EICMA 2025 ha batido todos los récords con más de 600.000 visitantes y confirma lo que muchos intuían: la moto sigue más viva que nunca
La industria de la moto no solo respira: ruge con más fuerza que nunca. ¿Cómo? EICMA 2025 lo acaba de dejar claro con un golpe sobre la mesa. Más de 600.000 visitantes, 730 expositores, 2.000 marcas y una energía que no se veía desde antes de la pandemia.
El motociclismo está más vivo que nunca, y no lo demuestra una estadística: lo demuestra la gente.
Récords de público, nuevas marcas y una pasión que no entiende de crisis
Durante siete días, la Fiera Milano Rho fue el centro del mundo de las dos ruedas. Las colas en los accesos, los cascos colgando de las mochilas, los móviles apuntando a cada novedad. Las motos siguen siendo un imán cultural, una forma de identidad y, sobre todo, una emoción colectiva que ningún algoritmo ha conseguido sustituir.
Este año, el salón de Milán ha sido más que una feria de lanzamientos. Ha sido una fotografía del momento que vive el sector. Y la imagen no puede ser mejor: una industria que se reinventa, que mezcla lo clásico con lo eléctrico, lo artesanal con la inteligencia artificial. Un universo que sigue creciendo, no solo en cifras, sino en diversidad.
Pietro Meda, presidente de EICMA, lo explicó sin rodeos: "Es la transición completa de una feria comercial a un evento global y atractivo". Traducido al lenguaje real: ya no es un salón cerrado para profesionales, sino un festival abierto donde conviven los gigantes de siempre con startups, creadores, ingenieros, pilotos y miles de aficionados que viajan desde medio mundo solo para estar allí.
Más de 43.000 profesionales de 167 países se acreditaron en los días B2B, un 28% más que en 2024. Y más de 8.000 periodistas, fotógrafos y creadores llenaron los pabellones. Lo nunca visto. Pero lo verdaderamente relevante está en la atmósfera: una mezcla de expectación, curiosidad y optimismo que contrasta con la narrativa pesimista que se escuchaba hace unos años.
Pero el motociclismo, como cultura y como industria, no se desinfla. Cambia de piel. Lo que antes eran ferias de producto ahora son celebraciones del estilo de vida. Lo que antes era competencia pura, ahora es colaboración, diseño compartido, nuevos materiales, tecnología cruzada entre marcas que antes ni se hablaban.
Y pese a que vivimos en la era de las filtraciones (cuando las fotos oficiales llegan antes que las motos), la gente sigue queriendo verlas en persona. Tocarlas. Subirse. Olerlas. Sentir ese clic del caballete o ese crujido del depósito nuevo. Eso no se descarga en PDF.
En los pasillos se mezclaban prototipos imposibles, motos del Dakar cubiertas de polvo y scooters urbanos que parecen diseñados por Apple. Y esa mezcla, lejos de restar coherencia, refleja algo fundamental: la moto no pertenece a una sola generación ni a una sola forma de entenderla.
Imágenes | Honda, EICMA
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