Skully entra en bancarrota, nos quedamos sin el mayor avance en seguridad en décadas

Bueno, pues como suele ocurrir por desgracia en estos casos, algo que parecía demasiado bonito para ser verdad termina desvaneciéndose. El pasado viernes la marca de cascos avanzados más prometedora, Skully, cerraba sus puertas y cesaba definitivamente su actividad por problemas financieros.

Con 15 millones de dólares tirados a la basura tras una estratosférica campaña de financiación, el futurista Skully AR-1 aún estaba lejos de ser un producto maduro y los primeros clientes no han quedado precisamente encantados, así que ni las ventas ni la financiación se han disparado, llevando a la empresa directamente a la bancarrota. Y de paso, por el camino se han quedado un buen número de clientes que estaban a la espera de recibir sus cascos.

Nos quedamos sin la seguridad del casco que podría evitar más accidentes

El futuro de los cascos pasa tarde o temprano por la implementación de sistemas de integración tecnológica, y el Skully era el primero en hacerlo. Además de conectividad Bluetooth e internet a través del smartphone, el AR-1 contaba con navegación GPS, cámara de visión trasera, Head Up Display (HUD) y realidad aumentada que proyectaban la información en un sistema de pantallas sobre el visor.

Cuando las primeras 25 unidades del Skully AR-1 se pusieron a la venta en 2014 se agotaron en menos de un minuto, lo que puso todo un éxito inicial para la compañía. En un primer momento necesitaban se registraron 281 reservas, lo que supuso un montante de 395.322 dólares para continuar con un proyecto para el que estimaron que sólo necesitaban 250.000.

Supuestamente el proyecto estaba más que asegurado después de la euforia inicial desatada. Tras la primera hora en Indiegogo, la campaña de financiación batió récords alcanzando el millón de dólares, una cifra que al final se terminaría multiplicando por 15 y que al final ha quedado en nada más que otro globo tecnológico que se pincha antes de ofrecer un producto completo y a la altura de sus expectativas.

Según la ley, el procedimiento a seguir tras la declaración de la bancarrota es la liquidación de todos los bienes de la empresa (tanto materiales como inmateriales) para afrontar los pagos pendientes a sus acreedores. Una vez se hayan saldado estas deudas, si quedasen aún fondos se destinarían a indemnizar a los clientes que reservaron sus AR-1 y no los recibirán.

Aunque esto último es sólo en teoría, porque es lo que dice la ley y quienes hayan pagado a través de Indiegogo quizá se queden fuera de esta cobertura legal al ser un sistema de financiación no tradicional. En cualquier caso, pusieron dinero y deberían ser considerados como inversores, aunque sea en último lugar al final de la cola formada por bancos, proveedores, tarjetas de crédito o cualquier inversor que figure en los estatutos y balances de Skully.

Por el momento, todo el que haya puesto dinero en Skully a través de la campaña de financiación de Indiegogo debería hacer saber a la justicia su situación para que quede registrado y recabar toda la documentación que pueda para defender el importe que puso en su día.

En definitiva, una pena. Skully no sólo prometía ser un casco muy geek, sino que además se erigía como el mayor avance en seguridad para los motoristas. Toda la información añadida que nos ofrecía en la conducción, además de la cámara de visión trasera, seguro que salvaría unos cuantos sustos.

Nos hemos quedado sin un casco que pretendía revolucionar el mundo del motociclismo, esperemos que al menos no te hayas quedado también sin el dinero.

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