KTM 1290 Super Duke R, removiendo conciencias en carretera abierta y más allá
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KTM 1290 Super Duke R, removiendo conciencias en carretera abierta y más allá

En un mercado de motos donde poco o nada nos sorprende ya, ni siquiera los atrevidos prototipos que nunca llegan a nada, la KTM 1290 Super Duke R es como un puñetazo en la boca del estómago a todas esas marcas que ya lo tienen todo hecho y no arriesgan más de la cuenta para no perder ventas y siguen una línea continuísta que no les aparte de su imagen de marca.

Como si fuera un globo de agua que estalla a cámara lenta, poco a poco KTM va sacando de la manga modelos que llegan a nichos muy distintos y que antes no ocupaban, y al final terminan mojando todo a su paso. Cierto es que la Super Duke ya existió, pero la brecha entre aquel modelo y la nueva Super Duke R es como intentar saltar el Cañón del Colorado en triciclo.

Despertamos a la KTM 1290 Super Duke R, ¡ruge bestia!

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Lo primero que hice al descargarla de la furgoneta, antes siquiera de poner una mano sobre la KTM 1290 Super Duke R y sus agresivas formas, fue no resistirme a la tentación de coger la llave y meterla en el contacto. Sin prestar mucha atención a lo que pasaba en el cuadro de mandos (algo para lo que ya habrá tiempo) lo que quería era escuchar el gutural sonido del motor LC8.

El gran bicilíndrico se pone en funcionamiento con decisión y, aunque el escape de serie es muy restrictivo para cumplir con la normativa de emisiones, emite un sonido poderoso e intenso. Con la peculiar cadencia de los motores en uve de ángulo cerrado su ronroneo es como el de una fiera agazapada descansando en su guarida.

Pero un par de giros del acelerador en vacío convierten esa "apacible" melodía en un imponente bramido que nace en lo profundo de sus entrañas y se mete en las tuyas estremeciéndote, al tiempo que notas su descarada voluntad al retorcerse sobre el caballete lateral.

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Si fuera mía estoy convencido de que sería incapaz de evitar la tentación de liberar el desgarrador sonido de escape que oculta el sistema de serie

Mientras me cambio no puedo dejar de echar miradas tímidas hacia su amenazadora estampa repleta de ángulos y vértices en su escueta carrocería. Es admirable cómo es simple y compleja al mismo tiempo, y cómo han conseguido que un cúmulo de líneas no desentone en absoluto con el resto de la moto y su mecánica expuesta, sino que además se ensalzan una a otra.

Pero vale ya, ahora sí, por fin es el turno de montarse sobre la grupa de la Super Duke R, un momento que venía deseando desde hace mucho y por el que, aunque lo tuviéramos complicado, no hemos dejado de pelear en ningún momento hasta conseguirlo. El pulso se me acelera y los niveles de adrenalina se disparan al sentir cómo se extienden por todo el cuerpo los latidos del motor de 1.301 centímetros cúbicos.

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En el asiento quedas encajonado por detrás de un depósito muy alto sobre el que te puedes apoyar. Al mismo tiempo el centro de la moto es muy estrecho y no sientes estar subido en una vaca, es peculiar, como toda ella, pero una vez te acostumbras y entiendes lo que quiere sólo debes dejarte ir. Te está acogiendo en ella, no sobre ella. El asiento del pasajero queda un poco cerca, pero mañana entenderemos rápidamente su utilidad.

Apretamos el suave embrague de accionamiento hidráulico y metemos primera. Un corto y preciso movimiento es suficiente para que la KTM quiera empezar a moverse. Aceleramos con suavidad al tiempo que soltamos la maneta y desde el primer momento notamos que hay mucha fuerza encerrada dentro de esos dos cilindros. Es como hasta estando detenida cada detonación estuviera diciendo "¡ola ke ase! aquí hay dentro una burrada de par motor y hay que darle salida, quieras o no..."

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Entre el tráfico urbano nos movemos con mucha soltura gracias a la posición dominante que ofrece el ancho manillar y a lo compacta que es. Además al ir muy echados sobre la rueda delantera tenemos un control absoluto para ir culebreando entre callejuelas y sorteando los coches que se van deteniendo para colocarnos los primeros en cada semáforo. De momento mantenemos la compostura.

