Harley-Davidson V-Rod Muscle, prueba (conducción en ciudad y carretera)

La H-D V-Rod Muscle nos esperaba en el concesionario Makinostra, en pleno centro de Madrid, con la tranquilidad que da el saber que es el animal más grande de la selva. La presencia de este modelo sabe acaparar las miradas de la gente, y el magnetismo que irradia no deja indiferente a los viandantes, pero basta de mirarla que la vamos a desgastar. Es hora de coger las riendas y subirnos a lomos del caballo de Milwaukee, o mejor dicho las llaves, bueno tampoco, porque no tiene llaves.

Harley-Davidson V-Rod Muscle: modernidad y tradición

Lo que recibimos en el concesionario no es un juego de llaves al uso, sino una especie de llavero de plástico con el logo de Harley-Davidson y una llave como las de los antirrobo. Con la llavecita de seguridad podemos bloquear la dirección en una cerradura en la pipa y además impedir que el selector del contacto situado en el lateral derecho del motor se pueda mover. Al girarlo a la posición de contacto las luces se encienden y el panel de mandos se ilumina a la vez de que nos saluda con un pitido diciendo que detecta la proximidad del mando.

Pulsamos el botón de ignición y, como diría Mauricio Colmenero, ¿pero esto qué es?. El sonido no es precisamente el de una moto con tanto renombre y un aspecto tan brutal, al ralentí la rumorosidad es bajísima. No suena a penas y no puedes evitar sentirte un poco decepcionado porque, a parte de tener pinta de moto gorda y ser objetivamente una moto gorda, también esperas que suene como una moto gorda. Pero el problema de las homologaciones está ahí, y éste es el resultado de las medidas restrictivas, unos escapes demasiado conservadores.

Al colocarnos sobre ella comprobamos como el ancho y corto asiento está muy bajo, y con las piernas bien separadas por el ancho depósito, llegamos sobradamente con los dos pies al suelo, algo muy importante para maniobrar con esta moto a baja velocidad y empujarla en parado. Aunque lo mejor para maniobras en redondo, dado su radio de giro enorme, es bajarnos y con una mano en el manillar usar la otra para agarrar la cinta del asiento del acompañante.

El manillar está muy adelantado y nos tenemos que estirar como Superman para agarrarnos a los anchos puños gordos como p. En realidad no porque esté muy lejos el manillar, sino porque el asiento está muy retrasado tras el kilométrico depósito. Lo interesante viene cuando emprendemos la marcha y toca subir los pies a las estriberas, ¿dónde están?, pues allí en Mordor. ¡Qué lejos por el amor de Pocholo!. El problema en esta moto no lo tengo para llegar al suelo sino a las estriberas, tenía que estirar casi por completo las piernas y mi cuerpo quedaba hecho una C, pero con el paso de los días hasta llegué a verlo natural y cómodo.

Harley-Davidson V-Rod Muscle: la enormidad tiene un precio

Con todos mis sentidos al tanto de lo que ocurría navegando entre el tráfico de Madrid un pensamiento tan estúpido como recurrente destelleaba en mi cabeza como una luz estroboscópica: “si no soy Curro Jiménez porqué tengo este trabuco”. Me sentía como un rinoceronte desfilando en la pasarela Cibeles. Hay que adaptarse bien a las titánicas dimensiones y tener muy claro que es lo más parecido a un trailer sobre dos ruedas que podemos llevar, porque a baja velocidad la parte delantera pasará por un punto que la parte trasera ni olerá.

Una vez sabemos el márgen de seguridad que debemos respetar y tenemos controlada la potencia de frenado, a cargo de Brembo aunque en las pinzas sólo aparezca el logo de Harley-Davidson, es hora de centrarnos en el motor. Aquí llegó otra sorpresa, el motor además de sonar muy poco es un auténtico prodigio de suavidad, casi no vibra y el empuje es muy suave, pero mucho de verdad. No encontrarás coceos y el par está distribuido a lo largo de toda la gama de revoluciones de forma generosa, por lo que en cualquier velocidad encontraremos empuje para salir disparados como un auténtico dragster americano.

Encontrarte semáforos con esta H-D V-Rod Muscle es una gozada, no sólo por el motor que empuja como un demonio y estira las marchas más de lo que cabría esperar, sino también por el embrague de accionamiento hidráulico de tremenda suavidad y sistema antirrebote. Sí amiguitos, este enorme bicharraco incorpora embrague anti rebote para evitar que el enorme donut trasero se ponga a bailar la sardana si reducimos marchas a lo MotoGP. La transmisión final por correa dentada consigue acrecentar la sensación de suavidad sin tirones ni golpeteos.

Y es que no os imagináis la enorme huella que deja la goma trasera. Cualquier bachecito de esos que todos conocemos y tenemos bien localizado, y con nuestras motos habituales (yo no porque no tengo moto de calle) pasamos apurando pero sin tocarlo, conseguiremos hacer lo mismo con esta Muscle, pero solo con la parte delantera. Al llegar los cuartos traseros se lo comerá, cosa que también pasa cuando en ciudad nos arrimamos a los bordillos para avanzar entre los coches que circulan a 0 Km/h.

Harley-Davidson V-Rod Muscle: tren de carretera

Se denomina tren de carretera a los camiones con remolque o tractocamiones con semiremolque, y dicho esto os imaginaréis por dónde van los tiros. Cuando esta H-D V-Rod Muscle está ya en movimiento por tranquilas carreteras despejadas de tráfico te invade la sensación de haber descubierto el hábitat natural de esta creación. El aplomo que transmite el conjunto con toda esa masa en movimiento y el efecto giroscópico de sus ruedacas enormes ruedas te hacen creer que podrías hacer capoeira encima del depósito.

No creáis con esto que es una moto perezosa en curvas, porque no lo es. Lógicamente hablamos de una mole de tropocientos kilos, muy larga y con ruedas como paelleras de Villarriba, por lo que no va a entrar en las curvas veloz como el rayo, pero el gustazo de ir trazando curvas con una estabilidad de primera y estirando en cualquier marcha su motor es tremendamente placentero. Cuando vas viajando sin más preocupaciones que el avanzar hasta el próximo punto donde decidamos parar te vas dando cuenta del verdadero propósito de esta montura.

El motor nos va a regalar una elasticidad con la que en la cuarta de sus cinco velocidades podremos trazar cualquier curva. Siempre que no dejemos caer el régimen por debajo de las 3.000 revoluciones por minuto tendremos empuje disponible a raudales. La quinta velocidad es un overdrive para rodar a bajas revoluciones en amplias carreteras.

Pero eso ya compete a vías rápidas de las que mañana comenzaremos a recorrer.

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