Buell 1125R, la prueba (Parte 3)

Los primeros metros nos permiten adaptarnos a la extraña posición de conducción, con las estriberas bastante retrasadas, los semimanillares sobre la tija de dirección y el cuerpo muy estirado hacia delante. Es una posición extraña, muy diferente al del resto de deportivas del mercado.

Tenía ganas de ver como se comportaba el motor, así que en cuanto tuve ocasión y con este ya funcinando a la temperatura normal, abrí gas a fondo para ver de lo que era capaz. !Por dios, como empuja! Los 146 caballos del motor parecían desbocados de forma casi instantánea al abrir el acelerador a fondo, con una aceleración descomunal que se mantuvo hasta que la aguja del cuentarevoluciones nos indicaba que era hora de engranar la siguiente marcha. Mientras esto ocurría, un sonido ronco y agresivo salía del conjunto escape-motor, un sonido que también en este sentido la hace única.

El motor bicilíndrico ofrece unos buenos bajos, aunque lo idóndeo es utilizarlo de la mitad hacia arriba del cuentarevoluciones. Es ahí dónde la Buell demuestra todo su potencial, dónde nos da toda su fuerza y dónde deberemos llevarlo si queremos rodar rápido con ella.

El tacto general del conjunto es bastante bueno, aunque no se trata ni mucho menos de una moto para principiantes en esto de las altas cilindradas. Más bien me atrevo a decir que es una moto para gente curtidita, "con kilómetros en su culata". Con ello no quiero decir que sea una moto complicada de conducir, para nada, pero tampoco es una moto diseñada para pasear en ella y eso se nota. Es importante tener buen tacto con el puño derecho si no queremos que la rueda delantera se levante a la salida de las curvas, y es que los 146 caballos de su motor cuando empujan lo hacen de verdad.

Rodando por carreteras de montaña, la Buell se ha mostrado como una moto divertida, con la que puedes rodar a ritmos altos muy cercanos a los de las mejores deportivas del mercado. El conjunto de chasis y suspensiones permite afrontar las curvas a una velocidad bastante alta, y su manejabilidad hacen de ella una moto fantástica para las curvas rápidas y con buen asfalto.

Había leido alguna crítica hacia el sistema de freno perimetral, porque según algunos éste tiende a desfallecer y tener poco tacto. Personalmente no estoy de acuerdo con estas críticas, ya que durante los 300 kilómetros de la prueba el curioso sistema de frenos no mostró estos síntomas en ningún momento. Es más, el tacto desde el primer momento fue bueno y siempre detuvo la moto sin problemas y lo que es más importante, sin inercias.

Mañana las conclusiones y la ficha técnica...

Más en Moto22 | Buell 1125R, la prueba (parte 1) | Buell 1125R, la prueba (Parte 2)

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