Shoei se ha cansado de un fallo que nadie veía en los cascos modulares, y ha decidido arreglarlo. Y no, no se trata de la seguridad, ni del sistema de cierre, ni siquiera del peso.
Hablamos del diseño: esas bisagras visibles, juntas torpes y ángulos raros que rompen la aerodinámica y dejan a la vista lo que debería ir integrado. Shoei lo ha llamado "transición estética", pero tiene más implicaciones de las que parece.
Es más bien una pequeña gran revolución
La marca japonesa ha presentado una patente en la que propone una nueva forma de ensamblar los cascos modulares. La clave está en una pieza intermedia entre la calota y los elementos móviles, como la mentonera o la pantalla.
En lugar de que todo se articule directamente sobre la carcasa exterior, Shoei introduce una superficie inclinada (lo que en el documento llaman “segunda superficie de acoplamiento”) sobre la que se monta un panel curvado que disimula la unión y suaviza el contorno general.
El resultado no solo mejora el aspecto: también optimiza el flujo aerodinámico y, según la teoría, podría mejorar la absorción de impactos al eliminar puntos de concentración de energía. Además, Shoei asegura que este sistema permite fabricar calotas con un grosor más constante, lo que simplifica el moldeado y mejora la distribución de materiales como la fibra de vidrio o el compuesto multicapa.
¿Es un cambio revolucionario? Puede. El sistema sigue siendo un casco modular como lo conocemos. Pero sí es una de esas mejoras pequeñas que, sumadas, hacen un buen casco todavía mejor. Shoei ya lo ha hecho antes con el Neotec II y su gama RF, y no sería raro que esta tecnología llegue a corto plazo en una futura evolución del Neotec III.
En una época donde los cascos modulares son cada vez más populares entre ruteros y usuarios diarios por su practicidad, cualquier avance que combine estética, seguridad y comodidad puede marcar diferencias.
Imágenes | SHOEI
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