Llueve en la ciudad

Tampoco es que llueva una barbaridad como está cayendo estos días al sur de España, pero en una ciudad como Alicante, donde no suele llover mucho, en cuanto caen cuatro gotas seguidas el tráfico sufre una transformación espectacular. En breves momentos pasamos de ser una ciudad de tamaño medio con sus problemas de tráfico habituales a transformarnos en un autentico caos circulatorio.

Es algo así como si la gente con la humedad viese afectadas las capacidades de su cerebro y todo empezase a discurrir mucho más lento, como envueltos en gelatina. Los coches bajan drásticamente su velocidad y los conductores parece que extienden sus tentáculos a varios metros alrededor. En el otro lado, las motos, que en la mayoría de los casos no llevan ni la más mínima protección contra la lluvia sufren otra transformación que las lleva a dos extremos de la conducción. O las ves circular a bajísima velocidad con su conductor completamente calado hasta los huesos y resignado. O las ves circular a ritmo frenético para llegar a un lugar a cubierto.

Esto último es una de las partes más contraproducentes de circular bajo la lluvia. A todos nos han enseñado en la autoescuela que cuando llueve hay que andar con más cuidado porque las condiciones de agarre se ven reducidas drásticamente. Aún más si circulas por una ciudad en la que no suele llover mucho y el asfalto acaba por convertirse en una superficie resbaladiza mezcla de polvo, goma, y diferentes sub-productos derivados de la circulación.

Aun recuerdo una historieta del Joe’s Bar Team en la que dos de los personajes discutían sobre si con agua hay que tomar precauciones o hay que circular como si no pasase nada. Al final ambos volvían al bar tras haberse dado una buena torta. En mis años de circular en moto al final he llegado a la conclusión de que lo mejor es andar con cuidado, pero sin llegar a los extremos que ves de gente con ambos pies al suelo y velocidades absurdamente lentas. Eso sí, en esos momentos de lluvia tienes que extremar las precauciones esquivando la señalización horizontal que nuestra alcaldesa se empeña en repintar cada poco tiempo, porque si ya resbalan en seco, en mojado te ayudan a derrapes de los que hacían los Schwantz o Rainey, pero con motos mucho menos potentes.

Curiosamente mientras he hecho la foto que veis en la cabecera y he escrito esto ya ha dejado de llover, vuelve a lucir el sol y sigue haciendo un calor de mil demonios. Parece que todavía no ha acabado el verano.

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