Le has visto toda la vida al volante. Primero en Top Gear, luego en The Grand Tour. Pero lo que también le mola a Richard Hammond son las motos, y no poco.
El mítico presentador por fin ha puesto todas sus motos juntas y el resultado es un plano general de décadas, géneros y cilindradas. No es atrezzo: las arranca, las usa y se le nota el vicio. Hammond es un motero de época, y es algo que pocos intuían,
De la Brough Superior a la Ducati 916: el garaje que revela al verdadero Hammond
Hammond confiesa que nunca había reunido todas sus motos en un mismo sitio. Lo hace ahora en una especie de salón-garaje-exposición y el cuadro es potente: máquinas que van desde preguerra hasta superbikes de los ‘90, clásicas británicas, italianas de póster y bóxer alemanes que siguen latiendo casi un siglo después. No hay moto que falte.
Bloque japonés, directo a la nostalgia. Una Kawasaki ZXR 750 de las que te pegaban a la luna del concesionario y aquella dos tiempos de culto, la Kawasaki KR1S, que bajo 7.000 vueltas parece dormida y luego te muerde. Al lado, dos Suzuki que son historia pura: la Katana ochentera que parecía el futuro y la GSX-R1100 que remató la guerra de la cilindrada. Suma una Yamaha FZR y la locura mecánica más sonora del lote, la Honda CBX de seis cilindros en línea, ese muro de motor que ocupa todo el cuadro al mirarla de frente.
Italia pone la piel de gallina con Ducati. Hammond guarda una 916 y, además, una 916 SPS ‘Fogarty’ de tirada corta: más fibra, más mala leche y ese embrague en seco que mete ruido hasta con la tapa cerrada. Diseño Tamburini, reglas reescritas y actitud de superbike de los 90 sin filtros electrónicos de por medio.
De vuelta a casa, las motos guiris del Reino Unido se reparten entre músculo y elegancia. Hay Norton cafetera, una OK Supreme que es arqueología viva y dos Triumph con pedigrí: una Bonneville y otra Trophy. Él mismo recuerda por qué la Trophy con un solo carburador era la preferida para convertir en desert sled: sencilla de mantener, dura como una mula. También se deja ver una Royal Enfield Interceptor con esa estética limpia que le queda tan bien al gemelo en paralelo.
El capítulo alemán viene con firma bóxer. Hammond enseña una BMW de 1929 que arranca a base de método y paciencia y demuestra por qué ese esquema mecánico ha sobrevivido tantas generaciones. También hay BMW modernas, incluida una RT que él llama su camión para subir y bajar a Londres: control de crucero, maletas y la eficiencia de un electrodoméstico bien hecho.
Otras joyas con etiqueta de leyenda: una Brough Superior SS80, la mítica apodada como el Rolls-Royce de las motos, de las que miraba y montaba Lawrence de Arabia, y, cruzando el charco, una Indian Big Chief de 1946 con todo al otro lado: gas en la mano izquierda, embrague al pie izquierdo y cambios en la derecha. Arranca, rueda y te obliga a resetear el cerebro si vienes de una moto moderna.
Entre medias, nombres que cuentan su propia biografía. Su primera moto, una humilde Honda SS50 de 49 cc que le devolvió al verano en el que tenía 16 años. Y la que usa hoy por puro gusto y sabor yanqui: una Indian FTR 1200 Carbon, estética de flat-track y un punto travieso que la aleja del tópico cruiser. En la lista también aparece una Indian FTR 1200 anterior que ya no está en su mejor momento, pero queda el recuerdo. Y sí, hay más: una Norton café racer, hondas varias, y ese rincón BMW antiguo-moderno que explica por qué el bóxer es religión.
Lo mejor es que ninguna está ahí para posar precisamente. Hammond toca, arranca y cuenta por qué cada unidad le importa. No presume de almacén, presume de historias, y encima las usa todas, dice el mítico Hammond.
Imágenes | Captura
En Motorpasión Moto | Hace 40 años BMW quiso romper el mercado con una deportiva muy rara. Fue un fracaso, pero esa moto ahora vale un pastizal
Ver 0 comentarios