Mientras en Asia llevan años haciéndolo sin apenas colas ni enchufes, Europa empieza a descubrir el secreto de por qué allí las motos eléctricas funcionan de verdad, especialmente en las grandes ciudades.
El truco no está en la autonomía ni en la potencia, sino en el sistema de intercambio de baterías: llegar, sacar la tuya, poner otra cargada y seguir rodando. Un proceso de apenas 30 segundos que ya es el pan de cada día en países como Taiwán o Japón.
El modelo asiático de baterías intercambiables llega a Europa de la mano de Silence
La empresa española Silence, parte del grupo ACCIONA, acaba de dar el primer paso para replicar ese modelo en Europa con la inauguración de catorce estaciones de intercambio en París y su área metropolitana. A partir de ahora, los usuarios podrán sustituir su batería descargada por otra llena en menos tiempo del que se tarda en abrocharse el casco. Aunque en España también existen (Silence fue la pionera), falta que se multipliquen como panes.
El sistema no es nuevo, pero sí revolucionario en cierto modo para el mercado europeo. En Asia, compañías como Gogoro o Gachaco llevan años operando miles de puntos de intercambio que permiten a los usuarios moverse sin preocuparse por la carga. En Taiwán, por ejemplo, hay más de 2.500 estaciones activas, y las baterías son compatibles entre las principales marcas del país (Honda, Yamaha, Suzuki y Kawasaki) gracias a un estándar común. Eso debería llegar aquí.
París será la primera gran ciudad europea en probar esta fórmula a gran escala. La mayoría de las nuevas estaciones se ubican en gasolineras Esso, aunque también las habrá en aparcamientos urbanos y concesionarios oficiales. Y antes de final de año, el sistema se extenderá por la Costa Azul, con presencia en Niza y Cannes.
La gracia del modelo es que llega acompañado de un sistema de suscripción mensual de baterías que permite comprar la moto sin incluirlas, reduciendo el precio hasta un 30% y eliminando la preocupación por el desgaste o la vida útil.
Europa parece dispuesta, por fin, a seguir el ejemplo de Asia. La diferencia es que, mientras allí ya es algo cotidiano, aquí el sistema aún suena a futuro. Pero París acaba de demostrar que ese futuro puede empezar en solo medio minuto. Ahora falta por ver si más compañías, y especialmente las grandes como el casco del consorcio que tienen en algunas partes de Asia entre Honda, Yamaha, Suzuki y Kawasaki, llega también aquí, a Europa.
Imágenes | Silence, Pixabay
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