Honda VFR 1200F, la prueba: viajar en primera clase

Honda VFR 1200F, la prueba: viajar en primera clase
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La postura en la Honda VFR 1200F es cómoda. Las sport-turismo siempre están al límite del compromiso: semimanillares que facilitan una conducción deportiva, al tiempo que la ergonomía general ha de ser suficientemente cómoda para permitir largos viajes. Y después de haberme pegado hoy mismo una tirada de 500 kilómetros por carreteras de curvas, puedo decir que parece que han conseguido ese equilibrio.

Al arrancar la moto el sonido es discreto. Se adivina un motor potente, pero no se oye demasiado al ralentí. Pero a cada leve movimiento del acelerador cambia el sonido y revela la caballería contenida que lleva dentro: 173 caballos no es ninguna tontería.

La VFR no es una moto ligera. Son bastantes más de 200 kilos. Pero no me ha parecido pesada. Lógicamente, los kilos se notan en parado, pero la estrechez que comentábamos ayer en la zona del piloto facilita llegar al suelo con los pies fácilmente y maniobrar con una cierta agilidad. No es una moto difícil de mover en parado. Pongo primera, la moto se mueve y los kilos desaparecen por arte de magia. Realmente, en ningún momento he tenido la sensación de llevar una moto pesada: gana la percepción de llevar una moto potente y ágil.

Honda VFR 1200F

Todos sabemos que la VFR no es una moto pensada para el uso urbano. Pero en muchos casos el uso urbano va incluido en el estilo de vida que llevamos. Es cierto que quien se compre una VFR podría tener también un scooter para la ciudad. Pero conozco a muchos moteros, entre los que me incluyo, que preferimos movernos por la ciudad y entorno metropolitano con nuestra moto habitual. Y sorprendentemente, la VFR en ciudad es una moto bastante ágil que me ha permitido moverme razonablemente bien. Durante diez días la he usado diariamente en Barcelona. Lo más incómodo que tiene en la ciudad es un radio de giro limitado (comparado con un scooter o una trail) y que se calienta bastante (¡hemos estado por encima de 30º!), por lo que el ventilador está funcionando casi todo el rato. Pero pasa la prueba urbana con una nota más alta de la que esperaba darle.

Honda VFR 1200F

Haciendo curvas con la Honda VFR 1200 F

En carretera la moto es un tiro. Tiene el clásico tacto de moto Honda, con suavidad en todos los mandos. Las marchas entran bien y todas las cosas están en el sitio que esperas que estén. Sorprende que la potencia es plenamente aprovechable en la parte baja y media del cuentarrevoluciones. Empuja con tanta fuerza en esa zona que no es fácil llegar a la zona alta del cuentavueltas, pero no hace ninguna falta exprimir el motor. El motor V4 es una delicia en todos los aspectos: la manera en que entrega la potencia, la elasticidad, la estirada que tiene… La moto es aplomada, nada nerviosa y como la postura es cómoda te puedes mover de lado a lado del asiento con rapidez, jugando con la carretera.

Lógicamente, no hay que olvidarse de la caballería que llevas en el puño del acelerador. Al roscar con la mano derecha la moto sale catapultada hacia delante. Los adelantamientos son instantáneos: cada coche alcanzado es coche rebasado con una gran seguridad en pocos metros.

¿Y el cardán? Existir, existe, por qué lo ves y está ahí, pero no se nota nada, nada, nada… Tiene reacciones similares a una cadena. Yo estoy acostumbrado al cardán de la GS1200 y lo de la VFR es otra galaxia. Honda ha hecho un trabajo intenso para mejorar el cardán y ha conseguido que funcione como nos tiene acostumbrados una cadena: no existen los típicos tirones ni ninguna sensación extraña. Un 10 en este tema.

Honda VFR 1200F

De hecho, la VFR hay que conducirla con cuidado en carretera. Se va muy rápido y la velocidad no se siente. Te acercas a las curvas muy rápidamente y hay que frenar con decisión. El equipo de frenado es muy potente y aunque he hecho tramos con un uso intensivo de los mismos incluso en bajada no ha habido ningún síntoma de fatiga o desfallecimiento. Los frenos son fabulosos.

Le he hecho un montón de kilómetros y un montón de curvas. Pensaba que no disfrutaría en las curvas como con una trail, pero me he divertido intensamente en carreteras viradas míticas con la VFR (estoy seguro algunas de las carreteras sonarán a algunos de la zona catalana: La Trona, Alpens-Les Lloses, Collada de Toses, Cladells, Coll de Rabell, El Brull,...).

De hecho, la 2ª y la 3ª son un buen ejemplo de lo que sería un cambio automático: hay tanto par, tanta potencia y tanta elasticidad que prácticamente no se ha de cambiar de marcha. Lo dicho, como una moto automática.
En autopista, la VFR es la reina es donde se puede aprovechar la capacidad de aceleración y las altas prestaciones. Hay que hacer un gran esfuerzo de contención y de paciencia para circular dentro de los límites legales. Pero la moto lo recompensa con comodidad y los kilómetros pasan sin demasiado esfuerzo pese a su carácter deportivo. La unidad de pruebas tenía una doble cúpula que ayudaba a derivar el aire. Se trata de una verdadera devora-kilómetros a buen ritmo.

Honda VFR 1200F

En fin, ya veis que he tenido sensaciones intensas sobre la VFR. Una moto que se hace querer. Mañana la he de devolver y me duele tener que hacerlo por qué ya se había hecho un hueco en mi garaje. Una auténtica VFR que no defrauda: ideal para quien guste de viajar en primera clase.

Mañana publicaré el último post de la prueba con las valoraciones finales y las características técnicas.

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