Una oferta de trabajo de la NASA, un logo de 50 dólares y el secuestro de un avión: Así nacieron los cascos de moto más famosos del mundo
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Una oferta de trabajo de la NASA, un logo de 50 dólares y el secuestro de un avión: Así nacieron los cascos de moto más famosos del mundo

En la industria de la moto, y más concretamente en la de los cascos, hay una marca que está en lo alto, en el olimpo, y no es la única: Arai. Los japoneses son uno de los fabricantes más longevos y con más historia. Y precisamente ese es el punto de hoy, su particular historia llena de curiosos acontecimientos.

Muchos saben que Arai es una marca de casco que llevan en la cabeza, pero poco más. Lo cierto es que esconden muchas peculiaridades, como la NASA, un accidente de un piloto que los catapultó a la fama o una petición muy particular de Soichiro Honda, creador de Honda.

El mantra de Arai es que una vida vale más que cualquier otra cosa

Las empresas en Japón tienen una vida útil promedio de unos 35 años. Naturalmente hay quienes están muy por encima de esa cifra. Por ejemplo, Arai, una de las marcas de casco más famosas del mundo y cuya historia está plagada de curiosidades.

Hace 74 años Arai ni siquiera pensaba en cascos. El negocio empezó como una fábrica de sombreros y gorras escolares y de policía. Su primer éxito se llamó 'Zelmet', y fue idea de Michio Arai, el creador de la 'Hat Store, el germen de la marca. El 'Zelmet' era un casco petición del ejército para proteger las cabezas de los soldados, y estaba hecho de tiras de bambú.

Michio empezó a hacer gorras y cascos con poliestireno, algo novedoso para el momento. Al señor Arai se le ocurrió trasladar su conocimiento a un casco de moto, ya que era fan de las dos ruedas. Entonces aquello empezó a darse a conocer, y le llegaron los primeros pedidos. Hubo uno muy especial: el de Soichiro Honda, según cuenta su familiar.

Un mayorista de suministros japonés creyó que aquello era el futuro, y confió en Arai para suministrar cascos de moto con material de poliestireno, y así empezó la magia, 'a lo grande'.

Arai 1 2024

Sin embargo, Arai no nació como Arai (ni como una marca de cascos). Rio, que ahora es el presidente de seguridad de la marca y es el nieto de Michio,  fue a estudiar a Indianápolis, Estados Unidos. Se esforzó tanto que entre las muchas ofertas de trabajo que recibió, había una de la NASA. Pero él no quería eso; quería volver a Japón y ayudar en el negocio familiar de los cascos. Sería el encargado de llevar a Arai a la fama mundial, a exportar el producto.

La marca empezó a exportar producto bajo las iniciales "HA", Hirotake Arai. Pero ya les avisaron de que aquello no tenía buen marketing ni vendería bien. Y ahí surgió la idea de Rio: pedirle a un estudiante que conocía un logo por 50 dólares. Como lo hizo bien, le pagó 100. Y aquel logo quedó inmaculado en la historia de Arai, hasta hoy. No ha cambiado ni una pizca.

Rio cuenta cómo se fijo en unos motociclistas que "habían quitado el logo de Arai y le habían puesto una pegatina de otra marca" porque decían que era "vergonzoso usarlo". Vergonzoso porque Arai no tenía el nivel de otras marcas, o eso creían. Por eso se fijó en la número 1 por entonces: la firma estadounidense Bell.

No solo se empeñó en mejorar la seguridad hasta crear el "casco más seguro del mundo", sino que la estrategia fue un paso más allá: ir a Estados Unidos, meterse en una carrera del AMA y publicitar el casco. Surtió efecto, pues un piloto se interesó en la marca y pidió usar el casco... Con tan mala suerte que se cayó en la Daytona.

Arai 3 2024

A riesgo de parecer desafortunado, el piloto se golpeó la cabeza contra el suelo, pero se levantó como si nada. Entonces sus declaraciones ante la prensa dieron la vuelta al mundo, diciendo que "no pasaba nada" y que el casco era muy seguro. "El problema hizo que la marca se extendiese rápidamente a los Estados Unidos", asegura Arai.

En toda esta película hubo otro momento clave: el secuestro de un avión en 1977. Lo que marcó el futuro de la marca fueron unas declaraciones del primer ministro japonés, el apodado "Señor Sentido Común". Dijo: "Una vida humana es más importante que la tierra". Arai dice que "esas palabras se me quedaron grabadas en la cabeza", y decidió "dedicar" su "vida" a "hacer cascos que protejan esas vidas como ningún otro".

Quizá por eso fabriquen todos sus casos a mano. En pleno 2024 cabría pensar en máquinas y procesos 100% automatizados, ¿o no? Pues no. Arai hace todo a mano. Obsesión por la seguridad sería la definición más clara. Para la calota exterior utilizan Super Fiber que se aplica a máquina sobre un molde y se mezcla con resina. El resto, a mano.

Cada operario hace como máximo 100 calotas al día, y se pasa un doble control de calidad. Si no cumplen con la densidad correcta, se distribuyen antes de pasar a una planta donde cumple con 10 pasos previos al pintado. En cualquier caso, hasta las gráficas se colocan a mano, así como el pulido... Todo.

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