¿Te imaginas un motor de seis pistones, tres cilindros y dos tiempos? Pues no imagines, fue real

Motores raros hemos visto alguno que otro ya por estas páginas, como aquél grotesco V8 de dos tiempos, pero hoy si cabe traemos algo aún más curioso visto en The Kneeslider. Algo tan particular como muchas otras historias que tienen que ver con la guerra y los fabricantes en esos momentos tan complicados.

Y es que en la industria de los propulsores no está todo dicho, ni mucho menos, pero la historia de la termodinámica nos ha dejado cosas realmente curiosas. Ideas retorcidas que en algunos casos se adelantaron a su época. No se si será ese el caso, pero el motor Vincent que podéis ver aquí tiene más pistones que cilindros. No es de motos, aunque Vincent era fabricante de motocicletas, pero la historia merece la pena, ya lo veréis.

Adiós motos, hola industria armamentística

Corrían tiempos complicados en la primera mitad del siglo XX, eran los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, y los ingenieros se estrujaban las neuronas intentando conseguir soluciones nuevas sobre ideas antiguas que les dieran algún tipo de ventaja frente al enemigo.

Así, el productor de motocicletas británico Vincent, tras dejas de producir motos por culpa del conflicto y centrarse en otros menesteres más relacionados con la guerra, recibió un encargo un tanto complicado por parte de la RAF (Royal Air Force), pero no nos adelantemos a los acontecimientos.

El proyecto del nuevo motor para salvavidas debía cumplir unos requisitos que asustarían a cualquier fabricante de la época

Debido a las numerosas bajas que estaba sufriendo el ejército aliado, especialmente en el mar donde perecían irremediablemente las tripulaciones de los aviones derribados y de los barcos hundidos por el ejército alemán, tuvieron la idea de diseñar un bote salvavidas de despliegue rápido que se lanzase desde un avión con un paracaídas a los supervivientes que estaban en el agua.

Estas pequeñas embarcaciones debían ser muy ligeras para que pudieran ser cargadas en un avión y desplegarlas mediante un paracaídas, por lo que se pensaron para fabricarse en aluminio y con lo básico. Por otro lado debían ser rápidas para que la tripulación se subiera rápido y pudiera escapar hasta la orilla más próxima lejos de las manos del enemigo.

Los botes hinchables con los que las tropas aliadas contaban hasta ese momento no servían de mucho. Carecían de ningún sistema de empuje para escapar de las tropas alemanas, por lo que los supervivientes solían perecer en el mar, ser capturados por embarcaciones alemanas o llegar hasta la costa controlada por el enemigo y ser capturados o ajusticiados.

Cada vida que se sacase del agua y pudiera unirse de nuevo a las filas de la RAF era una pequeña oportunidad que los alemanes perdían.

Durante algún tiempo, el ejército inglés estuvo buscando soluciones con algunos botes que tenían unas velas desplegables. Cuando vieron que la mejora era insuficiente empezaron a producir un nuevo modelo con dos pequeños motores fueraborda.

Este nuevo modelo sirvió para las tropas que se desplegaban en el continente europeo, pero sería insuficiente para emplearse en la guerra contra los japoneses donde las distancias en el mar se hacían insalvables y cada soldado que caía al mar era poco más que un nuevo cadáver.

Por lo tanto, el objetivo del encargo a Vincent era algo muy ambicioso. Necesitaban un motor que fuera capaz de alcanzar un autonomía de 1.000 millas náuticas (1.852 kilómetros), con una velocidad de cinco o seis nudos y no gastase más de 50 galones (189,27 litros). Además, el motor debía poder utilizar combustible que fuera desde los 70 octanos hasta los 120. En la guerra nunca sabes de dónde vas a poder coger unos litros...

Hasta el momento, el mayor rango de autonomía que habían conseguido fue un motor desarrollado por Austin que con esos 50 galones recorría unos 900 kilómetros a sólo cuatro nudos.

Y para hacerlo más difícil todavía, el motor debía ser absolutamente impermeable al agua para sobrevivir en caso de inmersión, resistente a la corrosión, su sistema eléctrico tenía que ser tan sencillo que no se averiase ni necesitase mantenimiento durante el viaje y que fuera tan resistente que pudiera soportar una deceleración de cinco G's (por aquello de ser lanzado en paracaídas y chocar contra el agua).

Con todos estos requisitos sobre la mesa, que no eran pocos precisamente, el diseñador de motores de Vincent Motorcycles, Phil Irving, se puso manos a la obra durante dos años desde 1942 basándose en las patentes de un motor de pistones opuestos de Phil Vincent.

El resultado fue un singular esquema de tres cilindros dispuestos en horizontal. Dentro de cada cilindro se encontraban dos pistones opuestos que funcionaban a modo de dos tiempos con tomas de admisión y escape perforadas en ángulo para favorecer la turbulencia interior que forzase el flujo de gases.

Dentro de este peculiar motor, los dos cilindros de los extremos eran los que se utilizaban para producir la fuerza de propulsión, mientras que el central se empleaba como bomba de alimentación para los otros dos. Los pistones se movían gracias a dos cigüeñales separados y acompasados mediante una cadena y la fuerza se enviaba a través de un embrague multidisco en baño de aceite.

El cuerpo del motor estaba producido a partir de un gran bloque de aluminio para contener el peso, mientras que las tapas de los cilindros y de los cigüeñales estaban fabricadas en acero con un tratamiento inoxidable.

Los elementos auxiliares del motor se situaban en los extremos: bomba de combustible de diafragma, bomba de lubricante, sistema de refrigeración... En la parte trasera del motor, en un compartimento estanco, se disponían todos los componentes eléctricos (estárter, dinamo y magneto).

Después de dos años de desarrollo, Vincent consiguió construir un motor prometedor pero llegó el final de la guerra y el proyecto murió

El resultado final que consiguió Vincent era un prometedor motor de 497 centímetros cúbicos (56 mm diámetro × 50.8 mm carrera) que era capaz de producir un pico de 14 caballos. El peso final del conjunto, contenido para la época, era de 119,74 kilos, lo que unido a un consumo que cumplía los requisitos iniciales le hacía perfectamente válido.

Por desgracia, o por fortuna más bien para todos, esta singularidad mecánica que iba a formar parte de la historia perdió su utilidad cuando terminó abruptamente el conflicto bélico en 1945.

Hasta algunos años después, se produjeron un total de 50 motores, de los cuales sólo sobrevivieron 12. Como ya no iba a equipar botes salvavidas, algunas unidades de este motor Vincent se reconvirtieron en generadores de doce cilindros uniéndolos por parejas.

Y este que vemos en las fotos es una unidad que ha sido subastada en Las Vegas por Bonhams y cuyo precio se ha ido hasta los 26.327 euros. No está mal para ser una pieza histórica.

Vía | The Kneeslider, Wikipedia
Fotos | Bonhams

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