El sueño motero está en Japón. Alguien ha puesto a la venta casi 200.000 motos japonesas a precio de risa

En BDS se subastan 4.000 motos... A la semana, casi 200.000 en todo un año, y es el paraíso motero japonés que todos querrían conocer

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John Fernández

Si te gustan las motos, imagina esto: miles de ellas alineadas como en un museo al aire libre, pujas que duran segundos y un sistema que lo controla todo con precisión quirúrgica.

Bienvenido a BDS, la mayor casa de subastas de motos de Japón: un ecosistema donde cambian de manos unas 4.000 motos… Cada semana. Es el paraíso motero ‘japo’ por excelencia. Porque claro, Japón y motos siempre van de la mano.

Qué es BDS y por qué todos hablan de este lugar

BDS no es solo un martillo y un catálogo. Técnicamente es una plataforma mayorista para profesionales (con tres sedes: Kanto, Kansai y Kyushu) que mueve desde utilitarias impecables hasta rarezas de colección, además de repuestos y equipamiento. Su escala es difícil de asimilar: llegan a superar las 180.000 motos al año, con una red de miles de concesionarios y talleres conectados. Repetimos: 180.000 motos al año.

De la foto al martillo en menos de un minuto. Cada moto pasa por un circuito estandarizado: sesión de fotos, revisión minuciosa y una calificación propia del 1 al 10 que refleja el estado general (motor, parte ciclo, estética, óxidos, fugas…). Hay opción de vídeo 360º para ampliar hasta el último tornillo, de modo que el comprador ve lo mismo desde su mesa que si estuviera allí. La subasta, cuando llega, es fulminante: 30–40 segundos por moto, clicks que valen 2.000 o 5.000 yenes según sala y tres lotes pujando a la vez. Velocidad y transparencia.

BDS separa 'premium' (motos expuestas al inicio para lograr el mejor precio) del resto del stock semanal, y también organiza una subasta específica de siniestradas y no operativas enfocada a piezas y proyectos. Entre medias, caben restauraciones en taller propio y un almacén de recambios que también se subasta. Es un mercado circular completo: compras, vendes, reparas y vuelves a poner en juego.

Que nadie se lleve a engaño: es un negocio para profesionales, con cuota de membresía y servicios pensados para que el día sea productivo. Pero aquí el “paraíso japo” es literal: restaurantes en el recinto, zonas de descanso, incluso spa y masajes para quienes se pasan horas pujando o revisando motos. El objetivo es que el concesionario trabaje mejor y más rápido.

El músculo de BDS está en su software de puja y en su control de latencia: lo que pulsas se registra casi al instante para evitar errores caros. Y para que el mercado de segunda mano funcione, hay que formar técnicos: su propia escuela certifica mecánicos con cursos prácticos enfocados a motor y mantenimiento, alimentando a la vez la cadena de valor que hace posible que tantas motos cambien de manos cada semana. Es como un submundo motero dentro de un mundo.

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¿Y si yo quiero comprar? Es la pregunta obvia cuando hablamos de este paraíso japo. Como ocurre en las subastas mayoristas japonesas, BDS es para miembros del sector. Si eres particular fuera de Japón, la vía habitual es un intermediario autorizado que puja por ti y gestiona transporte y aduanas. Varias empresas trabajan a diario con este sistema y ofrecen ese servicio puerta a puerta.

La idea de "paraíso japo" cobra sentido cuando ves la mezcla de orden, volumen y mimo por el detalle. En BDS todo está pensado para que el estado de una moto no sea un misterio y el proceso sea ágil y justo. Es el tipo de sitio donde una Ducati histórica puede batir récords de puja… Y, a dos pasillos, una 125 con años encima encuentra dueño en 35 segundos. Japón en estado puro.

Imágenes | Japan Motor, YouTube

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