Probamos la Ducati Scrambler 1100: Clásica por fuera pero más divertida y tecnológica que nunca

Ducati Scrambler, la submarca de la firma de Borgo Panigale acaba de lanzar la tercera integrante de su familia: la Ducati Scrambler 1100. Se trata del mismo espíritu setentero a nivel estético pero con una parte ciclo del siglo XXI.

Por fin hemos podido probar a esta italiana, una moto neo-retro de esas que tanto se llevan ahora pero que no ha querido supeditar su rendimiento ni su equipamiento electrónico a su apariencia cool. Además viene cargada de novedades y es que es mucho más que una Scrambler 800 con un motor más gordo.

Ducati Scrambler 1100: la gran Scrambler ha llegado para quedarse

Dicen que a la tercera va la vencida. No sabemos aún si esto es verdad al 100% pero desde que las primeras Scrambler modernas de Ducati salieron al mercado se han vendido la friolera de 46.000 unidades desde 2015. Todo un revulsivo para una pequeña marca que anualmente fabrica unas 50.000 unidades.

Con este tercer modelo, la familia Scrambler crece por la parte superior después de haberlo hecho por el extremo inferior con la Sixty2 de 400 centímetros cúbicos. La scramblerina no ha sido entendida por nuestro mercado (tampoco era su intención) pero la 1100 tiene muchas papeletas para satisfacer a los clientes europeos.

Básicamente Ducati ha querido que su Scrambler 1100 llamase la atención de aquellos a los que la 800 les parece una moto demasiado pequeña, porque efectivamente la primera Scrambler destaca por unas dimensiones tamaño XS. La Scrambler 1100 en cambio juega en otra liga con una propuesta más de moto grande.

A primera vista podríamos pensar que la Scrambler 1100 no ha cambiado demasiado, pero la realidad es que sí. Ducati ha querido dotar a la 1100 de un carácter propio, de moto más serie, grande, dimensionada, así que sus cotas han cambiado considerablemente.

Es 25 mm más larga, con 70 mm más entre ejes, 140 mm más alta y 55 mm más ancha. Además el depósito ahora aunque mantiene sus formas también es más grande y puede albergar 15 litros (1,5 litros más que antes). Aún así sigue siendo una moto compacta y sobre todo muy estrecha, algo característico de la filosofía Ducati, por lo que a sus mandos en parado no intimida ni mucho menos.

El asiento está colocado a 810 mm (20 mm más que en la Scrambler Classic de 800 cc) y nos permite llegar bien con los dos pies al suelo sin alcanzar el 1,70 de estatura. Eso sí, el asiento también es más ancho, lo que se traduce en un arco de las piernas un tanto exagerado. Habría estado mejor una parte delantera más estrecha, pero habrían sacrificado la estética.

Como consecuencia de todos estos cambios el peso también ha visto incrementada la cifra que arroja sobre la báscula hasta los 194 kg en seco y 211 en orden de marcha, casi 20 kg más que la 800 que se queda en 176,5 y 192,5 kg respectivamente.

El cariño que Ducati ha puesto en este modelo se ve una vez más en un nivel de acabados que brilla con nota. No hay apenas elementos plásticos a la vista y el aluminio brilla con luz propia utilizando este material en los paneles del depósito, los soportes del guardabarros, el colín, el subchasis y el basculante de tipo banana.

De las tres disponibles, la versión que hemos probado es la Special. Este segundo acabado complementa a la oferta de la 1100 con unas bonitas llantas de radios, escapes con colectores cromados, color Custom Grey, manillar más bajo, asiento acabado en color marrón y basculante rematado en aluminio cepillado.

Divertida, solvente y con un comportamiento digno de naked deportiva

Colocados tras su manillar empezamos a hacer los primeros contactos con la Scrambler 1100. Se siente una moto pequeña y que se puede mover bastante bien en parado. El manillar ancho nos facilita una postura natural mientras que el asiento plano está colocado de tal manera que la espalda queda bien erguida, una posición cómoda.

Arrancamos y en seguida notamos la primera gran diferencia al margen del tamaño: el sonido. El motor Desmodue bicilíndrico de 1.079 centímetros cúbicos es un viejo conocido de Ducati. Ofrece una potencia de 86 CV y un par motor de 88 Nm y un sonido notablemente más lleno abriéndose paso por la doble salida de escape elevada en la zaga. Por cierto, es limitable para el carnet A2.

Su entrega es dulce y la conexión con el acelerador directa y limpia. Durante los primeros metros por zonas urbanas descubrimos un tacto de embrague sobresaliente, aterciopelado, y un tacto del freno delantero con mucho mordiente gracias a que ahora equipa un doble disco de 320 mm en el tren delantero.

Después de un pequeño tramo de autovía del que rápidamente nos aburrimos pasamos a buscar algo más animado, algo repleto de curvas. Allí es donde la Scrambler 1100 ofrece su mejor cara y marca las diferencias que han querido buscar en Borgo Panigale.

