John Fernández
La escena parece sacada de un vídeo de freestyle improvisado: una moto de campo, una calle tranquila y un salto que lanza al piloto a unos 15 metros en el aire, cruzando una carretera y cayendo dentro de un barrio residencial.
Ocurrió en octubre en Estados Unidos, pero las consecuencias han llegado mucho más lejos de lo que nadie imaginaba.
El salto viral que acabó en arresto y con la moto incautada
El protagonista es Sam Campbell, un chaval de 18 años que lleva montando en moto desde que tenía tres. No es un aficionado cualquiera. Compite desde hace años y su propio padre lo define sin rodeos: "Es un piloto muy logrado, corre a nivel nacional en categoría A". El problema es que aquel salto, grabado por terceros y difundido sin su consentimiento, acabó volviéndose viral semanas después, acumulando millones de visualizaciones.
Ni Sam ni su familia subieron el vídeo. Según explica su padre, pidieron que se retirara poco después de que apareciera por primera vez, pero el contenido reapareció un mes más tarde y ahí explotó. Lo que empezó como una locura puntual terminó con la policía actuando.
El joven fue arrestado, acusado de conducción temeraria, pasó la noche en el calabozo y su moto fue incautada como prueba. "Lo esposaron, lo metieron en un coche patrulla y en el centro de detención le pusieron grilletes en las piernas… Por un salto", relata/denuncia su padre, todavía incrédulo.
Nick Campbell no justifica lo que hizo su hijo, pero sí cuestiona el castigo: "No es un criminal. No está robando, no está destrozando casas, no vende drogas. Es un piloto que cometió un error". El miedo ahora va más allá de la sanción inmediata: Sam está estudiando para ser ingeniero nuclear y su familia teme que este episodio tenga consecuencias serias para su futuro académico y profesional.
Desde la policía local recuerdan que no es un caso aislado. Otro motorista realizó el mismo salto semanas antes y también fue detenido y acusado de conducción temeraria. En un comunicado, el departamento insiste en "los peligros de una conducción insegura, especialmente en barrios residenciales y en la vía pública".
Mientras tanto, Sam no ha vuelto a subirse a una moto desde su detención. Su dirt bike sigue en manos de la policía y nadie sabe cuándo se la devolverán. Su padre intenta rebajar la tensión y busca una salida negociada: "No estamos aquí para atacar a la policía. Solo queremos un final razonable. Que se calmen las cosas y encontrar una solución con la que todos puedan estar bien. Puedo asegurar que no volverá a hacerlo".
La justicia de redes sociales trata de darle epicidad al asunto, alucinando con el salto del chaval y defendiéndole en la mayoría de comentarios... Pero eso no deja de ser una actitud ilegal.
Imágenes | Captura
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