He probado el accesorio revolucionario más barato y simple de la historia de la moto para rodar en invierno… Y no sé cómo he podido vivir sin él por 26 euros

El accesorio más simple y barato del invierno: unas láminas calefactables que te permiten volver a disfrutar de la moto

Grip
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John Fernández

Rodar en invierno siempre me ha parecido un ejercicio de fe. No por la moto, sino por mis manos. Son, con diferencia, la parte del cuerpo que peor lo pasa cuando la temperatura cae por debajo de los diez grados. Da igual los guantes, las capas o el truco de mover los dedos cada dos minutos; al final acabas sintiendo ese hormigueo sordo que te recuerda que quizá hoy deberías estar en casa con una manta. Y aun así sales.

El problema es que el cuerpo aguanta, pero las manos no. Hasta que un día, casi por aburrimiento, pedí en Amazon el invento más poco glamuroso del mundo: unos puños calefactables universales de 26,99 euros.

Y valen menos de 30 euros

No nos engañemos; desde fuera parece una chapuza: van pegados al manillar y se conectan directo a la batería. Uno de esos accesorios que, cuando lo ves, piensas: "venga ya". Hasta que se lo vi a un colega de rutas... Me subí a su moto, lo probé y... Ya no hubo vuelta atrás. Y os lo vengo a recomendar porque muchos no lo conocían, o como yo, pensaban que no era para tanto.

Spoiler: funciona. Y vaya si funciona.

Son unas láminas calefactables envueltas en material tipo kevlar, con tres niveles de temperatura: verde (lo justito), azul (cómodo) y rojo (calentador industrial). Se instalan en diez minutos si eres un poco mañoso, y en quince si no. El sistema es tan simple que roza lo absurdo: dos cables (positivo y negativo), un mini-switch que parpadea como un LED de feria y cinco bridas. Ya está. Nada más. No hay centralitas, no hay complicaciones...

Invento 1

La primera vez que los probé fue una mañana de seis grados de ruta. Salí con esa sensación clásica de "a ver cuánto tardo en perder los dedos", pero a los dos minutos ya estaba sorprendentemente cómodo. Con el modo azul, las manos se mantenían en ese punto donde no pasan frío pero tampoco sudan. Y lo más curioso: al ir calentando el manillar desde dentro, el guante deja de ser un muro helado y pasa a ser un aislante real.

En una salida más larga, probé el modo rojo y tuve que bajarlo al cabo de diez minutos. No pensé que eso pasaría nunca. Es un lujo barato de esos.

Puños calefactables para motocicleta y bicicleta Overgrips - Empuñadura con control de temperatura inteligente de tres niveles 12V, universal, 1 par

La mayor sorpresa, sin embargo, es que no necesitas tener una moto moderna ni complicarte con kits de 80 o 100 euros. Estos puños valen para cualquier 12V, desde una naked de hace veinte años hasta un scooter que ya venía sufriendo las mañanas frías. Se adaptan, no ocupan, no pesan y, si un día se rompen, compras otro par por el precio de dos desayunos.

Puedes salir más. Puedes disfrutar más. Puedes alargar rutas que antes recortabas por puro dolor. Y puedes, sobre todo, no pensar en tus manos cada cinco minutos. La moto vuelve a ser la protagonista, no el clima. No creo que exista un accesorio más simple y más decisivo para el invierno.

Imágenes | Amazon, Suzuki

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