Durante años, cuando una llave empieza a ir dura, la reacción es casi automática: un chorro de spray lubricante y listo. Mano de santo… Durante un tiempo. El problema es que, en motos, ese gesto tan común suele ser justo lo contrario de lo que conviene hacer.
Me explico: las cerraduras de una moto viven mal. Están a la intemperie, orientadas hacia arriba, expuestas a polvo, humedad y cambios de temperatura. Con el uso y el paso del tiempo, la llave empieza a entrar peor, gira con resistencia o directamente se atasca. Y ahí aparece el clásico bote multiusos tipo 5-56 o WD-40. Error; funciona, sí. Pero solo al principio.
Los lubricantes en aerosol mejoran al principio, pero empeoran después
El motivo es sencillo: la mayoría de estos sprays dejan una película aceitosa en el interior del bombín. Esa película atrapa polvo y suciedad, que acaban formando una pasta abrasiva dentro de la cerradura. El resultado, semanas después, es una llave que va incluso peor que antes. En cerraduras modernas, con mecanismos más complejos, el problema se acentúa todavía más.
De hecho, los propios fabricantes de lubricantes lo reconocen: el aceite dentro de una cerradura puede terminar perjudicando su funcionamiento a medio plazo. Por eso recomiendan productos específicos de tipo seco, que lubrican pero no dejan residuos pegajosos.
Hasta aquí, la teoría. Pero hay un truco viejo, muy viejo, que sigue funcionando y que no requiere sprays ni productos especiales: un lápiz. Sí, un lápiz de los de toda la vida.
La mina de los lápices no es plomo, sino grafito mezclado con arcilla. Y el grafito es un lubricante sólido excelente. No engrasa, no pega, no atrae polvo. Por eso, durante décadas, cerrajeros y talleres lo han usado como solución sencilla para cerraduras duras.
El procedimiento es tan simple como efectivo. Se frota la mina del lápiz directamente sobre la llave, hasta que quede una ligera capa grisácea. No hace falta apretar ni generar polvo en exceso. Luego se introduce la llave en la cerradura y se mueve varias veces, entrando y saliendo, girando con suavidad.
Si la cerradura está especialmente dura, se puede repetir la operación una o dos veces más. Incluso se puede pasar ligeramente la mina por la boca del bombín, con cuidado.
El mejor resultado se obtiene con lápices de mina blanda, tipo 2B o superior, que tienen mayor proporción de grafito. Un portaminas también sirve.
¿Es tan espectacular como un spray recién aplicado? No. La mejora es más progresiva y menos milagrosa. Pero tiene una ventaja clave: no empeora con el tiempo. No se vuelve pegajoso, no acumula suciedad y no convierte el interior del bombín en una trampa de polvo.
Eso sí, tiene una pequeña pega práctica: la llave se ensucia, y no poco. Así que, una vez comprobado que la cerradura ya va suave, conviene limpiar la llave antes de volver a guardarla en el bolsillo. Funciona igual para el contacto, el bloqueo de dirección o incluso el tapón del depósito.
Imágenes | YM
En Motorpasión Moto | La rajada de un expiloto de MotoGP contra Marc Márquez: "No tiene la magia de Rossi. Marc se ponía al lado y te tiraba"
Ver 0 comentarios