India lleva tiempo queriendo hacer lo que China ya ha logrado: dominar la producción de motos a escala global. Pero su estrategia no pasa por copiar. Ni por fabricar más barato.
Lo que están haciendo gigantes como Mahindra o TVS es otra cosa: recuperar marcas míticas europeas que estaban condenadas al olvido… Y convertirlas en iconos modernos. Otra vez. La última es precisamente Mahindra, esa conocida marca de coches, que ahora resucita BSA.
BSA es una de las marcas británicas de moto más conocidas y premium del mundo
Es el caso de BSA. Fundada en Birmingham en 1919, esta marca fue durante décadas sinónimo de ingeniería británica, estilo clásico y pasión por las dos ruedas. Luego vinieron los años oscuros. Las crisis. El cierre. Y durante años, el nombre BSA solo servía para vender nostalgia. Hasta que Mahindra (de origen indio, por si había quedado suficientemente claro) puso las cartas sobre la mesa.
El grupo indio adquirió la firma a través de Classic Legends, la misma estructura con la que ya ha reflotado Jawa y tiene acuerdos con otras marcas históricas. Y no lo hizo para exhibirla en un museo. BSA ha vuelto. Y lo ha hecho con modelos reales, modernos, y sorprendentemente bien posicionados en precio, como una nueva Scrambler 650 que ya se vende en Europa por poco más de 6.000 euros. La jugada de los precios absorbiendo marcas míticas no falla. Que se lo digan a China.
Lo más interesante de todo esto no es la moto en sí (un modelo de cilindrada media, con cierto aire retro y componentes solventes) sino el modelo de negocio detrás. India está exportando motos que apelan directamente a la emoción, al romanticismo británico, pero usando su músculo industrial para hacerlas viables. Lo mismo que Royal Enfield lleva años perfeccionando. Y lo mismo que Norton está a punto de replicar, ahora con motores desarrollados junto a BMW.
Frente al “made in China” que tanto está dando que hablar, la India propone una narrativa parecida, pero no igual: rescatar leyendas europeas de las motos, mantener su esencia, pero ponerlas al alcance del mundo. No es una operación de branding. Es un cambio de juego. Porque mientras algunas marcas italianas caen en manos de consorcios chinos que priorizan la producción sobre la identidad, los indios están apostando por el equilibrio: escala sin perder alma.
BSA es solo otro ejemplo de esta tendencia que ya no es una promesa, sino una realidad. Si alguien pensaba que los británicos estaban acabados, quizá no contaba con que los indios serían los encargados de escribir su segundo acto de vida.
Imágenes | BSA
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