Marc Márquez: cómo hacer únicos y especiales ocho títulos mundiales de MotoGP

Los aficionados al motociclismo no somos conscientes de la suerte que hemos tenido por la época que nos ha tocado vivir. No solo por coincidir con un portento de la moto que bate todo los récords como es Marc Márquez, sino por cómo lo hace. El piloto de Honda se esmera en que cada título sea diferente, cada victoria única y cada celebración especial.

Al fin y al cabo, siempre ha habido grandes campeones. Los más viejos del lugar que hoy lo gozan con Márquez, antes ya vieron el dominio de Valentino Rossi, el arrase de Mick Doohan, las palizas que le daba Giacomo Agostini a los rivales y, con suerte, las victorias de Mike Hailwood en los tiempos más pretéritos del mundial.

Márquez es tan superior que puede elegir cómo ganar

La diferencia entre Márquez y el resto es el mimo, el cariño que le pone a cada triunfo. Como si quisiese que todos fuesen memorables por algo. El mundial que ganó siendo novato, el de la salvada de Valencia, el que empezó venciendo las diez primeras carreras y, ahora, el que ganó adelantando a Fabio Quartararo en la última curva.

Márquez cuida sus triunfos para hacer indeleble su figura entre una amalgama de récords tan grandes que, diciéndolo todo, ya casi no dicen nada. Su superioridad es tal que puede elegir hasta cómo va a ganar, como hacía Muhammad Ali revelando antes de los combates en cuantos asaltos ganaría, y luego cumpliendo en el ring.

Marc Márquez gana títulos con la eficiencia de una cadena de montaje pero los mima con el cariño de un artesano en su pequeño cuarto de trabajo. Y no es fácil la época que a Márquez le está tocando vivir. Sus rivales no están precisamente parados de brazos cruzados viendo como el español pulveriza los récords.

Lo están intentado todo para vencerle. La época de los cuatro fantásticos y el duopolio Honda-Yamaha quedó desterrada hace bastantes años. Ducati está atravesando su mejor etapa en MotoGP, por más que Márquez se haya empeñado en que los resultados lo nieguen. Suzuki vuelve a brillar como hacía dos o tres décadas atrás, y Yamaha sigue tan guerrera como siempre.

Incluso por el otro box de Honda han desfilado dos leyendas como Dani Pedrosa y Jorge Lorenzo, pero el resultado ha seguido siendo el mismo. La tiranía de la leyenda Márquez. Ducati y Andrea Dovizioso no pueden con este artesano de la moto igual que antes no pudieron otros tanto gigantes de MotoGP, incluido el mismísimo Valentino Rossi.

El siguiente que está llamado a intentarlo es Fabio Quartararo, el novato que está deslumbrando a todo el paddock pero al que Márquez ya le ha partido dos veces el corazón. Como pasó en Misano, en la carrera de Tailandia el campeón volvió a aplazar el estreno de Quartararo en lo más alto del podio de MotoGP.

La imagen de Quartararo llorando a lágrima viva con la bandera a cuadros ya ondeando en Buriram no es más que el reflejo de un nuevo sueño truncado por el ogro Márquez. Eso sí, que nadie pierda de vista al francés, porque más pronto que tarde estará escuchando La Marsellesa en el podio de algún circuito del mundo con Marc Márquez al lado. Y entonces volveremos a divertirnos.

En cuanto al resto de la carrera, honores para Pol Espargaró, que solo dos semanas después de operarse el brazo izquierdo consiguió ser la mejor KTM en pista, y la única en los puntos, para terminar decimotercero. Y todo pese a que en los entrenamientos no había podido hacer ni una tanda de más de seis vueltas.

Por otro lado invita a la reflexión la situación de Honda. El Gran Premio de Tailandia es de celebración, y con todo el motivo, para ellos. Pero también es digno de cuestión que su segunda mejor moto haya sido Takaaki Nakagami, décimo y a 30 segundos del ganador. De Jorge Lorenzo ni hablamos, porque son 55 los segundos que le han separado de Márquez. Una situación irreversible.

El asunto de Jorge Lorenzo definitivamente huele muy mal. Ahora mismo no parece ni siquiera factible que consigue darle la vuelta a la situación como hizo en Ducati. Primero porque con los italianos nunca fue tan mal, y luego porque más que evolución lo que se percibe es involución. Nunca sabremos qué habría sido de Lorenzo en Honda si aquella primera vuelta y media de Montmeló hubiese tenido continuidad.

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