Los 296 cv de esta BMW S1000RR Turbo son aptos solo para dementes

La tendencia de las deportivas es montar motores en los que la potencia sea cada vez más grande. Por ejemplo, la BMW S1000RR de origen desarrolla unos nada desdeñables 199 cv. Y la tendencia es ir incrementándola a cada nuevo modelo que sale al mercado. Solo hay que echarle un ojo a la Kawasaki Ninja H2R de 310 cv.

Todas estas cifras son más que suficientes para la gran mayoría de los mortales. En mi caso, me sobra potencia por todos lados. Pero parece ser que a Steven Decaluwe de Motokouture, no eran suficientes y cuando BMW le puso en sus manos una S1000RR tuvo claro lo que quería hacer: Potencia, potencia y más potencia.

La potencia era el principal objetivo

Las propias palabras de Steven lo dicen claro, BMW ha fabricado una moto llena de electrónica, con un chasis ya de por si excelente y con un motor que rinde especialmente bien. Esto le puso las cosas difíciles al belga a la hora de preparar la moto, pero él tenía claro que iba a crear algo que no siguiese los actuales cánones de las preparaciones, basadas en principalmente en la estética, quería crear algo desde cero y sin expectativas.

Mientras se dedicaba a desmontar toda la moto antes de empezar, Steven buscaba un rumbo al que llevar su proyecto y lo encontró. Quería demostrar que un chasis y unas ayudas electrónicas tan extremas eran capaces de mantener a raya a un motor con sobrealimentación.

Y se puso manos a la obra. Tras dos semanas estudiando la moto, instaló un turbocompresor Garret con actuador electrónico que está conectado a la ECM. Es difícil averiguar dónde se encuentra la caracola, está bien escondida entre el tanque de combustible hecho a medida y la caja del filtro de aire.

Pero no todo iba a ser instalar el turbo y volar sobre el asfalto. El software de gestión de la electrónica y la cartografía de la centralita tuvieron que ser también modificados. Con esto, se tuvo que reducir la compresión a 9.2:1 para asegurar la durabilidad. ¿Las cifras? Agarraros a la silla: 296 cv a la rueda trasera, 145 Nm de par a 9.100 RPM y una velocidad máxima de 319 km/h que se alcanzan con la cuarta marcha engranada. ¡Una locura!

Instalar el turbo también significó fabricar nuevas tomas de aire, una en el lado y dos que atraviesan los faros. Dando forma nuevamente al carenado, Steven consiguió el espacio necesario para esto y para los colectores de escape personalizados, que terminan con una cola de la marca Spark.

Los elementos internos de la horquilla delantera Öhlins, con los tubos de fibra de carbono recubiertos de cerámica, ayudan al chasis a lidiar con la patada extra de potencia que tiene ahora la moto. El basculante también es de fibra de carbono y las llantas son de la HP4.

En la parte visual, el colín se ha rediseñado en la RR con un asiento hecho a medida y una caja para la electrónica. Su esposa Sophie, de Motokouture Leathers, se encargó de la tapicería del asiento. Al final todo queda en casa.

Un detalle muy importante para Steven, es el nombre de su BMW S1000RR turbo. La VDC#92/MK30, que es así como la llama, es un homenaje a su amigo y piloto belga Vick de Cooremeter, que falleció en 2014. Dice que él hubiera sido el piloto ideal para probar esta bestia extremadamente peligrosa.

El peso total se queda en la respetable cifra de 196 kilogramos

En mi caso, yo me voy a sentar a admirar este cohete digno de portar las siglas A.C.M.E en su carenado. Los toros siempre se ven mejor desde la barrera, y la verdad es que tener este monstruo entre las piernas y abrir gas debe ser cosa de valientes o más bien dementes.

Via | BIKEEXIF

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