Los guardarraíles son un serio problema de seguridad en nuestro país, y Europa acaba de darse cuenta décadas después
Una nueva investigación encargada por la Federación de Asociaciones de Motoristas Europeos (FEMA) ha puesto en evidencia lo que los moteros españoles llevan denunciando desde hace décadas: los guardarraíles metálicos convencionales son una trampa mortal para los motoristas.
Y lo peor es que nadie ha hecho nada serio para cambiarlo hasta ahora, aunque en nuestro país sí que se ha hecho el mínimo esfuerzo, a veces, por recubrirlos con plástico. Pero nada más. Siguen ahí. Y los vemos (y padecemos) cada vez que salimos de ruta.
Más de la mitad de los accidentes en solitario con moto acaban en muerte o lesiones graves
El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Maribor (Eslovenia), advierte sobre el riesgo letal de los sistemas actuales (que no es solo cosa española), especialmente en los choques frontales en los que el motorista impacta en posición erguida contra el borde superior del guardarraíl.
"Más de la mitad de los accidentes en solitario con moto acaban en muerte o lesiones graves", afirman Laura Brigita Parežnik, Marko Renčelj y Tomaž Tollazzi. Los sistemas actuales no solo no ayudan: agravan el problema.
Aunque en algunos tramos se han instalado protecciones inferiores pensadas para evitar que el cuerpo del motorista se cuele por debajo del guardarraíl en caso de caída, la parte superior sigue siendo una cuchilla expuesta: "Nos encontramos con que casi ninguna solución aborda lo que ocurre cuando el motorista impacta directamente contra la parte alta del guardarraíl", denuncian los autores.
El informe analiza trece diseños internacionales pensados para mitigar estos riesgos. Entre ellos, destacan un sistema de placas de acero desarrollado en Texas que se puede montar sobre las vallas existentes, y una solución española que recubre el borde superior con un perfil de plástico más blando. Sencillo y barato. Pero apenas se aplica.
¿El motivo? Nadie quiere pagar. No hay una norma común que obligue a probar estos sistemas pensando en motoristas, y sin esa presión legal, los costes de instalación se vuelven excusa perfecta. En el Reino Unido, por ejemplo, las vallas W-beam de acero siguen siendo la norma, diseñadas para vehículos grandes, pero letales para una moto que pesa una fracción y no activa el mecanismo de absorción.
El 45% de las muertes en moto en Europa se producen en accidentes en solitario, la mayoría en carreteras secundarias. Es decir, en esos tramos donde el paisaje cambia, la curva se cierra… y te espera un cuchillo de acero a un metro del arcén.
El mensaje de los investigadores es claro: hace falta una colaboración urgente entre asociaciones de motoristas, autoridades y fabricantes de infraestructuras. "Deben establecerse criterios de impacto claros y basados en la evidencia. Y eso solo se logrará con voluntad política y trabajo conjunto."
Europa se acaba de dar cuenta. Ahora falta que escuche. Porque los motoristas llevan décadas chocando, literalmente, contra esta realidad.
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