Cambiamos el balón y, al que no le guste, ya sabe

Cambiamos el balón y, al que no le guste, ya sabe
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Ayer comentamos sobre los tres elementos que constituyen el beneficio de que una marca participe directamente en el Mundial de MotoGP. Usando las carreras como banco de pruebas, mostrador de tecnología y campo de entrenamiento de sus ingenieros podríamos decir que tienen cubiertas todas sus necesidades en competición.

Claro que en estos momentos se ha llegado a un dominio de unos pocos, que obliga a que los demás inviertan grandes cantidades de dinero. Y los organizadores del campeonato, junto con los encargados de explotar las imágenes que este genera, se han puesto manos a la obra para intentar que esto sea un negocio rentable para todos. Está claro que nadie quiere quedar segundo, y que los aficionados queremos ver carreras entretenidas.

Pero elaborar un reglamento que le guste por igual a los que dominan con el actual y a los que no se comen un colín es muy difícil. Principalmente porque ya hemos dicho que las marcas invierten mucho, muchísimo dinero en competición, y cualquier restricción puede significar tirar mucho dinero a la basura, cosa que las marcas no están dispuestas a soportar. Llegados a este punto parece que sólo hay dos caminos por los que seguir. A un lado está el camino que inició la Fórmula 1 hace años. Con un reglamento que prohíbe hasta las celebraciones cuando un piloto gana una carrera. Y delimita hasta casi las formas de los motor home de los equipos. Así vemos que todos los años hay carreras que ven alterado su resultado por sanciones post-carrera. O pilotos cumpliendo el castigo de la carrera anterior. A mi, sinceramente, esto no me gusta nada.

Del otro lado está una senda que podríamos llamar de la no intervención. ¿Y si se cambia el reglamento de manera que se regulen cuatro cosas básicas y que todo lo demás sea libre? El resultado podría ser aún peor de lo que conocemos. De nuevo el que más dinero tenga será capaz de conseguir la moto más rápida y los mejores pilotos, con lo que no cambiaríamos nada del estatus actual. ¿Qué otras opciones se nos ocurren?

¿Reglamento restrictivo o reglamento mínimo? Esa es la cuestión.
A mi se me ocurre una alternativa a caballo entre las dos opciones que he detallado en los párrafos anteriores. A ver qué os parece. Un reglamento en el que las categorías se mantengan más o menos como están ahora. Reduciendo la electrónica a unos mínimos imprescindibles para la seguridad de los pilotos e intentando que esta tenga poca o ninguna repercusión en los resultados. Pero, y aquí viene mi idea, ese reglamento prohibiría que las marcas se involucren directamente en el campeonato.

Si quieren correr tendrían que hacerlo a través de un equipo privado (sin relación con la marca directamente) que alquile-compre las motos a las marcas. Así un equipo modesto podría buscar el amparo de una marca poderosa, y una marca con menos recursos podría aspirar a ceder sus monturas a un equipo poderoso. Y las marcas podrían seguir teniendo acceso a la experimentación que supone ese campeonato. Como guinda de este reglamento evitaría que exista un único suministrador de neumáticos para el capeonato-categoría. ¿no queremos experimentación y batalla entre las marcas? Entonces ¿qué hacemos con un único suministrador de neumáticos que son casi mágicos e indestructibles?

Yo no tengo la varita mágica para arreglar la actual situación del Mundial de MotoGP. Pero como imaginar es fácil aquí va mi pequeño granito de arena para un futuro reglamento. Seguro que no es perfecto, pero como idea ahí está.

Parte anterior | ¿Qué beneficio tiene el balón para mi? Foto vía Flickr | Christopher Page

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