Las Ducati son motos de culto. Su público es exquisito, y cuanto más retroceden en el tiempo, más se revalorizan. No hay más que ver la Desmosedici RR de 2008 que se vendía hace unas pocas semanas por un precio desorbitado.
Como el buen vino, las motos clásicas maduran y mejoran con el paso de los años. Para ello hace falta que tenga un buen mantenimiento. Eso o que venga alguien y convierta a una Ducati 748 SPS hecha chatarra en una joya de museo. Aquí la prueba de que con mimo, el patito feo abandonado puede convertirse en un cisne (amarillo en este caso).
Verla rodar por las carreteras de nuevo es un auténtico ASMR
La restauración de hoy es una auténtica joya. La protagonista no es otra que una Ducati 748 SPS que, por algún motivo que se desconoce y aunque parezca incomprensible, su dueño abandonó hace mucho tiempo y dejó pudriéndose en un granero. Con un poco de mimo (atención, spoiler) vuelve a la carretera para ser la belleza italiana que era.
Ducati produjo muchas versiones de la mítica 748. La primera de todas fue la Biposto de 1994, luego las SP entre el 1995 y 1996, y finalmente la SPS entre el 1996 y el 1999. Ocho años de furor italiano para conquistar las Supersport de la época. Si bien su confort en marcha era mínimo (aunque era monoplaza)... La moto era una auténtica belleza.
Pues van los chicos de RRC Restoration y se ponen manos a la obra. Convertir un amasijo de hierros hasta sin carenado en una preciosa SPS (Sport Production Special) es un trabajo encomiable. Lo bueno es que mantiene los componentes principales, y de mecánica necesitará unos cuantos ajustes, pero sigue funcionando.
Esta versión más radical que la SP equipaba el popular motor de dos cilindros en L y 748 cc que daba unas cifras de 98 CV a 11.000 rpm y era capaz de tocar los 250 km/h sobre el velocímetro. La parte ciclo era también un juguete: suspensiones Showa, frenada Brembo, y todo para un peso declarado de 198 kg.
Coge sitio y palomitas, porque es una hora de restauración, pero es auténtico placer:
La restauración es completa. No hay un solo detalle que se le escape al youtuber hasta convertir a la moto en una pieza de museo: reconstrucción completa de la horquilla, pinzas de freno, revisión de embrague, tensión de las correas de distribución... Mecánicamente la deja impoluta.
En el aspecto físico luce como recién sacada de fábrica, y eso que se caía a cachos. Manteniendo el color amarillo original, restaura y pule cada pieza con exactitud: desde los escapes, pasando por un nuevo colín y hasta pule el chasis para que vuelva a relucir. Al final queda con una combinación de amarillo y llantas (Marchesini) y chasis dorado que la convierte en ecléctica.