ali: ha ganado porque le ha dado la gana hacerlo.
Pongámonos en situación... ¡Qué estamos hablando de un chaval de 16 años que en su segunda carrera en el mundial ha ganado saliendo desde el pit lane! ¡Qué ha recuperado 22 posiciones y estaba trece segundos por detrás del último vagón del grupo de cabeza tras la primera vuelta! ¡Qué se ha puesto líder del mundial! Es para estar histéricos.
Pero, mientras todos estábamos de los nervios, apareció Acosta en los micrófonos de DAZN. Y estaba tan tranquilo. Tanto, que la entrevistadora, la maravillosa Izaskun Ruíz, le tuvo que preguntar que por qué estaba tan tranquilo y le interpeló: "¡salta o algo!". Pero no, Acosta no saltó, siguió contando la carrera. Porque lo que a los demás nos parece épica, para él es hacer lo suyo. Y ya.
Acosta ganó porque sabía que podía hacerlo. Si nos fijamos, en ningún momento arriesgó de más. Nunca le vimos colgado, jamás pareció ir al límite. No vimos ni una maniobra 'win or crash'. En un grupo con algunos veteranazos, él tomó las riendas tan panchos, tiró de ellos y, cuando llegaron al pelotón, ahí que los dejó, apañándoselas con la intendencia mientras él se iba a por la victoria.
No es la primera vez que vemos a alguien recortar una diferencia grande en Moto3. De hecho, en la categoría pequeña en bastante factible con tantos cambios de posiciones en cabeza. Pero Acosta no solo llegó, sino que pasó con una limpieza impropia, señal de que mientras recuperaba también tuvo tiempo de pensar en conservar las gomas. Sin ansia, sabiendo que lo iba a conseguir.
En una carrera plagada de incidentes, y de errores de pilotos con poca experiencia, Acosta no se metió en ningún lío. Cada pasada fue más corta que la anterior. "Me tomé dos vueltas de descanso al llegar al grupo", dijo, tan pancho. Cuando quiso, que fue en la penúltima vuelta, se puso primero y se escapó. Y el resto, a remar.
En una categoría en la que hay cierta obsesión con las estrategias, y todos hacen sus cábalas sobre dónde deben estar en cada momento para tener una mínima opción más, Acosta pasó de rollos. Hizo la carrera a su ritmo, tirando sin concesiones. Y pinta a que no va a ser la única de este tipo. El que puede que le siga.
Vendrán otros circuitos, algunos se le atragantarán. Llegarán carreras difíciles y malos resultados. En algún momento alguien le tirará y, por qué no, quizá él también se equivoque en alguna ocasión. Pero, desde ya, Acosta es la nueva perla del motociclismo mundial. Y resultaría lógico que, tras solo dos carreras en Moto3, las grandes marcas de MotoGP empiecen a posicionarse. Con KTM en pole.
"Ojalá algún día ser cómo él", decía sin ruborizarse cuando le preguntaban por los paralelismos de su épica con alguna de Marc Márquez. Y, sin mayor importancia, cambió de tema. Porque Acosta sabe que pertenece a esa estirpe, lo lleva sabiendo muchos años y ahora lo va a molestar. Al 99% de los moteros les chirría una comparación tan grandilocuente. Él la acoge con naturalidad.
Los genios son así. Se acostumbran a hacer cosas extraordinarias, e incluso logran que el resto también se olviden de que lo son. Sin que se le diese demasiada bola, Márquez hizo 16 podios consecutivos en 2019. En 2020, ya sin él en pista, ninguna racha superó los tres seguidos. Nos dimos cuenta de que dominar MotoGP es más difícil de lo que Márquez no hacía creer.
Estoril 2010, Jacarepaguá 2003, Welkom 2004, Red Bull Ring 2016... Los días en los que se descubren a grandes leyendas del motociclismo español quedan marcados en el imaginario colectivo. Son algo más que preguntas de trivial, evocan momentos de gran ilusión. Porque descubrir algo nuevo que nos va a hacer felices durante muchos años genera nostalgia del presente. Losail 2021 ya está en la lista.
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