En moto por el Oeste Norteamericano (9): planes rotos, meteorología loca y las cervezas con Simon

Hay días en los que planificar no sirve para nada. Y el miércoles 31 de marzo era uno de esos días. El viaje estaba siendo intenso hasta el momento, así que nos habíamos planteado un día de enlace básicamente con autopistas y poco rato encima de la moto. El objetivo era llegar pronto a Williams y descansar por la tarde para madrugar al día siguiente hacia el Grand Canyon. Era un buen plan, pero la vida real nos tenía reservado algo muy diferente.

La mañana fue tranquila: desayunar en Las Vegas y dar una vuelta por la ciudad antes de comenzar ruta cerca del mediodía. No había prisa. Total, para un par o tres horas que pensábamos estar encima de la moto… Además, habíamos cambiado el detallado mapa californiano por uno menos detallado de “Western USA”, pero no nos preocupaba ya que las ruta eran muy clara y en un par de días volveríamos a estar en los dominios del primer mapa.

Nada más salir de Las Vegas, aparece de nuevo el fuerte viento del día anterior. Con el añadido de que no estábamos en una carretera solitaria sino que se trataba de una autopista de varios carriles y bastante tráfico. Paramos un par de veces para descansar de la tensión del fuerte viento. Nos sirvió para convencernos de que no había remedio: el viento iba a acompañarnos todo el día. Así pues, solo quedaba seguir viaje.

En el mapa parecía que la Ruta 93 era prácticamente una autopista hasta Kingman, a excepción de un pequeño tramo que ponía “Hoover Dam”. Algo teníamos que habernos olido al ver numerosos carteles que desviaban el tráfico pesado por la Ruta 95, bastante más larga. Más adelante, unos paneles luminosos avisaban de retenciones frecuentes en la ruta, pero tampoco les hicimos caso.

Apenas empezó la carretera de un carril, nos encontramos una cola interminable de automóviles. De entrada, la precaución nos hizo esperar en la línea como si circuláramos en coche. Unos paneles luminosos avisaban de que el tiempo esperado de atasco era de más de 2 horas (¡!), así que tome la decisión de empezar a adelantar coches con precaución, a veces por la izquierda, a veces por el arcén. Vamos, lo que se hace habitualmente en España en una retención. Sin correr mucho, pero avanzando la cola. En San Francisco me había fijado que las motos se comportaban de esa manera, lo que me daba un cierto grado de confianza a probarlo.

Y así fuimos adelantando. Coche a coche, íbamos ganando terreno al atasco. Ningún coche rebasado protestaba o daba muestras de quejarse. Vimos una moto que estaba guardando cola y nos pusimos a su lado. Sin dar tiempo a decirle hola, nos soltó un chorreo monumental. ¡Vaya bronca!. Que como se nos ocurría adelantar a los coches, que si eso no debía hacerse, que había que guardar cola, que era muy peligroso… Solamente lograba captar palabras sueltas de su discurso, pero se le entendía todo. Parece que en esa zona no es práctica común eso de rebasar a los coches atascados. En algún lado había leído que era un tema que variaba según las zonas en USA. En todo caso, le hicimos una foto de recuerdo al menda justiciero que nos había abroncado.

No nos quedó más remedio que soportar un interminable atasco. Casi dos horas bajo el sol y el fuerte viento. Si era difícil manejar la moto con el viento en marcha, todavía era peor hacerlo en cada parada y arrancada. En parado y a poca velocidad parecía que los kilos que pesa la Harley se multiplicaban. Aquí sí que se notaba que era una moto pesada. Para. Arranca. Para. Arranca. ¿Pero qué era lo que ocasionaba semejante retención?.

Hoover Dam. A mí no me decía nada ese nombre, pero resulta que es una presa considerada un monumento nacional en USA. La presa data de los años 30 y alberga una gran central eléctrica que se puede visitar. En wikipedia podéis encontrar las características técnicas y arquitectónicas de la presa. Además, resulta ser un nudo de transporte importante para la ruta 93, que hace tiempo que está permanentemente atascado. Por ello, están construyendo un espectacular by-pass que sacará el tráfico de la presa, aunque falta más de medio año para que esté acabado. En la foto podéis ver uno de los espectaculares puentes que están construyendo para la variante.

En el mes de marzo pasado las torres eléctricas caían en Cataluña bajo el peso de la nieve como si fueran de mantequilla. Quizás influenciados por aquellas imágenes, nos impresionó ver las torres eléctricas inclinadas en todas las posiciones posibles en la ladera de la montaña, salvando desniveles por la vía más recta.

El resultado del lento paso por la Hoover Dam fue que apenas habíamos hecho cincuenta o sesenta kilómetros en más de 3 horas. Los planes rotos. Una vez pasada la maldita presa, y tras unas cuantas paradas con tráfico alternativo por las obras de la variante, los coches desaparecieron por arte de magia y por fin, pudimos encarar vía a Kingman. Kingman fue un primer contacto fugaz con la Ruta 66, ya que nuestra idea era comenzarla en sentido este-oeste un par de días más tarde desde Flagstaff o Williams.

