Prueba de la Yamaha TMAX 500 (1/4)

La Yamaha TMAX 500 se convirtió, cuando fue lanzada al mercado en el año 2000, en la reina indiscutible de las maxiscooter. Su motor bicilíndrico en paralelo le permitía alcanzar unas prestaciones que le acercaban mucho a una “moto de verdad”, y su estética deportiva y elegante supo cautivar a muchos usuarios que la convirtieron en una de las más habituales de nuestras ciudades.

En el año 2004 la TMAX recibió la inyección electrónica, el doble disco de freno delantero y una rueda trasera más ancha, detalles que mejoraban un conjunto que se encontraba a un nivel de calidad y sensaciones muy alto. El pasado año Yamaha renovó la TMAX, dándole un importante lavado de cara que le permitía mantener las claves de su éxito inalteradas. Ahora la TMAX es más angulosa, sus formas son más modernas y atractivas. Pero lo que no cambia es su corazón, el potente motor bicilíndrico en paralelo, el cual va anclado en el chasis de aluminio en lugar de sobre el basculante trasero como en la mayoría de los scooter. Gracias a esta innovación, la TMAX se comporta de forma diferente al resto de scooter del mercado, con un comportamiento ágil y dinámico difícil de igualar por cualquier otra competidora.

He de admitir que cuando llegué a Motos Cortés en Madrid a recoger la TMAX notaba cierto cosquilleo en el estómago. Tenía ganas de montarme en ella, de saber si realmente esa scooter de la que todo el mundo habla va tan bien como dicen. Cuando me entregaron la moto me cautivo con su color gris plomo mate y el asiento tapizado en granate. Ésta combinación de colores es muy elegante y discreta al mismo tiempo, y es un claro síntoma del alto nivel de acabados que tienen los scooter de Yamaha, algo que ya pudimos comprobar cuando probamos la XCITY.

Me subo en la TMAX y lo primero que noto es una posición de conducción cómoda pero un poco más "al ataque" que en otras maxiscooter. El asiento, completamente remodelado en esta nueva versión, es confortable, aunque su relleno es bastante duro. La posición del conductor es bastante alta y adelantada, al contrario que en otros maxiscooters como la Burgman o su hermana la Majesty y una persona de talla normal (1,75 m) no llegará al suelo con las plantas de los dos pies al mismo tiempo.

Tras echarle un vistazo a toda la instrumentación pulso el botón de arranque y comienzo a escuchar el ronroneo del motor bicilíndrico en paralelo. Su sonido nos indica que algo bueno se esconde en su interior. Decido no esperar más y arranco haciéndome a los mandos. El tacto de las manetas de frenos es bueno y los espejos retrovisores van situados en una posición muy adelantada, ya que salen con dos largos brazos desde la cúpula hacia delante. Me toca callejear un poco, hasta abandonar el barrio de Moratalaz, y en sus estrechas calles la TMAX me sorprende por la agilidad con la que se mueve. La posición de conducción y el motor situado en una posición muy adelantada permiten cambiar los pesos de un lado a otro de forma fácil y rápida.

Continuará...

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