Cuando las motos de antes hacían aventuras de las de antes: para muestra, estas viejas Yamaha y el Dakar de 1979
Hay viajes que se cuentan solos porque mezclan polvo, historia y un punto de insensatez; el Dakar en sí mismo.
Este es uno: Llewelyn 'Llel' Pavey (Brake Magazine) y el fotógrafo y youtuber Isaac Johnston se plantaron en el terreno del Dakar de 1979 con dos Yamaha XT500 del mismo año para rehacer, a su manera, el París-Dakar que inventó Thierry Sabine. Sin ayudas electrónicas, sin mapas que te lo den todo hecho, sin nada más que un monocilíndrico de arranque a patada y ganas de meterse en líos. En 2025.
XT500, arena hasta en las botas y el eco del París-Dakar original
La premisa que cuentan en su vídeo es simple y brutal: ¿puede una XT500 de 45 años seguir el ritmo en el desierto? En el ‘79 muchas de las motos que tomaron la salida en París eran poco más que máquinas de calle reforzadas.
Ciertamente, hoy, cualquier trail media te da ABS en curva, control de tracción y pantallas que parecen tablets. Ellos han preferido viajar en el tiempo: carburador, chasis de acero, suspensiones justas y neumáticos que sufren cuando la arena se pone traicionera (o sea, siempre).
Pavey ha convertido la aventura en una película de una hora titulada "100 Kicks in the Desert" en el canal de Brake Magazine: un homenaje a los pioneros, a la navegación con sentido común y a ese silencio tenso que hay cuando la moto no arranca a la primera.
Por su parte, Johnston ha publicado su propia pieza, más corta y con mirada de making-of, que enseña lo que no sale en los carteles: las dudas, los cambios de plan y el trabajo del equipo para que todo tenga sentido cuando la cámara está grabando. Dos perspectivas que se complementan: cine de aventura y diario de ruta.
¿Y la ruta? No se trata de clavar kilómetro a kilómetro los 10.000 del París-Dakar original, sino de recuperar su espíritu: Marruecos, pistas rápidas, pedregales que muerden y dunas que, si te equivocas, te escupen hacia atrás. Lo suficiente para entender por qué aquel primer Dakar dejó solo un puñado de motos en meta y por qué la XT500 se ganó su fama de mula incansable. En este caso podríamos decir que el enfoque es más emocional que arqueológico: no hace falta replicar la carrera para que el desierto te ponga en tu sitio.
El detalle técnico también habla: la XT500 es un 499 cc refrigerada por aire que exige ese tacto de moto vieja. Eso significa que nada de ayudas, poco de frenos y mucha inercia. En un mundo de mapas de potencia y control de tracción, ver a dos moteros peleándose con 150 kilos de historia te recuerda que la velocidad no es lo único. A veces se trata de no hundirse, de mantener la rueda delantera ligera y de entender cuándo vale más una segunda larga que un dedito de gas mal dado. Eso, y la terquedad de no rendirse cuando el termómetro se dispara. Estos lo saben bien los que hacen mucho enduro y MX.
Lo mejor es que el resultado sirve de espejo. Si en 1979 muchos salieron con motos que hoy consideraríamos insuficientes, quizá no necesitas 120 CV y 250 kilos para vivir tu particular Dakar de fin de semana. Una XT clásica, una trail sencilla o la moto que ya tienes, con cabeza y preparación mínima, pueden darte más aventura de la que imaginas. "¿Qué Dakar es el tuyo?" preguntan ellos. La respuesta, seguramente, está más cerca de casa de lo que crees.
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