BMW K 1600 GTL, prueba (conducción en ciudad y carretera)

Ayer, más que nunca, la BMW K 1600 GTL nos ha dejado en evidencia al quedarnos sin espacio para describir los pormenores de todo el equipamiento que trae, aunque muchos sean opcionales. Pero no nos engañemos, el perfil del cliente de éste modelo no es precisamente alguien que mira hasta el último céntimo, es el de alguien que tiene un primer y un segundo coche y quizá también una primera y un segunda moto.

Aún sin ser plenamente conscientes de lo que tenemos entre manos llega la hora de conectar un pen drive en la guantera derecha, encender la radio/USB, y ver cómo es eso de viajar en primera clase. Sigo siendo un poco reacio a éste tipo de motos gigantes pero como es nuestra obligación nos vamos a poner a los mandos para analizar su comportamiento.

BMW K 1600 GTL: sabor burgués para el día a día

Después de una metamorfosis personal la imagen de un yuppie trajeado no tiene nada que ver conmigo, ni mi trabajo discurre entre el ordenador y una sala de reuniones, pero cada mañana al ponerme a los mandos de la BMW K 1600 GTL sentía como si fuese a mover millones de euros en activos financieros. Nada que ver con la realidad, pero cuando el lujo te rodea y todo funciona con la suavidad de una carísima pluma estilográfica sobre un papel en blanco te cambia el chip.

El primer contacto lo tendrán nuestras nalgas sobre el ancho sofá, perdón, asiento. Su parte trasera es muy ancha y con la ligera concavidad que adopta al sentarnos, junto con el desnivel que marca el comienzo del asiento del pasajero donde apoyaremos las lumbares, servirán para reforzar el confort de marcha. Para mi sorpresa el asiento es muy bajo y con la precarga del muelle trasero para sólo una persona llego al suelo con los dos pies perfectamente, algo de vital importancia para incorporar a la BMW K 1600 GTL desde el caballete lateral.

Giramos el contacto y, mientras el logotipo del 6 nos saluda desde el display, pulsamos el botón de arranque. En décimas de segundo el seis cilindros en línea comienza a ronronear como un minimo a punto de dormirse, pero con muchos más decibelios. La rumorosidad del motor es bastante elevada aunque ni mucho menos molesta, especialmente por lo atípico de su sonido, como el de dos tricilíndricos gordos al unísono con el silbido de la distribución muy presente. Pese a tener un 50% más de cilindros que un tetracilíndrico y la línea roja a tan sólo 8.500 el ralentí se mantiene a 1.000 revoluciones, por lo que parece ser más elevado de lo habitual.

Para emprender la marcha no es necesario acelerar, basta con engranar primera y soltar suavemente el embrague. Con el modo Road seleccionado para la gestión del motor sorprende lo inmediato del mando del acelerador electrónico y mientras nos acostumbramos al tacto del puño derecho regalaremos a todos los presentes unos bonitos acelerones en vacío. Aún en fase de tanteo, los primeros pasos son torpes y seguro que parecía un crío sin los ruedines de su bicicleta. Toda precaución es poca, y mejor tomarse las cosas con calma con tantos kilos entre las piernas, pero una vez subimos los pies a las estriberas la cosa cambia y la movilidad de la BMW K 1600 GTL es realmente inesperada, se puede decir que es hasta ágil de movimientos.

La fluidez de nuestros pasos entre el tráfico sólo se ve frenada por el hecho de que hay muchos lugares por los que no podremos meternos y con una moto convencional sí. Para el día a día, si vamos ligeros de equipaje podemos desmontar las maletas mediante una sencilla operación: metemos la llave en su cerradura, la llevamos a la posición "Realease" que hace levantar el asa de la maleta y ya las podemos sacar. Para ponerlas sólo hay que encajarlas en el lugar correcto y cerrar el asa, sin necesidad de llave. Desprovista de maletas adquiere una imagen infinitamente más ligera y nos dará acceso a recovecos antes inaccesibles.

La caja de cambios tiene un recorrido largo y desentona un poco de un conjunto tan bien rematado. Los cambios de marchas son sonoros, y si no movemos la palanca con decisión es probable que nos obsequie con una buena rascada. Al escalonamiento de las marchas no se le puede poner pegas, aunque tuviera unas relaciones de cambio hechas mal a posta el motor es tan potente y elástico que mitigaría esos errores. Con un embrague de tacto y suavidad perfectos y un motor que no vibra ni da tirones el fallo del cambio acapara nuestra atención por desgracia.

BMW K 1600 GTL: espíritu rebelde

Salimos de trabajar, nos subimos a la BMW K 1600 GTL y qué mejor que antes de volver a casa hacer el camino más largo hasta nuestra villa del extrarradio por una carretera de curvas. Seleccionamos el modo Dynamic para el motor y el Sport para las suspensiones.

Por arte de magia y en cuestión de segundos la suspensión adquiere un carácter mucho más seco, firme, algo que notaremos en la primera rotonda que se cruce en nuestro camino donde veremos que apurando la capacidad de inclinación no hay ningún flaneo. Sólo es el principio, ahora los baches pasan directos a través de nuestras vértebras y agradecemos, de nuevo, el esponjoso mullido del asiento, pero esa incomodidad se torna diversión cuando la carretera empieza a retorcerse. No hay pereza de movimientos cuando queremos meter la moto en curva y la K 1600 GTL parece ir atornillada al asfalto.

El único pero viene a la hora de la improvisación, no es amiga de las rectificaciones bruscas a última hora como podréis comprender, así que es mejor que tengáis las cosas muy claras antes de hacerlas. Es capaz de frenar en muy pocos metros gracias al sistema Brembo dotado de ABS integral pero siempre y cuando sea en línea recta; las rectificaciones de última hora una vez dentro de la curva no se llevan bien con las enormes inercias del conjunto.

Al haber seleccionado el modo Dynamic el motor pasa a ser directísimo, cualquier insinuación sobre el mando del acelerador es un subidón para el tacómetro. Lo más excitante de todo es notar dentro del casco el resonar de las enormes trompetas que tiene por silenciadores la BMW K 1600 GTL, el sonido del motor cambia por completo y el rugido es considerablemente más desgarrador. Se impulsa con mucha alegría pero no hace falta escalar mucho las revoluciones, ni ir más lejos de las 7.000 vueltas para circular realmente rápido porque las ingentes cantidades de par motor te harán buscar el tope del asiento.

La parte final del trayecto, con el sol ya oculto el sistema de iluminación opcional dotado de faros de xenon adaptativos y antinieblas de led ofrecen una visión que ya la quisieran para sí muchos turismos. El sistema auto-regulable siempre mira hacia la carretera, y los faros adicionales nos iluminan las zonas laterales para que jamás perdamos la visión de por dónde van las líneas de la carretera.

El pedal de freno que utilizaremos como apoyo entre curvas a ritmo elevado es un tanto grande, y a veces nos sorprenderemos teniendo el pie apoyado sobre él sin tener intención de usarlo. Al llevar los pies tan planos obliga a forzar un tanto la postura para alejarnos de él una vez que hemos soltado una buena dosis de adrenalina y damos por terminado la jornada.

Una vez en casa lo mejor es apoyarla hasta el día siguiente sobre el caballete lateral, subirla al caballete central requiere músculos de culturista o de una destreza con la que no me conseguí hacer en el tiempo que duró la prueba. Pero bueno, vamos a ir preparando la maleta que mañana salimos de viaje.

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