Alguien ha inventado una moto robot capaz de hacer unos saltos increíbles. El problema es que nadie sabe para qué sirve

Un robot capaz de hacer saltos y volteretas como un piloto de trial demuestra que la frontera entre humano y máquina empieza a difuminarse

John Fernández

La robótica aplicada al movimiento autónomo acaba de cruzar otra frontera. El llamado Vehículo Ultramóvil, un artefacto del tamaño de una bici eléctrica pero con alma de acróbata, está empezando a hacer cosas que hasta ahora solo veíamos en pilotos de trial de nivel mundial.

Y sí, hablamos de saltos, equilibrios imposibles y hasta volteretas hacia atrás desde parado. El tipo de piruetas que Toni Bou puede hacer sin despeinarse, pero que en un robot suenan directamente a ciencia ficción.

Hacia una nueva generación de máquinas que ya no necesitan piloto

El truco del UMV no es su forma, sino su ‘cabeza’. La máquina se entrena sola: millones de simulaciones físicas, cada una corrigiendo la anterior, hasta que el algoritmo aprende cómo gestionar inercias, pesos, impulsos y desequilibrios propios de un piloto experto. Lo gordo es que todo ese aprendizaje digital pasa al mundo real sin tocar parámetros. Lo que la IA aprende en el ordenador lo ejecuta fuera tal cual, sin calibraciones, sin ajustes de pista y sin ese proceso de prueba-error que cualquier robot tradicional necesita.

Ese es el salto cualitativo: la transferencia directa. Ojo al dato: si en simulación hace un backflip perfecto, en el mundo real también. Y eso es exactamente lo que vemos en los vídeos virales del UMV: equilibrio milimétrico sobre dos ruedas, saltos con control absoluto del eje vertical y, sobre todo, la voltereta atrás desde parado. No hay rampa, no hay inercia previa. Solo chasis de carbono, motores eléctricos con respuestas instantáneas y un algoritmo que entiende la física mejor que la mayoría de nosotros.

El chasis en sí es ligero y rígido, casi más propio de una bici de descenso que de un robot autónomo. Los motores no son simples propulsores: son músculos capaces de microcorregir en milésimas, interpretando el suelo, las vibraciones y cada pequeño cambio de peso. Ahí es donde el UMV clava el parecido con un piloto real: las microcorrecciones. Ese pequeño gesto de muñeca, ese leve movimiento de cadera, ese instante en el que un piloto ajusta el equilibrio sin que nadie lo note. El robot lo replica con una precisión quirúrgica.

moto

Pero hay más vida aquí que el espectáculo y lo guay. Toda esta plataforma está pensada para operar en entornos donde enviar a un humano sería un riesgo absurdo. Zonas catastróficas, edificios colapsados, superficies inestables o terrenos donde una máquina convencional quedaría atascada o volcada. Si el UMV puede mantenerse en equilibrio sobre dos ruedas mientras escala un obstáculo, también puede cruzar un corredor lleno de escombros sin poner en peligro a nadie. Y si puede saltar, girar y corregir al vuelo, puede moverse entre ruinas o zonas industriales con una agilidad que ningún robot cuadrúpedo ha mostrado hasta ahora.

Su potencial en rescates, exploración o transporte autónomo en terrenos extremos no es humo. De hecho, lo que hoy es un robot acróbata podría ser, mañana, una herramienta de emergencias capaz de entrar donde no entra un dron ni un vehículo tradicional.

Imágenes |

En Motorpasión Moto | Esta marca china acaba de traer tres trail equipadas hasta los dientes por menos de 6.000 euros. Y son un juguete muy asequible

Ver todos los comentarios en https://www.motorpasionmoto.com

VER 0 Comentario