De manera colateral al incremento de dimensiones, la parte ciclo se ha adaptado a su misión de moto grande. La horquilla anterior de 41 mm de diámetro se ha cambiado por una Marzocchi más robusta de 45 mm y un monoamortiguador Kayaba, ambos regulables también como novedad.

Su comportamiento es más que satisfactorio con una firmeza digna de cualquier moto moderna, bien aplomada y estable una vez que la metemos en curva. El chasis y sus geometrías permiten que el primer tramo de inclinación de la moto sea ágil y rápido, haciendo desaparecer los casi 200 kg de la ficha técnica.

Buscándole las cosquillas al motor nos encontramos una dosis de potencia y par que serán más que suficientes para el perfil de cliente que busca este tipo de monturas. Los 86 CV pueden antojarse escasos y estirando en marchas largas podríamos echar en falta algo más de potencia, pero la gran dosis de par disponible en todo el rango de revoluciones hacen del Desmodue 1100 un motor realmente disfrutable que, además, nos regala los oídos con unas bonitas detonaciones en retención.

Complementando la parte ciclo, el equipo de frenos Brembo es una de los grandes puntos a favor de la Scrambler 1100. Al igual que ya nos pareció en ciudad, en carretera su mordiente en el primer tacto es excelente y a partir de ahí resulta progresivo y dosificable. El freno funciona como un gran apoyo entrando colado a las curvas.

Con el paso de los kilómetros la posición de conducción nos permite aguantar largas tiradas, pero el asiento no nos acaba de convencer. Es cómodo, ancho, con mucho espacio y qué diantres, es muy bonito, pero su anchura tiende a molestar un poco en la parte interior de los muslos al menos para los que somos de talla corta.

La Scrambler 1100 es retro, pero también tecnológica

Hemos dejado para el final el cuadro de mandos porque la Scrambler 1100 tiene mucha tecnología, aunque trata de pasar inadvertida. Es completamente digital con inspiración clásica dividido en dos pantallas diferentes. Por un lado tenemos la principal para el tacómetro, nivel de combustible, parciales, reloj e información de la electrónica y en segundo lugar una pantalla accesoria para la velocidad y la marcha engranada.

De manera bastante discreta Ducati ha querido beneficiar a la Scrambler 1100 de lo último en electrónica para no renunciar a sus aptitudes techie. La oferta de esta 1100 comienza con un acelerador electrónico que en consonancia con una plataforma de medición inercial IMU permiten equipar tres modos de conducción, control de tracción con cuatro niveles, ABS Bosch 9.1 MP con asistencia en curva y control anti-invertidos.

El resultado es un conjunto que se beneficia de lo mejor en asistencias a la conducción pero que pasa bastante desapercibido. Lo más palpable son los modos Active, Journey y City, con los dos primeros ofreciendo los 86 CV del motor pero de forma más dócil en el segundo y un City con la potencia recortada a 75 CV como en la Scrambler 800.

Además de sobre el motor, los modos de conducción regulan la intervención del control de tracción, no así del ABS que en esta ocasión no es regulable ni desconectable, pero que no llega a ser para nada intrusivo haciendo uso de una conducción deportiva.

Conclusiones

Buscar el maridaje entre lo viejo y lo nuevo en ocasiones resulta arriesgado. Hay señas de identidad que en Ducati han querido brindar como guiño al pasado y el resultado no acaba de ser satisfactorio. Esto ocurre por ejemplo con el latiguillo del freno delantero que vuela sobre el cuadro de mandos, una posición vintage pero un tanto molesta.

La Scrambler 1100 se venderá en tres acabados diferentes. Por un lado tenemos la versión básica que parte de los 13.190 euros (en amarillo o negro), la Scrambler 1100 Special que ha sido la que hemos podido probar parte de los 14.490 euros y por último tenemos la Scrambler 1100 Sport que equipa suspensiones Öhlins y una decoración específica en negro por 15.190 euros.

Por lo tanto no estamos ante una moto barata precisamente. Sí es cierto que el posicionamiento de Ducati se enfoca hacia el segmento premium pero por prácticamente el mismo precio podemos encontrar a sus principales rivales: las BMW nineT y Triumph Thruxton.

Bien es cierto que dinámicamente es una moto 100% del siglo XXI, con un comportamiento digno de una naked deportiva y en el que quizá sólo podríamos mejorar su comportamiento con unos neumáticos de corte más deportivo en lugar de los MT60 de Pirelli con dibujo de taco que trae de serie. Una nueva elección entre trendy y funcional.

Ducati ha vuelto a reforzar su propia oferta de Scrambler y si lo ha hecho es porque sabe que le va a dar resultado. Nosotros hemos soltado a la Scrambler 1100 sabiendo que es una gran moto que va muy bien y que luce espectacular, ahora la decisión complicada es si optar por una de estas o por la 800.

Ducati Scrambler 1100 2018 - Valoración

Ducati Scrambler 1100 2018 - Ficha técnica