Ducati Hypermotard 1100

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La semana pasada os había dejado caer que la última moto que probé en el Ducati Tour organizado en Gijón por Motos Jano fue la Ducati Hypermotard. Aunque en su momento, Héctor ya os trajo la prueba pertinente, voy a darle alguna vuelta de tuerca más.

Los que ya me conocéis, sabréis que mi debilidad es el supermotard. Por lo tanto, esta moto me viene como anillo al dedo. Me permite una postura erguida y relajada, con una caída natural de los brazos encima del manillar.

Visualmente, la moto me queda pequeña, o más bien diría enana. Sin embargo, por postura y costumbre, me permite moverme con absoluta naturalidad. Tanto esta como la KTM 990 SuperMoto son dos modelos que sólo podría definir de la siguiente forma: están fabricadas para ser el más malo de la carretera.

No creo que nunca comprase uno de estos modelos, y no porque no me encanten, sino porque los puntos del carnet me durarían un telediario. Y lo peor, los puntos de sutura empezarían a recorrer mi cuerpo. Más rápido, más tumbado, más, más... parece que es lo único que oigo en mis oídos.

En recorrido escogido, muy revirado, me permitió explotar las bondades en marchas cortas y bajas vueltas del bicilíndrico italiano. Como marca de la casa, las vibraciones abriendo el puño del gas con decisión a bajas vueltas aparecían de vez en cuando. Sin embargo, el motor retiene menos que por ejemplo el de la Monster 1100S, algo que me gusto mucho, pues te permite dejar correr la moto en la curva.

Frenos excelentes, perfectos para una moto de estas características. Sin embargo, el freno trasero no me acabó de convencer, debido a la postura de la palanca. De origen, está demasiado baja, como en una deportiva. Pero como la postura es más derecha, cuesta un poco encontrarla y actuar sobre ella con tacto.

La suspensión permite la transferencia de pesos lo justo antes de volverse relativamente dura. En apuradas de frenada estoy seguro que responde muy bien, tanto la delantera como la trasera.

Por último, la moto te permite estilos de conducción muy diferentes: erguido a lo inglés, deportivo descolgando o al estilo supermotard. Este último, en curvas cerradas te permite ampliar la confianza en la rueda delantera y la pierna no queda forzada en ningún momento.

Lástima la elección de integrar los espejos en los paramanos. La ídea me parece fenomenal, pero estéticamente y desde detrás, hace que la moto parezca excesivamente ancha. Aunque la zorra decía que las uvas estaban verdes, ¿no?

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