Al llegar a Kingman el día ya se había nublado y unos negros nubarrones parecían augurar lluvia. Vimos un museo sobre la Ruta 66 y paramos a hacer una visita rápida y recoger algo de información. Una amable señora mayor nos explicó muchas cosas del tramo de la Ruta 66 en Arizona y nos regaló unos bonitos mapas. Además, nos imprimió la previsión meteorológica: se estaba acercando a la zona una fuerte tormenta y se esperaba una brusca caída de las temperaturas y una gran nevada esa noche. Ideal para viajar en moto. No estaba bromeando: insistió que estaban en alerta y que la previsión era que la lluvia comenzara a caer intensamente en unos 10 minutos.

De hecho, al salir del museo ya caían unos tremendos goterones de agua que parecían ser el anticipo a la tormenta. El viento seguía sin parar y estaba empezando a oscurecer. ¿Valía la pena intentar llegar a Williams o era preferible hacer noche en Kingman?. Teníamos un par de minutos para tomar la decisión. La visión del cielo nos ayudó a decidir: despejado hacia el este y un nubarrón negrísimo de tormenta encima nuestro.

Gaaaaaaaaas por la Ruta 40 en dirección a Williams. Había que ir rápidos para dejar la tormenta atrás. Fueron las millas más veloces por las autopistas norteamericanas con muchos tramos de 120 millas por hora. Delante, despejado; en los retrovisores, la furiosa tormenta que había que dejar atrás. Pero la temperatura había bajado mucho y hacía mucho frío en la moto. Al llegar a Seligman, Carme decidió que ya había suficiente por hoy.

Abandonamos la autopista para buscar algún motel por el pueblo. El pueblo estaba desierto y encontramos varios moteles que no invitaban a una velada feliz. Se acabó el pueblo y llegamos al último motel que tenía un bar-pizzeria. No sé, parecía que tenía sabor (y hacia frío). Nos atendió una divertida señora noruega-norteamericana que nos dio un buen motivo para quedarnos: “por qué soy muy simpática y hacemos muy buena la pizza y tenemos muchas marcas de cerveza. Además, ya hay otra moto esta noche”. Nos dejamos convencer.

Ficha de ruta día 6: miércoles 31 de marzo de 2010

Itinerario: Las Vegas – (Ruta 93) – Boulder City – Hoover Dam – Kingman – (Ruta 40) – Seligman

Distancia recorrida: 158 millas (255 Kilómetros)

Distancia acumulada: 1.130 millas (1.823 Kilómetros)

¡Qué gran acierto fue parar a dormir allí!. En un día en que nada había salido como habíamos planeado, encontrar este motel fue la más agradable de las sorpresas.

La otra moto que estaba en el motel era un inglés con una África Twin que venía de recorrer Latinoamérica. Un tipo peculiar y divertido. Simon es londinense y había vendido su casa en Londres para pagarse un viaje de un año y medio en moto por Latinoamérica. Ya estaba en las postrimerías del viaje, tras haber cruzado el continente americano de sur a norte sin prisas. No diréis que no os da envidia su plan. “¿Y cuando regreses?”. Su plan es regresar este verano a Inglaterra a una ciudad más barata que Londres. Aunque a decir verdad ya le estaba rondando por la cabeza un viaje en moto por Asia. Compartimos muchas anécdotas del viaje que había hecho yo por América Latina con una Africa Twin hace unos años recordando anécdotas y vivencias comunes.

Ese día él había recorrido apenas veinte millas desde Williams y había parado a causa del fuerte viento que había en la zona en el primer lugar que encontró por la mañana. Hace unos meses tuvo una caída por culpa del viento en Argentina y es especialmente sensible al tema. Su ventaja es que al viajar sin prisas se podía esperar los días que hiciera falta a que mejorara el clima. En cambio, nosotros estábamos presionados por un calendario muy justo, sin margen para imprevistos.

Estuvimos un rato charlando junto a las motos y nos emplazamos a compartir cervezas y pizza en el bar. Y fue una de las noches más agradables del viaje, riendo y charlando alrededor de una enorme pizza y bebiendo cervezas (sobretodo Simon…). El grupo fue creciendo y se nos juntó la dueña del establecimiento (la noruega-norteamericana) y otra pareja que estaba alojada. Acabamos tocando un instrumento nórdico y cantando una canción en noruego. Risas, buena conversación, buena música, muchas bromas y el aciago weather channel en la televisión.

El tema de conversación del día era la gran tempestad de nieve que se acercaba. En la televisión y en la barra del bar. Además, unos trabajadores en el Parque Nacional de Grand Canyon que pararon en el bar nos explicaron que todo estaba preparado para una gran nevada mañana. Prácticamente, daban como imposible que pudiéramos llegar en moto hasta el Grand Canyon. En el Weather Channel no paraban de hablar de la gran tempestad de “cold, snow, wind and rain”. Dudas, dudas y más dudas, que afortunadamente quedaban diluidas en el buen ambiente de nuestra mesa. Risas y buena compañía contra los imprevistos.

Al irnos a dormir no teníamos ni idea de lo que pasaría al día siguiente. ¿Qué íbamos a hacer mañana por la mañana para llegar al Grand Canyon? ¿Estaría practicable la carretera? ¿Amaneceríamos bajo un manto de nieve? No disponíamos de dos días para esperar a que pasara de largo la tormenta; habría que renunciar a parte de la ruta si las cosas se ponían feas. ¡Eso también forma parte de viajar!

Y en la televisión no paraban de hablar y hablar de la que se acercaba. Son tremendistas estos norteamericanos…

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