BMW R 1200 R, prueba (conducción en autopista y pasajero)

Dejamos el puro disfrute y la adrenalina de las carreteras de curvas a un lado y nos adentramos en el profundo asfalto de las autopistas de copiosos carriles con la BMW R 1200 R. Volvemos a seleccionar con el botón del E.S.A. la posición más confortable de la suspensión y nos disponemos a surcar las carreteras de circunvalación que se prolongan hasta el infinito acompañados por un fino aire que corta la piel cuando el otoño hace de las suyas.

BMW R 1200 R: ¿te gusta conducir?

A mí, con esta moto, sí. Desde luego que sí que me gusta. En un tramo de asfalto muy, muy malo, donde las brechas transversales se repiten durante un par de kilómetros como si estuviéramos trotando a lomos de un caballo de carreras, comprobé la efectividad del sistema de regulación de las suspensiones pasando varias veces en un corto espacio de tiempo y con las tres configuraciones disponibles. La respuesta es sí, funciona, y muy bien. Conducir esta BMW R 1200 R es una experiencia digna de su reputación.

Si seleccionamos la posición sport nos resultará un tramo bastante desagradables, pero si la opción elegida es la más confortable las suspensiones se tragarán prácticamente todos los baches transmitiendo muy pocas oscilaciones al piloto. En caso de que nos pique la curiosidad y miremos hacia abajo podremos ver que la horquilla trabaja más que las licorerías de Jersey Shore.

El motor, que quizá rodando a ritmos elevados podríamos reprochar una falta de chispa, es todo un portento cuando la única misión que tenemos es viajar sin más preocupaciones que avanzar. La baja rumorosidad en marcha no molesta nada, y su alto nivel de par disponible hará que no tengamos que bailar sevillanas con la mano derecha para mantener una velocidad en caso de encontrarnos repechos. Incluso estaría bien un poco más de sonido del motor, porque es un ronroneo agradable, grave y homogéneo, que no cansa.

La protección aerodinámica, en contra de lo que podría parecer, es verdaderamente generosa. Estamos rodando sobre una naked desprovista de carenado, sí, pero sus generosas y orgánicas formas desvían el aire mucho más de lo que nuestra mente sería capaz de concebir. Sólo de medio pecho para arriba notaremos la presión del viento a ritmos de crucero, y ni siquiera ésta influencia será capaz de cansarnos gracias a la posición que los ingenieros alemanes han conseguido. No notas el paso de los kilómetros, y ni siquiera del frío.

Ha coincidido la realización de la prueba con unos de los días más fríos del otoño gracias al clima del interior de la Península Ibérica. Tengo que decir que aborrezco ir en moto cuando el frío aprieta, no soy precisamente un abnegado motorista, y tuve que auto-obligarme a salir por la mañana antes del amanecer con la BMW R 1200 R. Una vez encendido el motor en el garaje, y antes de emprender la marcha, no hay mejor oportunidad para conectar el pulsador de los puños calefactables, que también era la primera vez que montaba en una moto con ellos. ¡Oh bondades de la tecnología!.

Muchos de vosotros tendréis este gadget instalado en vuestras monturas, pero es uno de los mejores regalos de los ingenieros para los motoristas. Estoy convencido de que no es un sistema de calefacción que te mantenga realmente todo el cuerpo calentito, pero el hecho de no perder la sensación de calor en las manos, psicológicamente hace mucho por el confort general cuando las temperaturas caen por debajo de 10 grados centígrados.

BMW R 1200 R: pasajeros felices

Con éste título se resume cómo será la vida de quien guste acompañarnos. Sólo hay una cosa que se podría reprochar a la comodidad del pasajero, y es el momento de subirse a lomos de la roadster germana. La distancia al suelo de la parte trasera es bastante generosa debido a la doble altura del asiento corrido, pero a cambio tenemos unas amplias estriberas cubiertas de goma sólo superadas por las generosas asas traseras fabricadas en aluminio. Mi recomendación: que el pasajero antes de montar haga unos buenos estiramientos para que no le de un tirón al levantar la patita.

La erguida posición que adoptarán las espaldas tanto de piloto como de copiloto y la longitud general de la BMW R 1200 R impedirán que el pasajero apoye sus manos en el depósito. Espera, eso está bien, porque no es una de esas motos en las que los pasajeros tienen ganas de amputarse los antebrazos después de un paseo. Con las rodillas poco flexionadas, la espalda recta y las manos agarradas a los asideros sin contorsionismos podrán pasar centenares de kilómetros sin que nos pidan un descanso.

Volviendo una vez más sobre el tema de la suspensión con ajuste electrónico (da mucho juego la jodía), cuando vayamos a llevar pasajero sólo tendremos que dejar pulsado el botón con las siglas ESA con el motor en marcha para que el sistema muestre dos cascos en el display digital. Notaremos que cómo, por arte de magia, la parte trasera sube, actuando sobre la precarga del amortiguador trasero y ajustándolo a las nuevas exigencias de carga. Canela en rama señores, en unos pocos segundos tendremos la configuración óptima para rodar sin comprometer el comportamiento de la moto.

No tendremos vibraciones apreciables, ninguno de los dos, cuando estemos rodando sobre ella. Las cubiertas de goma de las estriberas y lo suave del asiento se encargarán de filtrar las pocas vibraciones que el motor bóxer emite al rodar alto de vueltas. Pero acordaros de que estamos rodando en un bicilíndrico, no hace falta estirar las marchas, por su bien y por el nuestro.

El viernes pondremos nota a ésta BMW R 1200 R y la valoraremos, ¿a vosotros qué os parece?, ¿coincidiremos en nuestras conclusiones?.

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