Los robots policía ya controlan el tráfico en las ciudades. Te multa, te pita y son unas moles de 1.80. Hasta vuelve a casa solo

Un robot humanoide ya dirige el tráfico en una gran ciudad china: se mueve, da órdenes y registra infracciones en tiempo real

John Fernández

China ya no está probando el futuro en laboratorios cerrados. Lo está sacando directamente a la calle. En una de las intersecciones más transitadas de Hangzhou, una figura de casi metro ochenta, con aspecto humanoide y movimientos perfectamente coreografiados, se ha convertido en el nuevo guardián del tráfico urbano.

No es un experimento puntual ni un reclamo tecnológico: es un robot operativo que dirige coches, motos y peatones en tiempo real.

China ya prueba policías de tráfico que no son humanos (y ya mandan más de lo que parece)

El escenario es el distrito de Binjiang, una zona especialmente congestionada en horas punta. Allí ha comenzado a trabajar Hangxing No. 1, un robot de tráfico impulsado por inteligencia artificial que actúa como apoyo directo a los agentes humanos. Da órdenes con gestos, sincroniza sus movimientos con los semáforos y, si hace falta, avisa a quien se salta las normas con un mensaje educado pero firme.

La escena resulta tan futurista como inquietantemente normal. El robot levanta el brazo para ordenar el alto, indica cuándo avanzar y utiliza señales acústicas (incluido un silbato digital) para llamar la atención. Todo siguiendo los mismos patrones gestuales que emplean los policías de tráfico tradicionales, aprendidos a partir de modelos reales.

Pero la clave no está solo en lo que se ve. Bajo esa carcasa hay un sistema de cámaras y sensores que analiza el entorno de forma constante. Detecta motoristas sin casco, peatones cruzando en rojo o vehículos que invaden la línea de detención. Cuando ocurre una infracción, el sistema la registra automáticamente y la envía a la base de datos policial. Si el aviso verbal no surte efecto, un agente humano interviene.

No sustituye a los policías, al menos por ahora. La filosofía es clara: asistencia, no reemplazo. El robot cubre los momentos de mayor densidad de tráfico y reduce la carga de trabajo en cruces especialmente conflictivos, mientras un agente supervisa la situación a pocos metros.

También hay un componente práctico detrás del despliegue. Hangxing No. 1 funciona con baterías intercambiables que le permiten operar durante varias horas seguidas (lo suficiente para cubrir los picos de tráfico matinales y vespertinos) y regresar después de forma autónoma a su punto de recarga.

Hangzhou no es una ciudad cualquiera. Es uno de los grandes polos tecnológicos de China y un laboratorio urbano donde se prueban soluciones que, si funcionan, acaban extendiéndose a gran escala. En este caso, el robot está integrado en la plataforma municipal de gestión inteligente del tráfico, lo que le permite reaccionar ante fallos en semáforos, cambios bruscos en el flujo de vehículos o situaciones imprevistas.

Las autoridades locales ya hablan de futuras actualizaciones. Entre ellas, integrar modelos de lenguaje avanzados para que el robot pueda responder preguntas, dar indicaciones o interactuar con peatones de forma más natural. También se afinan los algoritmos para evitar errores iniciales detectados en las primeras pruebas, como confundir sombras o movimientos erráticos con infracciones reales.

La imagen es potente: un cruce urbano regulado por un robot humanoide, observando cada gesto con precisión algorítmica. No es ciencia ficción ni un teaser tecnológico. Es tráfico real, en tiempo real, gestionado por una máquina. Y viendo cómo avanza el experimento, cuesta imaginar que se quede solo en una esquina de Hangzhou.

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