The soul rider, ni empollón ni hipster, sólo mod

Cuando hace unos días leí el articulo de Carlos sobre los anuncios de Vespa recordé inmediatamente este vídeo que había twitteado @anadrenaje hace unas semanas. Más que nada porque en este vídeo se presenta, resumido en seis minutos, lo que significa la cultura mod. Nada de hipsters o empollones, nos remontamos a lo que muchos consideran como el origen de las tribus urbanas.

Origen que se sitúa en los años cincuenta/sesenta del siglo XX. Momento en el que surgió un grupo de gente que fueron catalogados como modernistas por escuchar música catalogada como Jazz moderno. Los elementos que definían a este grupo era la moda (vistiendo trajes confeccionados a medida), la música (que iba desde el Soul, Ska, o Rithm & Blues) y los scooter (principalmente Vespa y Lambretta). Aunque los mod también se asociaron a las fiestas nocturnas en las que la gente tomaba anfetaminas para aguantar despierto y bailando durante toda la noche. Un ejemplo de todo esto lo podéis ver en la película Quadrophenia.

¿Pero qué pasó con todos aquellos jóvenes mod? La mayoría fueron evolucionando hacia otros estilos. Aunque algunos, como Glenn Stewart sigue siendo un mod a pesar de sus años. En este micro-documental Glenn nos habla de lo que hacían los mod en su momento álgido. De la estética, de cómo bailaban y qué música escuchaban. Y, al final, nos presenta su preciada Lambretta de 1964. Una de esas piezas de museo que siguen rodando a pesar de los muchos kilos de cromados, faros y espejos que lleva encima. Y es que ese estilo es lo más auténtico (por original y de época) que se puede encontrar en el mundo de los Scooter clásicos.

Os recomiendo que veáis el vídeo hasta el final, porque la última escena viene a definir muy claramente lo que es "pelear" con una moto clásica más allá de la imagen y del "sabor" que tenga a sus casi 50 años de historia.

The Soul Rider from There is More Films on Vimeo.

Una vez visto este micro-documental, hay que hacer una reflexión. ¿Tan necesario es convencernos de que tal o cual marca, y/o modelo de moto, es imprescindible para configurar una imagen reconocible que pertenezca a una tribu urbana? ¿No habíamos quedado en lo de que las tribus ya era agua pasada? En Quadrophenia, el principal personaje dice en una conversación con su amigo rocker que lo que importa es la persona que va encima, no la moto. ¿Vamos a volver a los estereotipos más antiguos para tener la gente enfrentada? ¿Es que no hay bastante con enfrentarnos con el fútbol y las carreras?

Por suerte mi Lambretta arranca a la primera patada y puedo huir de todas estas catalogaciones y encasillamientos.

Vía | Modculture

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