Aquellas maravillosas motos: prueba Honda NSR125R JC20 (conducción)
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Aquellas maravillosas motos: prueba Honda NSR125R JC20 (conducción)

Una Honda NSR125R junto a una chaqueta y guantes Dainese con muchos años... ¿hemos vuelto a los 90?

Tal y como decíamos ayer, no tuve la suerte de ser de la generación de las dos tiempos. Cuando empecé a andar en moto, algo tarde ya, mi única opción fue un scooter ya que no quería empezar directamente por una 125 y, posteriormente y debido a la limitación a 34 cv, me salté la posibilidad de haber tenido una Honda NSR125R o similar en mi garaje durante algunos años.

Así que como la juventud va por dentro, uno que ya casi peina canas y viene casi de vuelta de todo empezó a explorar la época más quemada de las carreteras (tanto aquí en Asturias y en otras provincias) desde hace unos meses. Y siendo sincero, he tenido sentimientos enfrentados.

Honda NSR125R, la "otra" filosofía

Honda NSR125R

Quizás alguno se encuentre en el mismo punto que yo me encontraba hace algún tiempo, cuando no había probado nunca una 125 de 2T. Había probado este tipo de motores en ciclomotores, scooter y también motocicletas de marchas, pero todas de 49 cc (y hace un porrón de años) por lo que me sentía un poco perdido.

La teoría me la sabía: poco o nada abajo, tirar bastante de embrague para salir de parado, un rango de vueltas donde empuja muy reducido y un punto donde la válvula de escape abre y dota al motor de un punch mucho más marcado.

Pero como ya se sabe que del dicho al hecho hay un trecho, tocaba experimentar todo bajo mis propias manos y culo. Comprobamos que hay aceite en el depósito (ubicado debajo del asiento), tiramos del aire situado en el puño y le damos al botón de arranque. Tras unos segundos en los que abrimos levemente el gas, el motor cobra vida con un ruido metálico muy particular de estas motos.

Por momentos, el humo azul y el olor a aceite quemado invade el garaje y mientras levemente vamos punteando el gas, abrimos el portón del garaje y encaramos el escape a la puerta antes de que el detector de humos se dispare y con ello la alarma de incendios y tenga que darle mil y una explicaciones a los bomberos cuando se personen en casa.

Honda NSR125R

Ya con el motor a una buena temperatura nos subimos a ella. Es relativamente cómoda, dando sensación de que es larga aunque en verdad es bastante estrecha entre ejes. No vas muy echado hacia adelante y el mullido del asiento es muy agradable, con un buen sitio también para el pasajero. Eso sí, es muy baja y tengo el suelo ahí al lado. Además como es muy estrecha, la sensación de que el asfalto está cerca aumenta y me doy cuenta de que estoy con las rodillas muy flexionadas, más que en cualquier otra moto que haya recordado probar. La verdad es que si digo que es Honda me entenderéis perfectamente.

Apretamos el embrague cuya maneta, curiosamente, está doblada hacia abajo y seleccionamos primera. Abrimos levemente el gas y con algún que otro carraspeo, la Honda NSR125R se pone en marcha. Parece que se quiere detener en la rampa pero no, al final llegamos arriba con los pelos un poco de punta.

Después de haber probado otras 125 2t (que aparecerán dentro de unas semanas en estas páginas), me he dado cuenta que en bajos la Honda NSR125R es muy amable y no es necesario ir arrastrando discos de embrague como si estuvieses loco. Arranca de forma decente sin estar pendiente de si se va a calar o no.

Honda NSR125R, ligereza y ritmo a ceja pelada

Honda NSR125R

La verdad es que la he usado poco por ciudad aunque como decíamos antes, no es una moto demasiado exigente. Es cómoda, estrecha, ligera y además tuerce los cuellos de sobre todos en aquellos que ya superan la treintena.

De igual forma en autopista se defiende. La sexta velocidad es claramente overdrive y en caso de repecho te obliga a bajar a quinta con el fin de mantener constante los cruceros de 125. Protege mejor de lo que uno piensa las piernas aunque la zona de la cabeza queda expuesta. Pero con ella, como tampoco se alcanzar cruceros exagerados, no es un problema. Eso sí, incita a aplanarte sobre el depósito y buscar esa menor resistencia frente al aire. Quién me lo iba a decir a mí, a mis años.

Pero donde de verdad se disfruta esta moto es en carreteras reviradas, jugando con el cambio entre las 7.000 y las 10.000 vueltas. No hay medias tintas. O te mantienes rodando a éste régimen o te quedarás clavado en la salida de la curvas y te verás a ti mismo dando patadas al cambio para bajar marchas muy frustrado.

Desde las 2.000 vueltas hasta la 6.500 empuja poco y de forma lineal. A estas vueltas notas un pequeño aumento de la potencia hasta que a 7.000 estalla completamente, el sonido cambia y te pones en modo piloto, empalmando marchas una tras otra.

Quizás este sea el punto más estresante y en el que no me acabo de acostumbrar, precisamente por no haber vivido aquella época. O eso o que de nuevo, noto que me estoy haciendo mayor, que también puede ser. Y claro, uno que ya está casado y con un hijo se da cuenta de que con una moto de 25 años puede que vayas a ritmos que no sean los más adecuados. Realmente no vas rápido en cuanto a velocidad pura, pero si entras fuerte en las curvas aprovechando su bajo peso y agilidad. Vamos, como decía, a ceja pelada

Honda NSR125R

De frenos no hay demasiada queja, la verdad. Frena bien para el tiempo que tiene y con el apoyo del trasero detienes la moto más o menos donde quieres. Quizás requiere una limpieza profunda de pistones y demás, pero con el líquido nuevo y las pastillas no hay demasiadas quejas porque conmigo encima llegamos justos a los 200 kilos.

La verdad es que en los pocos kilómetros que he hecho con ella me he divertido, pero tras la última salida con ella (precisamente cuando realicé las fotos y pude probar otra 125 de la época), llegue a casa con más dudas de las que salí.

Y es que aunque el grueso de los kilómetros se los lleve la Yamaha TRX 850, ¿merece la pena tener la Honda NSR125R aparcada en el garaje? ¿Me entran ganas de buscar un hueco para darme una pequeña vuelta de vez en cuando? Y tras meditarlo, la verdad es que he llegado a la conclusión de que no. En las motos, el factor corazón juega una baza muy importante, y entre esta moto y yo (o mejor dicho, entre las 125 2T y yo) no ha habido feeling. O no al menos para usarla en carretera aunque sea esporádicamente.

De ahí que con algo de pena la haya decidido poner en venta y que la disfrute otra persona y le saque el partido que yo no lo voy a sacar. Pero bueno, esa es otra historia y la nuestra es dejaros emplazados a mañana donde terminaremos con una nueva prueba de esas motos míticas que poblaron nuestras carreteras.

Continuará...

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