Confieso que los numerosos e irritantes semáforos esta vez hasta me hacían ilusión. Pararse en cada cruce y ver cómo la gente es incapaz de no girar el cuello es una sensación que me encanta. La KTM 1290 Super Duke R no es para nada una moto discreta, es llamativa incluso con la decoración en negro y su sonido es como un canto de sirena para las orejas de los muchos curiosos que no pueden evitar echar una mirada.

Por suerte, me llevé una sorpresa al ver que el calor que emana de un motor tan grande, con tanta potencia y tan apretado no es para nada excesivo. Bastante comedido, me esperaba que fuera una de esas motos sobre las que crees estas cabalgando sobre uno de los corceles del apocalipsis en llamas.

La KTM 1290 Super Duke R calienta los ánimos

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Van pasando algunos kilómetros, el espacio se va abriendo, la ciudad ha quedado atrás y ya empiezo a ser incapaz de dejarme cautivar por las demencias que me propone la KTM. Escapándonos de la ciudad nos toca empezar a sortear rotondas, otro obstáculo por el que cada vez que pasamos nos produce una sonrisa al abrir gas sin compasión y notar cómo la rueda trasera se desliza de forma controlada.

"¡Uf, espere Duquesa! Mejor relajarse un poco, es demasiado pronto. Acabamos de conocernos, y ya me está llevando por el mal camino."

La puesta a punto del conjunto es muy equilibrada y roza la perfección, es muy precisa pero admite de buen grado un uso cotidiano

Las aptitudes dinámicas de la moto austríaca sorprenden a cada momento. Recuerdo de la prueba de la gama Michelín Power Evo que la KTM RC8 R era una moto tosca y dura, pero el trabajo de puesta a punto de esta Super Duke R es sublime. Es dulce pero contundente al mismo tiempo, en ningún momento notas que sea una de esas motos en las que sobras y que te intentan descabalgar por no ser merecedor del asiento que ocupas.

Todo lo contrario. Cuanto más juegas, más te das cuenta de que es una moto que va a obedecer tus órdenes y te va a acompañar por el camino que elijas. Pero en absoluto es una moto sosa o aburrida, tiene el punto gamberro exacto que te permite disfrutar como pocas veces has hecho. Especialmente cuando has llegado al tramo predilecto de montaña.

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Los tramos revirados de curvas desaparecen mucho antes de lo que esperas, no sólo por la contundencia que roza lo absurdo con la que empuja el propulsor, sino también por que el chasis está muy bien puesto a punto, pesa muy poco y el centro de gravedad está muy bien estudiado. Esto unido al buen hacer tanto de las suspensiones como de los frenos da como resultado un estado de felicidad inusitado dentro del casco del piloto.

La ergonomía de la KTM 1290 Super Duke R te mantiene encajonado dentro del conjunto aunque con total libertad de movimientos

Pero hay que tener cuidado porque es un arma de doble filo. Mientras disfrutas como un enano a sus mandos es fácil, muy fácil, olvidarse que estás en carretera abierta. No te das cuenta de lo rápido que vas. Lo hace todo muy sencillo porque no hay inercias, es capaz de girar y detenerse en un palmo, se siente mucho más ligera de lo que esperaríamos de un conjunto propulsado por un motor que pasa de largo el litro de cilindrada.

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Aunque también hay alguna pega que poner. No hay protección aerodinámica, obvio, ¿pero a quién le importa eso ahora? Para carretera los desarrollos son un poco largos, especialmente la sexta velocidad. Quizá les sobre potencia y par motor o quizá sea porque la han desarrollado pensando en las carreteras alemanas sin límite de velocidad, pero para meter la última marcha y buscar el rango de revoluciones en el que ir a punta de gas de forma cómoda estaremos superando por mucho los límites de velocidad de nuestro país.

Así que el resultado ha sido que durante la prueba la sexta no la he usado prácticamente nada. Ni siquiera en circuito. ¿La recomendación? un desarrollo final más corto, pero claro, si de primera a quinta ya vamos sobrados de aceleración, con un desarrollo más corto esto puede ser la fiesta de los caballitos.

Uhm... interesante...

¡Basta! ¡Te odio, Super Duke R!

Mejor vámonos a otro lugar donde no peligren mis puntos del carnet.

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