Yamaha MT-03, prueba (conducción en ciudad y carretera)

Yamaha MT-03, prueba (conducción en ciudad y carretera)
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Equipación en su sitio, llaves en la mano... es hora de hacernos unas risas sobre la Yamaha MT-03. No necesitamos que nadie nos diga cómo vaa comportarse porque su estética es toda una declaración de intenciones. Sabemos que nos vamos a divertir y que nos van a mirar raro porque en medio de los pueblos salmantinos y lejos de las carreteras principales, cuando vean aparecer cruzando (y cruzado) por las calles alguien de 1,90 sobre una moto relativamente pequeña y con pintas de astronauta, tenemos bastante claro lo que van a pensar.

Este muchacho no es de aquí, se ha perdido pero que a mí no me pregunte...

Y la verdad es que no iba a ser una tarea fácil hacer un análisis de esta moto conociendo poco o casi nada las rutas de los alrededores. Pero sabíamos que a unos 15 km había dos o tres curvas, que pueden ser veinte o treiya si subes y bajas, subes y bajas, subes y bajas....

Yamaha MT-03, pero antes toca un poco de circulación urbana

Yamaha MT-03

Aunque con la Yamaha MT-03 no podemos decir que me he metido a circular por el medio de una gran ciudad, sí que hemos podido ver su comportamiento a velocidades bajas. Pero antes tocaba arrancar la moto, que con tanto hablar todavía no lo hemos hecho y a las cinco de la tarde el termómetro marca 35 grados, y necesitamos aire fresco.

Chequeo completo y pulsamos el arranque. Inmediatamente un sonido poderoso retumba en los escapes y en nuestro culo. Tiene un sonido precioso, de gran monocilíndrico como es escondido entre nuestras piernas esperando que le demos caña. Y no lo vamos a demorar mucho.

Primeros metros y notamos que el manillar no es que sea ancho, es que es anchísimo. Exceptuando motos de cross, enduro o supermotard, no recuerdo haber llevado una moto con tanta distancia entre un puño y otro. Esto hace que inmediatamente tu cuerpo de adelante en busca de una postura muy supermotard, algo que ya notamos en sus hermanas la MT-07 y la MT-09.

Primera y un hilo de gas porque a pesar del empuje, no es una moto que le guste rodar a bajas vueltas y si no abres un poco el acelerador lo más probable es que se te cale. Poco a poco avanzamos y rápidamente la Yamaha MT-03 nos pide segunda velocidad. El cambio entra muy suave y de forma muy precisa y empezamos a jugar con el tacto del motor, viendo cuál es su régimen de giro óptimo en ciudad.

Yamaha MT-03

Lo encontramos rápidamente: de 3.000 vueltas para abajo toca visitar al dentista porque las vibraciones harán que se nos caigan los empastes a no ser que abramos el gas como si de un cartucho de dinamita estuviéramos manejando. Si somos bruscos y alguno ha llevado un bicilíndrico gordo o ha visto arrancar una Ducati Monster delante de él, verá que el portamatrículas se agarra con todo lo que tiene para no caerse debido a las vibraciones.

Aquí es igual, como un caballo percherón dando coces. Pero cuando le coges el truco ya no hay problema y se maneja muy bien a baja velocidad, pasando entre los coches o serpenteando de un lado al otro entre el tráfico. El doble disco de freno delantero frena a la perfección y aunque la horquilla está un poco blando en los primeros centímetros de recorrido, luego aguanta perfectamente los envites y el peso.

La Yamaha MT-03 es una moto para ir en tercera o cuarta a ritmo relajado (cuenta con cinco marchas en total)y si necesitamos un poco más, bajar a segunda y asustar a algún T-MAX que lo hemos pillado a variador cambiado.

Yamaha MT-03, dame una ración de curvas ratoneras

Yamaha MT-03

Salimos a carretera y empalmamos marchas, una tras otra hasta quinta. ¿A ver sexta? No, no hay. ¿Seguro? Bueno vale, no insisto. Y de repente tienes que cortar porque te encuentras rozando los 120 km/h en una carretera señalada perfectamente a 90 km/h. Y hoy no es un día para dejar puntos por la carretera que están caros.

Esto es lo primero que me llamó la atención de la Yamaha MT-03, y es la facilidad con la que vas rápido en carretera sin apreciar la velocidad. Pensaba que con cinco marchas, un sonido poderos, siendo naked, con los brazos abiertos que hacen tu pecho lo más parecido a una vela mayor, y una velocidad punta declarada superior por poco a los 160 km/h, iba a dar la impresión de que ibas más al límite. Pero no.

Y además es que es monomarcha, quinta para todo a no ser que sea un garrote de esos que a la entrada estás viendo la salida paralelo a ti. Con mirar de reojo el cuentavueltas y no dejarlo bajar de tres mil, abrimos y salimos como un rayo hasta las 6.500 o 7.000 donde nos pedirá otra... o si vamos en quinta nos pedirá que nos relajemos.

Así llegamos al tramo de curvas (plural porque son tres). Unas eses en bajada que podríamos asemejar a las de Donington Park (por echarle imaginación que no sea).Y a falta de un avión de la segunda guerra mundial a la derecha contamos con una antena pintada en rojo y blanco como en un aeropuerto aeródromo.

Yamaha MT-03

Primer vuelo rasante de reconocimiento, media vuelta para arriba y ahora sí, para abajo a buscarle las cosquillas. Gas a fondo hasta engranar quinta, soltamos gas aprovechando la retención y nos tiramos a la primera de las tres, que lo hace con sólo mirar para la curva porque con esos remos, el contramanillar es cosa de niños.

Cambio de dirección raudo, la moto se siente muy ligera. Ya decíamos que estaba todo tan concentrado que no nos iba a dar la impresión de pesar cerca de 200 kilos, y encima no los tiene. Y completamos la tercera curva.

Vuelta ahora para arriba para probar cómo recupera el motor a la salida de la curva. De nuevo las trazamos endiabladamente con una precisión milimétrica. Y es que no hay que confundir la agilidad con el nerviosismo y la Yamaha MT-03 no es para nada nerviosa en curva ni de tren delantero a alta velocidad.

En la siguiente pasada ya estamos dejando parte de las deslizaderas en el suelo casi sin buscarlo, y ahora la hemos hecho en cuarta acelerando a la salida y dejando una bonita huella negra en el asfalto. Sí, con 48 cv aunque el calor también influye lo suyo. Pero ya se sabe, si llevas las deslizaderas gastadas, dejas marcas negras en el asfalto y tienes cara de malote, la impresión que haces por la carretera en una Yamaha MT-03 es cuanto menos curiosa.

Dejamos la zona atrás y buscamos completar la vuelta buscando un pequeño tramo de autopista. Vemos la señal tarde y nos tiramos al freno trasero y al delantero como un tiburón para ver si conseguimos tomar el cruce sin saltarnos la isleta. Dos marchas abajo y mucho mordiente delante, así como una trasera a la que puedes mover a voluntad a un lado y a otro. Vamos, lo que decía al principio, que nos estamos echando unas risas muy grandes.

Pero, ¿por qué no habíamos probado esta moto antes?

Continuará....

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