Irán podría estar a punto de vivir un pequeño gran cambio: permitir que las mujeres conduzcan motos. Hasta ahora, la norma ha sido clara y contundente: ellas pueden manejar un coche, pero en moto solo como pasajeras.
La posibilidad de ver a mujeres al manillar se ha convertido en un tema que, después de décadas de prohibición, empieza a abrirse paso en el debate político.
Las mujeres podrían volver a llevar una moto en Irán
Según ha informado Al-Monitor, medio especializado en Oriente Medio, el Parlamento iraní está estudiando un proyecto que levantaría la restricción. Kazem Delkhosh, alto cargo de la oficina presidencial para asuntos parlamentarios, ha señalado a la prensa local que "en caso de un accidente de tráfico con mujeres conduciendo motocicletas, los daños a otros vehículos o peatones no están cubiertos por el seguro".
Esa laguna legal deja expuestas a las motorista y también al resto de usuarios de la vía, lo que ha servido como argumento para replantear la normativa.
Hoy por hoy, solo los hombres pueden obtener un permiso de moto en Irán. Esa exclusión crea un vacío legal que choca con la realidad: hay mujeres que ya circulan sobre dos ruedas, aunque lo hagan de manera informal y sin cobertura legal.
El contraste es llamativo: se les permite conducir coches de forma plena, pero no pilotar una motocicleta, un vehículo que en ciudades saturadas de tráfico podría ser incluso más práctico.
La idea de un cambio no es nueva. En enero de 2024, la vicepresidenta para Asuntos de la Mujer, Ensieh Khazali, aseguró que se trabajaba en dar licencias de moto a las mujeres, lo que habría supuesto un giro de 180 grados. Sin embargo, pocos meses después, el entonces ministro del Interior, Ahmad Vahidi, zanjó el asunto asegurando que ni siquiera estaba en la agenda del Gobierno. Un ejemplo más de la montaña rusa que supone cualquier avance en materia de derechos para las iraníes.
La moto, en este contexto, se convierte en un símbolo. Hablar de licencias de conducción puede parecer un detalle menor, pero en un país donde las mujeres siguen enfrentándose a normas de tutela masculina, a restricciones en divorcios, custodia de hijos o herencias, y a la obligatoriedad del velo, acceder a una motocicleta significa algo más que un simple medio de transporte. Es la posibilidad de moverse por sí mismas, de elegir rutas y horarios, de ganar autonomía en un espacio donde la libertad individual ha sido históricamente limitada.
Queda por ver si esta vez el debate llega a puerto o se queda, otra vez, en una promesa diluida. Porque en Irán, que una mujer pueda arrancar una moto y salir a la carretera no es solo cuestión de tráfico o seguros: es una cuestión de derechos. Y cada kilómetro recorrido podría ser también un acto de emancipación.
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