Hay motoristas y moteros. Los primeros montan en moto; los segundos sienten la moto. El de hoy es un ejemplo de los segundos. Es británico, se llama Danny Cockerill y sobrevivió a un accidente a más de 350 km/h. Apenas tres semanas después, asegura que no tiene intención de retirarse: "La vida es para vivirla".
El pasado 17 de agosto, el piloto de dragsters Danny Cockerill protagonizó uno de esos accidentes que hielan la sangre. Tras marcar su mejor registro personal sobre su Suzuki Hayabusa en el mítico cuarto de milla de Santa Pod, en Bedfordshire, perdió el control de la moto cuando viajaba a 352 km/h.
"Estoy pensando en competir el año que viene", dice ya
Lo que vino después de ese accidente fueron volteretas interminables, golpes y un silencio que pudo haber sido definitivo. Repetimos: a 352 kilómetros por hora. Si un accidente a 50 km/h ya es peligroso, imagínate a siete veces más.
"Crucé la meta, dando volteretas, deslizándome, chocando y golpeándome; pensé que no pararía nunca. Vi la luz y la oscuridad, y con cada voltereta y cada giro sentía dolor", relató Cockerill.
Pese a todo, su balance de lesiones resulta casi milagroso: costillas rotas (una de ellas le desgarró el hígado), abrasiones, quemaduras en el cuero protector y múltiples fracturas menores. El propio piloto reconoce que el equipamiento y el hecho de rodar en un circuito preparado le salvaron la vida.
En ese mismo intento, Cockerill había logrado un tiempo de 7,01 segundos a 338 km/h, quedándose muy cerca de su gran objetivo: bajar de los seis segundos en coche y en moto. En automóviles ya lo había conseguido; con la Hayabusa aún le falta completar el reto. Y ahí está la clave: el accidente no ha mermado sus ganas, sino que ha reforzado su ambición.
"Al día siguiente me desperté; es un verdadero milagro que siga vivo. Incluso en el hospital no podían creer lo bien que estaba, poco después del accidente", explicó. Ahora, mientras sigue recuperándose de las lesiones, ya piensa en reconstruir una moto para volver a la competición.
A sus 56 años, lo lógico sería colgar el casco. Pero Danny Cockerill lo tiene claro: "La vida es para vivirla. Estoy pensando en reconstruir una moto para competir el año que viene. Mi esposa y mi hija me hablaron del futuro, y no creían que estuviera listo para parar sin llegar a los seis segundos".
Su caída a más de 350 km/h quedará como una de las más brutales que se recuerdan en la escena del drag británico. Pero si de algo ha dejado constancia Cockerill es de que la pasión por la velocidad, incluso después de rozar la muerte, puede más que cualquier miedo.
Imágenes | MotoMag
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