El estrepitoso fracaso del Plan Moto-E: las motos no se achatarran

El estrepitoso fracaso del Plan Moto-E: las motos no se achatarran
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Hace aproximadamente un año, el Gobierno aprobó un plan de ayudas directas a la compra de motocicletas de carácter similar al que ya existía en la automoción. Las aportaciones del Gobierno están entre los 75 € y los 250 €, que con la aportación de los fabricantes o importadores quedan entre los 225 € y los 750 € para el usuario final. El plan está dotado con 9 millones de euros y está vigente hasta finales de este mes de junio de 2010 (aunque fabricantes e importadores han pedido una prórroga para no perder el dinero destinado en principio al mundo de la moto).

Los últimos datos disponibles mostraban el fracaso del plan: a un mes y medio de su finalización se habían realizado menos de 8.000 operaciones de ayuda que no han llegado al 15% del presupuesto disponible (menos de un millón y medio de euros). En resumen, a falta de un mes y medio para cerrar el plan, los datos indicaban que el 85% del presupuesto disponible no se había utilizado. ¿Cómo es posible que un plan de ayuda directa fracase de un modo tan estrepitoso?

Voy a intentar realizar unas cuantas reflexiones sobre los motivos que, bajo mi punto de vista, pienso que han provocado el fracaso del Plan Moto-E.

Primero, el mimetismo respecto al mundo del automóvil. Como las ayudas directas a la compra habían funcionado con los coches, se inventan un plan similar para las motos. Pero se olvidan que las motos no son coches: tienen una lógica diferente.

Segundo, el bajo importe de la aportación de la Administración en cada operación. Si tenemos en cuenta que las ayudas de los fabricantes se dan de modo similar en modo descuento a los clientes que utilicen el plan Moto-E, la única aportación real adicional del plan es la de la Administración Pública. Y ello representa 75 € en el caso de los ciclomotores, 175 € para las motos hasta 250cc y 250 € para las motos de más de 250cc. A ver, un descuento siempre es bienvenido, pero esos importes difícilmente impulsan decisiones de compra por sí mismos. La decisión de compra viene por otro lado.

Tercero, las motos de segunda mano conservan en general un valor superior a la aportación de la administración. Solamente hay que mirar las páginas de compra-venta de motos de segunda mano para ver que el valor de las motos usadas, incluso con muchos años, está claramente por encima de los valores que comentaba en el punto anterior. Por tanto, para el usuario es más rentable vender su moto usada que entregarla para hacer uso del plan.

Cuarto, las motos viejas no se achatarran. Nunca ha existido el hábito de achatarrar las motos viejas. Siempre hay una hermana, un primo, la amiga de un amigo,... alguien a quien pasarle la moto usada. Y si no, se queda en un rincón del garaje esperando que alguien la rescate. Es algo emocional: es nuestra moto. Echad un vistazo a los garajes y veréis la cantidad de motos en desuso que están en algún rincón en espera de una nueva vida.

En definitiva, no me extraña que haya fallado el plan Moto-E: se ha planteado como algo ajeno al mundo de la moto, sin intentar adaptarlo a la lógica de la motocicleta. La lástima es que para una vez que el Gobierno se decide a ayudar al mundo de la moto, la mayor parte del importe tiene grandes posibilidades de perderse.

En Moto22 | Plan Moto-E, la ayuda del gobierno al sector de la moto
Más información y foto | Página oficial del Plan Moto-E

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