Marc Márquez y el cuento del escorpión y la rana
Cuenta una de las fábulas infantiles más poéticas del castellano la historia de una rana y un escorpión que se encontraban en el margen de un río. El escorpión no tenía forma de cruzar a la otra orilla, así que le propuso a la rana surcar el río en su espalda hasta llegar al otro extremo. -"¡No! ¡Me picarás y me matarás!", responde la rana.
-"¿Cómo te voy a picar? Si te mato los dos nos ahogaremos en el río", razonó el escorpión. Convencida por su argumento, la rana accedió a cruzar el río con el escorpión en el lomo, pero a mitad del camino el escorpión picó a la rana. -"¿Por qué lo has hecho?", le preguntó la rana envenenada mientras ambos se ahogaban en el río. -"Es que soy un escorpión", respondió.
La Honda no es moto para ganar, y eso no es excusa de nada
En el Gran Premio de Portugal de MotoGP el escorpión volvió a picar. El mismo escorpión que se ahogó picando a la rana equivocada en 2020 en Jerez y desde entonces no es capaz de volver a la superficie. En Portimao, todos los propósitos de enmienda, las promesas de calma y mesura volvieron a saltar por los aires. Porque Márquez es un escorpión.
Algunos le reprochan a Márquez que no ha aprendido nada después de aquel picotazo traicionero en Jerez. Se equivocan. Lo ha aprendido todo, pero su instinto de escorpión es demasiado grande como para conformarse con una cómoda quinta posición, ser la mejor Honda en pista y ganar un par de carreras en sus circuitos fetiche.
Porque sí, Márquez no tiene moto para ganar. La falacia de que Márquez sería capaz de ganar con cualquier moto se ha caído cuando la excusa de la lesión ha desaparecido: la Honda no es una moto para ganar, igual que no lo eran la Ducati o la Suzuki en los primeros mundiales de Márquez. Igual que tampoco lo es ahora la Yamaha.
Pero ni aquellas Ducati y Suzuki ni la actual Yamaha tienen escorpiones en su filas. Son ranas. Ranas que no solo no están dispuestas a jugarse su físico y el de los demás por colmar sus aires de grandeza, sino que incluso se prestan a llevar al escorpión al otro lado de la Q1, y hasta a la pole position, poniendo una sonrisa. Porque... ¿Cómo les va a picar?
Y es que a veces es bueno educar a los escorpiones desde pequeño. Como se educó a Jorge Lorenzo en 125 cc, convirtiéndole en una rana educada, al menos dentro de la pista. Ahora el escorpión ya es demasiado grande e importante como para hacerle pasar por el mal trago de recibir un correctivo público.
Home hero @_moliveira88 couldn't see it coming! 💥@marcmarquez93 clipped @88jorgemartin and wiped the @rnfracingteam rider out of contention ⚠️#PortugueseGP 🇵🇹 pic.twitter.com/ij6lawV1Jt
— MotoGP™🏁 (@MotoGP) March 26, 2023
MotoGP ha decidido dejar que el escorpión, que a lo tonto ya tiene una edad, se vaya haciendo mayor siendo ese señor refunfuñón que se frustra con los chavales jóvenes y no termina de asumir que ya no puede hacer lo que hacía antes, aunque todavía es capaz de cosas impresionantes que nos inspiran.
En su propio país tiene un buen ejemplo. Fernando Alonso, la rana que nunca quiso ser escorpión. El piloto que respondió a la frustración de ser el mejor soldado con el peor arma con honorabilidad y respeto hacia sus nuevos rivales, que dejaron de ser los primeros de la clasificación para ser los del medio y a veces los últimos.
Alonso no pagó su resignación de casi una década con violencia. Fue honesto, limpio y respetuoso, y ahora que, cuando ya nadie lo esperaba, parece que vuelve a tener un gran arma, ha descubierto que es el deportista más querido del país. Porque quizá ser popular ya no va de poner tu mejor sonrisa en prime time.
Porque eso de arriesgar más que nadie y jugarse una maniobra con una probabilidad del 1% de acierto está muy bien cuando no se juega con el físico ajeno. Es un recurso al que todos podrían recurrir y, por qué no reconocerlo, alguna vez lo hacen. No es Márquez el único que a veces es escorpión en MotoGP, pero sí el único que lo es siempre.
La diferencia entre Márquez y el resto es que él, y solo él, tiene el foco. Porque es uno de los mejores pilotos de la historia, y ocho mundiales así lo refrendan. Porque los ganó contra Valentino Rossi, contra Jorge Lorenzo, contra Dani Pedrosa, contra Andrea Dovizioso y contra Fabio Quartararo. Casi nadie.
Por eso un doble adelantamiento de Marc Márquez nos impresiona más que uno de una rana, y por eso cuando se saca una pole de la manga, aunque sea chupando un par de ruedas, nos ilumina más que si la hubiese hecho Jack Miller en su primera carrera con KTM y rodando en solitario. Porque es Marc Márquez. La leyenda Marc Márquez.
Y por eso, cuando Márquez hace de escorpión y suelta picotazos por ahí, nos indigna más. Porque ensucia su legado, el que otros sin el foco intentan en vano construir. Queremos verle en pista, no en una sala de hospital, desde donde ha visto el 50% de las carreras los últimos cuatro años. Si no hay cambio así seguirá siendo, y él lo sabe, "pero es que soy un escorpión".