El aire se vuelve más nítido, los colores del entorno estallan en tonos fuego y tú y tu moto estáis deseando exprimir cada kilómetro antes de que llegue el invierno.
Sin embargo, es precisamente durante el otoño cuando aparecen trampas que pueden convertir un paseo idílico en un susto mayúsculo. Así que mucho ojo a la que es probablemente una de las peores épocas para salir a montar en moto.
¿Te gustan las hojas de otoño? Pues ojo con ellas
Imagina: es temprano por la mañana, haces la ruta al trabajo, el aire te cala, llevas el equipo calefactado conectado, estás cómodo… ¿Pero tus neumáticos? ¿Y la carretera? No lo sabes con seguridad. Y entonces, en una curva, adviertes hojas secas en el asfalto. No parece gran cosa, ¿verdad?
Pero, en realidad, bajo esa manta aparentemente inocente puede esconderse humedad o incluso una capa de escarcha, y la moto se va al suelo sin apenas darte cuenta.
Este tipo de episodio no es anecdótico. En otoño se combinan factores (hojas mojadas, menos luz, temperaturas bajando) que aumentan la exigencia técnica y mental del piloto. Por eso, vale la pena revisar con detalle las señales de alerta y adaptar nuestra conducción antes de que aparezcan las sorpresas.
Las hojas en el asfalto pueden parecer decorativas, pero bajo ellas pueden ocultarse baches, piedras o una fina capa de agua. Las temperaturas más bajas hacen que las ruedas tarden más en calentarse y se reduzca la adherencia. La luz del día dura menos, lo que provoca más zonas oscuras o deslumbramientos. Y, en las primeras horas, la humedad o la escarcha pueden convertir cualquier curva en una pista de hielo.
También hay más sombras, más tráfico al caer la tarde y, en zonas de bosque, más fauna que cruza la calzada. Todo eso complica la ecuación y exige rodar con más cabeza.
La clave está en adaptarse. Revisar bien la moto, asegurarse de que los neumáticos están en buen estado y con la presión adecuada. Comprobar las luces, el freno, los intermitentes y todos los fluidos. Usar equipamiento completo y visible: guantes, botas, chaqueta térmica y elementos reflectantes. Y, sobre todo, evitar la prisa.
Conviene reducir la velocidad en zonas con hojas, humedad o sombras. Evitar frenar o girar bruscamente, aumentar la distancia de seguridad y anticipar obstáculos. Si madrugas, recuerda que la carretera puede seguir fría o helada; si conduces al atardecer, cuidado con el sol bajo.
El otoño puede ser la estación más bonita para rodar, pero también una de las más traicioneras. Haz una autoevaluación honesta antes de salir: neumáticos listos, ropa adecuada, ruta elegida y visibilidad asegurada. Si todo está en orden, disfruta de cada kilómetro. Si no, espera un poco más. Porque, en moto, disfrutar del paisaje solo tiene sentido cuando también puedes volver a casa para contarlo.
Imágenes | Yamaha, Triumph
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